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sábado, 24 de marzo de 2018

Dos abriles, un mismo desafío

Ayer Cuba, hoy Venezuela. De un abril a otro, de unas coordenadas históricas y políticas a otras, el enemigo es el mismo; y el desafío se mantiene: vencer para que prevalezcan la dignidad y la soberanía de los pueblos de América Latina.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

Abril será, como tantas otras veces, un mes de resistencia y combate para la Revolución Bolivariana: la administración del presidente Donald Trump acaba de redoblar su apuesta por la guerra no convencional y profundizó el bloqueo económico con la imposición de nuevas sanciones unilaterales que prohíben “todas las transacciones relacionadas con la provisión de financiamiento y otras negociaciones en Estados Unidos, por un estadounidense o dentro del país, de cualquier moneda digital o ficha digital, emitida por, para o en nombre del Gobierno de Venezuela a partir del 9 de enero de 2018”. Que esta nueva acción se anuncie en la antesala de la Cumbre de las Américas, que tendrá lugar en Perú los días 13 y 14, no es casualidad: bajo la tutela del presidente estadounidense, y con el coro de los gobiernos vasallos del Grupo de Lima, este foro panamericanista podría convertirse en el escenario soñado por los imperialistas de aquí y de allá para anunciar el bloqueo petrolero contra Venezuela, a pocas semanas de las elecciones presidenciales previstas para el 20 de mayo.

Washington parece dispuesto a agotar todas sus alternativas, desde las diplomáticas hasta las militares, para deslegitimar estos comicios, o para que del todo no se realicen, y así poner fin por la vía del golpe de Estado a ese obstáculo inmenso para sus apetitos y sus proyectos de dominación que ha sido la Revolución Bolivariana. Y junto con sus cómplices, ya dibuja los escenarios para lo que, con un cinismo mayúsculo, llaman el día después de la caída de Nicolás Maduro: en el marco de la reunión de Ministros de Finanzas del G20, recientemente en Buenos Aires, funcionarios brasileños y colombianos promovieron la tesis de un “plan de reconstrucción económica para Venezuela”, bajo esquemas de crédito de organismos financieros internacionales y colocando como garantía -¿o botín?- las enormes riquezas del Arco Minero del Orinoco (en donde, hace pocos días, se certificó la existencia de la cuarta mina de ora más grande del mundo, de la que se podrían extraer 1480 toneladas del metal precioso). El ministro colombiano Mauricio Cárdenas declaró a la prensa que “vamos a escuchar en el mes de abril, en las reuniones de primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, unas propuestas concretas con cifras que den orden de magnitud de cuál debería ser ese plan de rescate para Venezuela”.

Se vienen, sin duda, días aún más difíciles que reclamarán su cuota de heroísmo al bravo pueblo venezolano frente a esta arremetida neocolonial. Pero no sería la primera vez que una nación latinoamericana logre una hazaña semejante, frente a la potencia militar  y económica más grande de la historia: hace ya casi 57 años, en abril de 1961, ante una invasión de mercenaria armada por Estados Unidos, la Revolución Cubana infligió  en Playa Girón la que Fidel Castro calificó como “la primera gran derrota del imperialismo norteamericano en América Latina”.

La historia de nuestra América está atravesada por hilos profundos que entretejen procesos y luchas, conquistas y derrotas, y nos hablan de continuidades, rupturas y dilemas no resueltos. Son los hilos de la larga marcha por la liberación nacional y regional, y por la búsqueda de nuestra segunda independencia, en los que podemos reconocer las batallas de los pueblos que, parafraseando a Pablo González Casanova, pugnan por no ser sometido ni explotados y para romper los lazos que los atan al yugo de sus opresores. Ayer Cuba, hoy Venezuela. De un abril a otro, de unas coordenadas históricas y políticas a otras, el enemigo es el mismo; y el desafío se mantiene: vencer para que prevalezcan la dignidad y la soberanía de los pueblos de América Latina.

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