Hay dos diferencias
sustanciales entre los procesos de reforma iniciados prácticamente en la misma
época en la Unión Soviética y en China, Mientras el país euroasiático comenzó
su transformación desde la esfera política, China lo comenzó desde la
económica. Sus líderes entendieron que, sin poseer un potencial económico,
tecnológico y financiero, iba a ser imposible producir los necesarios cambios
políticos en su sociedad.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
Tal
vez como nunca antes, el más importante evento interno de China ha despertado
un interés superlativo fuera de sus fronteras. Ello lo atestigua los más de
1800 periodistas de todas las regiones del planeta que estuvieron presentes en
Beijing entre el 18 y el 24 de octubre pasados a fin de reportar la gran
cantidad de acontecimientos realizados durante estos días vinculados a esta
magna cita. Aunque todavía en muchos casos, con una visión peyorativa desde
Occidente, que sigue intentando observar y evaluar el desarrollo de los hechos
ocurridos en China desde una óptica propia y no desde la de un país que ha
construido su realidad desde una lógica sustentada en una civilización distinta
que se ajusta a una cultura, una tradición y unas costumbres milenarias, el XIX
Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) se transformó en un suceso de
una importancia tal, que superó los límites del país para comenzar a ser
considerado una circunstancia que interesa a toda la humanidad.
Ello
tiene que ver con la creciente trascendencia de China en la vida política,
económica y social y la influencia que pudiera en el transcurrir de cualquier
país, las decisiones que habrán de tomarse durante el cónclave.
No
había pasado un mes desde el 20 de septiembre, cuando durante su comparecencia
en la Asamblea General de las naciones Unidas en New York, el presidente de
Estados Unidos Donald Trump, se había permitido una altisonante diatriba en la
que “decretaba” con cierto dejo de solemnidad el fracaso del socialismo en el
mundo, como opción de futuro distinta, para la construcción de una nueva
sociedad, más justa, más equitativa, más solidaria y sustentable en el planeta.
En su Informe al Congreso, el Secretario General del PCCh, Xi Jinping se
encargó de desmentir a Trump confirmar que el proceso que China comenzó a
construir tras la revolución de 1949, liderado por Mao Zedong, continuado en
1978 tras la aprobación de la política de reforma y apertura bajo conducción de
Deng Xiaoping, tendrá su punto más alto cuando a mediados de siglo al
conmemorar el primer centenario de la fundación de la República Popular China
en 2049 se habrán creado las condiciones para que China sea un “país moderno,
próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y hermoso” y
que este país y su sociedad serán socialistas.
Sin
embargo, previo a ello, China conmemorará otro centenario, en 2021 se cumplirá
también la primera centuria de la fundación del Partido Comunista, efeméride
que será celebrada haciendo el último esfuerzo para eliminar la pobreza del
país asiático, permitiendo que China pueda ser considerada un país de
desarrollo medio o como ellos mismos califican, una “sociedad modestamente
acomodada”. La lucha contra la pobreza ha cubierto parte importante del esfuerzo
del gobierno chino desde el año 2013 cuando Xi Jinping accediera a la
presidencia, la ambiciosa meta de sacar de la pobreza a 10 millones de
ciudadanos por año, para llegar a 2020 con la meta cumplida, se ha ido
verificando con suma eficiencia, para lo cual se han conjuntando los esfuerzos
del PCCh con los del Estado y la sociedad, lo cual le permitió a Xi confirmar
en su Informe al Congreso que sin duda alguna, se llegará exitosamente a la
meta planteada.
Hay
dos diferencias sustanciales entre los procesos de reforma iniciados
prácticamente en la misma época en la Unión Soviética y en China, Mientras el
país euroasiático comenzó su transformación desde la esfera política, China lo
comenzó desde la económica. Sus líderes entendieron que, sin poseer un
potencial económico, tecnológico y financiero, iba a ser imposible producir los
necesarios cambios políticos en su sociedad o, dicho en otras palabras, sin
construir la base económica, materia y tecnológica, del socialismo, era
imposible hablar de socialismo, mucho menos construirlo. Con aciertos y
errores, algunos de ellos muy graves, como ellos mismos lo han reconocido, el
PCCh se ha dedicado a eso durante los últimos 68 años.
Los
resultados están a la vista. En el Informe al XIX Congreso, Xi ha venido a
confirmar que el proceso de transformación estructural de la sociedad podrá
comenzar en breve, desmintiendo con ello, las opiniones agoreras, que afirmaban
que China estaba en camino de regresar al capitalismo. Se trataba de crear las
condiciones para alcanzar el socialismo, jugando con las reglas capitalistas,
por la sencilla razón de que aún son las que imperan en el planeta, pero
aprendiendo de ellas, extrayendo lo positivo y desechando la putrefacción que
generan, lo cual también ha sido preocupación de primer orden del presidente
Xi, tanto en la conducción del Estado como del Partido, al dar una batida
contundente y frontal a las prácticas de corrupción y otras deformaciones que
aquejan a todos los gobiernos del mundo y de las que China no ha estado exenta.
La otra diferencia entre los procesos socialistas de los dos países ha sido la
firmeza y lealtad a los principios de los dirigentes. Mientras en la Unión
Soviética, Gorbachov y Yeltsin, escucharon los “cantos de sirena” que le
auguraban un gran futuro a su país subordinados a Estados Unidos y a Occidente,
los dirigentes chinos fueron capaces de resistir tales tentaciones y persistir
en la línea trazada de construir el “socialismo con peculiaridades chinas” hoy
confirmadas por Xi, quien además ha aportado sustantivos elementos de carácter
teórico que constituirán a partir de ahora,
y sin duda alguna, fuente importante
de estudios de la base teórica para la edificación del socialismo en
cualquier país del mundo. En este sentido Xi, ha recurrido al
marxismo-leninismo para afirmar que el problema principal que afronta China de
cara al futuro es la superación de lo que ha denominado la contradicción
fundamental de la época para su país, que ha identificado como la que se
produce entre el desarrollo desequilibrado y las necesidades de sus ciudadanos,
y ha asegurado que de su superación dependerá en gran medida el cumplimiento de
las tareas del PCCh en el porvenir. Se trata, ni más ni menos, que China deberá
hacer los ajustes necesarios para cumplir la máxima marxista de que la economía
en el socialismo debe ser capaz de producir “de cada quien según su capacidad”,
y distribuir “a cada cual según su trabajo”. Habiendo afirmado Xi, que esta es
la contradicción fundamental de la época, no cabe duda que el PCCh y el Estado
chino bajo su liderazgo se abocarán con la mayor energía posible a la
resolución de este problema.
Después
de finalizado este XIX Congreso y tras conocer el Informe de Xi Jinping al
mismo, es menester afirmar que los ciudadanos del mundo podemos mirar el futuro
desde una perspectiva más promisoria. Cuando ningún analista pone en duda, de
que China será la primera potencia mundial y solo dudan en ponerse de acuerdo
cuando se producirá tal situación que varía desde al diferir en la metodología
que se use, Xi nos ha venido a decir que China no tiene aspiraciones
hegemónicas ni expansionistas y ha sido ha sido hasta ahora. No hay ningún país
en el mundo que pueda afirmar que ha recibido una inversión china o ha
establecido acuerdos de cooperación , o intercambio en materia comercial,
financiera, tecnológica o de otro tipo, a cambio de instalar una base militar
en sus territorio, subordinar sus fuerzas armadas a la lógica militar de China
o formar parte de bloques militares bajo mando chino para intervenir en los
asuntos internos de otros países, lo cual no deja de ser una novedad
trascendente en la historia de la humanidad. Sin embargo, Xi ha afirmado que el
Ejército Popular de Liberación (EPL) (fuerzas armadas chinas) continuarán y
acelerarán su proceso de modernización, bajo liderazgo del PCCh para que a
mediados de siglo sea un potente instrumento de defensa y de disuasión, ante
cualquier intento de retrotraer los objetivos del Sueño Chino. Para ello, el
PCCh trabajará para que el EPL llegue a tener una capacidad y una fortaleza de
nivel mundial.
En
cuanto al otro gran tema que se habla mucho de China, cuál es su real
compromiso con el medio ambiente, en una actividad paralela al Congreso, el
ministro de Protección Ambiental Li Granje dio una conferencia de prensa en la
cual informó que la búsqueda de un desarrollo que respete al ambiente es una
prioridad del gobierno de Xi Jinping buscando bajar la contaminación y
aumentando la superficie de árboles sembrados. Así mismo, China se ha planteado
reducir las partículas finas peligrosas PM2.5 del nivel actual de 47
microgramos por m³, a 35 microgramos por m³en 2035, para continuar reduciendo
esa cifra a fin de llegar al año 2020 con un 80% de días de buena calidad del
aire en las 338 ciudades del país que están siendo monitoreadas por ese
ministerio.
Creo,
que en estas líneas se sintetizan los mayores logros del XIX Congreso del PCCh,
pero no los únicos, la elección de un nuevo Comité Central que ha designado a
los miembros del Buró Político, sus integrantes permanentes y la Comisión
Central de Control y que ha relegido a Xi Jinping como Secretario General ha
marcado el inicio de una nueva y promisoria época para China y para el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario