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sábado, 26 de mayo de 2018

El Apóstol, el Papa y sus pueblos

Curioso este mundo nuestro, gestado en la batalla de la naturaleza contra la falsa erudición, en el que el liberal anticlerical José Martí, ungido Apóstol por su pueblo, y el jesuita Jorge Mario Bergoglio, devenido Papa Francisco, tienen tanto que compartir, y lo comparten.

Guillermo Castro H. / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá

Se ponen de pie los pueblos, y se saludan. “¿Cómo somos?” se preguntan; y unos a otros se van diciendo cómo son. Cuando aparece en Cojímar un problema, no van a buscar la solución a Dantzig. Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación.”
José Martí[1]

En el año 2013, “primero de mi Pontificado”, el Papa Francisco dio a conocer su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, dedicada a “el anuncio del Evangelio en el mundo actual” para contribuir a la construcción de  “un pueblo en paz, justicia y fraternidad”. Para ese propósito, propuso “cuatro principios relacionados con tensiones bipolares propias de toda realidad social.”[2]
 
El primero de ellos consiste en que el tiempo es superior al espacio. Entender y atender esto permite “trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos”, y “soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad,” en tanto que privilegiar el control del espacio conduce a “cristalizar los procesos y pretender detenerlos”. Si de construir pueblo se trata, lo importante “es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios”, privilegiando “las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos.”

El segundo principio plantea que la unidad prevalece sobre el conflicto. Es necesario reconocer y asumir el conflicto, dice, para no perder “el sentido de la unidad profunda de la realidad”, y transformarlo “en el eslabón de un nuevo proceso.”nnn Con ello, la solidaridad, se convierte “en un modo de hacer la historia, en un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida”, mediante la transición a “un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna.”

Esa transición se torna más sencilla a la luz del tercer principio, que nos advierte que “la realidad es más importante que la idea.” El diálogo constante entre ambas nos ayuda a promover lo que en verdad convoca, que es “la realidad iluminada por el razonamiento.” Esto tiene especial importancia en tiempos de incertidumbre, en los que se promueve desde los espacios del poder la primacía de la voluntad sobre la razón, del mito sobre la verdad y del miedo sobre la esperanza.

Tiempos así demandan “prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana,” sin desdeñar lo local “que nos hace caminar con los pies sobre la tierra.”  La tensión entre ambas dimensiones se expresa en una realidad en la que el todo “es más que la parte, y también es más que la mera suma de ellas,” como el poliedro “que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad.”

Esta superioridad del todo sobre las parte, dice, se abre a “los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias potencialidades”, y representa “la conjunción de los pueblos que, en el orden universal, conservan su propia peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos.” Curioso este mundo nuestro, gestado en la batalla de la naturaleza contra la falsa erudición, en el que el liberal anticlerical José Martí, ungido Apóstol por su pueblo, y el jesuita Jorge Mario Bergoglio, devenido Papa Francisco, tienen tanto que compartir, y lo comparten.

Panamá, 17 de mayo de 2018




[1] “Nuestra América”. El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VI, 20.
[2] Francisco / Evangelii Gaudium: 221 - 237. http://www.aciprensa.com/Docum/evangeliigaudium.pdf

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