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sábado, 7 de julio de 2018

Triunfo indiscutible de López Obrador

La victoria electoral de AMLO es el triunfo de las fuerzas progresistas, de la espera y de la acumulación de fuerzas de la centro izquierda mexicana. Este momento es el resultado  de la construcción de correctas alianzas políticas, que a casi 50 años de haber irrumpido en  1968 el movimiento estudiantil mexicano, generó grandes expectativas para  la transformación democrática de México.

Adalberto Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México

El domingo 1º. de julio de 2018 es una fecha histórica para México y América Latina por el triunfo del candidato de la Coalición “Juntos Haremos Historia”,  integrada  por los partidos del Trabajo (PT), Encuentro Social (PES)  y Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Es sin lugar a dudas un triunfo indiscutible, o si se prefiere, es la crónica de una elección largamente anunciada. Proceso electoral que seguramente fortalecerá la serie de cambios que en el siglo XXI va mostrando el fortalecimiento de los gobiernos y mandatarios progresistas de la región latinoamericana.

López Obrador llegó a  competir en otros proceso electorales como el de 2006 y 2012. Se ha reconocido que en esos comicios anteriores  hubo fraudes evidentes. En ellos el manejo de las autoridades electorales obraron en contra de su candidatura haciendo diversas maniobras de fraude. Sin embargo, en esos doce años el candidato de las izquierdas logro acumular las fuerzas necesarias  para llegar finalmente a ganar la presente elección. Muy a pesar de que en el periodo de campaña electoral, se desató un fuerte campaña mediática en su contra. Sin embargo,  ese tipo de estrategia ya no les funciona a sus opositores de los partidos de derecha Partido de Acción Nacional (PAN) y Partido Revolucionario Institucional (PRI), así como a los medios de comunicación monopólicos y a intelectuales orgánicos de esa corriente.

La explicación del triunfo  electoral se puede comprender en virtud de que la ciudadanía que concurrió a las urnas estaba mucho más clara y organizada en sus alternativas e identificación con AMLO  y los partidos que lo respaldaron. A la par de que el sistema político mexicano con sus políticos y partidos de la derecha habían llegado a un fuerte desgaste por la imagen de corrupción e impunidad que los ha desacreditado completamente. Junto con ello, el clima de violencia e inseguridad que ha prevalecido en los últimos doce años que ha sumado más de 250 mil muertos y 37 mil desaparecidos, colmó la paciencia del pueblo mexicano. De igual manera el modelo de desarrollo de carácter neoliberal que alentaron los políticos priístas y panistas generó los salarios más bajos de toda la región latinoamericana. Asimismo, el gran desempleo y el crecimiento de la pobreza que ha llegado a alcanzar el 54% de la población, como también el sangrado que socialmente ha producido la migración ante la falte de empleo y altos niveles de empobrecimiento. Todo esto  mostraba la grave crisis que ha padecido el pueblo mexicano y sus más amplios sectores sociales.

Así,  finalmente  se llegó a una situación intolerable para amplios sectores sociales. La alternativa la encontró el pueblo de México en la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. Aspirante presidencial  de una estatura moral que le imprimió a esos actores sociales una imagen de seguridad y le impregno de su carisma para enfrentar los retos del México de la segunda década del siglo XXI. La estrategia de la derecha mexicana contra López Obrador fue inútil. Todo apuntó a que el candidato de centro izquierda finalmente se impusiera en las elecciones del primero de julio de 2018. Las encuestas de opinión ya  apuntaban una votación superior al 50 por ciento del electorado favorable para AMLO. El potencial triunfo de la centro izquierda parece indicar las nuevas tendencias de la realidad mexicana.

Esto en nuestro criterio explica en gran medida el triunfo de López Obrador, según los recuentos preliminares de la votación rebasó el 50% de la votación. Esto también puede explicar que una amplia participación de ciudadanos acudió a votar logrando la reducción del abstencionismo y la concurrencia de millones de jóvenes en el proceso electoral. Para muchos de ellos seguramente era su primera participación electoral. Por lo menos esto fue lo que constatamos el día del triunfo cuando López Obrador llamó a celebrar su festejo la noche de la elección en el Zócalo. Es decir, en esa plancha de esa gran plaza de la ciudad de México, ahí  fue evidente la concurrencia de miles de jóvenes, así como en todo el territorio nacional en la jornada electoral. Los jóvenes que fueron a votar y que optaron por el cambio han dado un gran paso para el fortalecimiento de la democracia mexicana. Cabe hacer notar, que en ese acto de masas, López Obrador en su discurso central señaló que tras el triunfo no mandaría a sus votantes a sus casas, sino que por el contrario: va a gobernar junto con el pueblo y a mantener activos su capital político. Es decir, AMLO, como un gran dirigente de masas llevará a estas mismas a trabajar por la construcción de una nueva etapa de la historia de México. Seguramente será la reforma para impulsar un nuevo Estado para establecer la cuarta república. A la vez con ello se  habla de cumplir sus compromisos y el compromiso de  no fallarle al pueblo como ha sido tradicional en los políticos corruptos. 

La victoria electoral de AMLO es el triunfo de las fuerzas progresistas, de la espera y de la acumulación de fuerzas de la centro izquierda mexicana. Este momento es el resultado  de la construcción de correctas alianzas políticas, que a casi 50 años de haber irrumpido en  1968 el movimiento estudiantil mexicano, generó grandes expectativas para  la transformación democrática de México. Finalmente  el resultado de estas elecciones abre un primer capítulo  con grandes expectativas que sin duda fortalecerá el camino de las fuerzas progresistas latinoamericanas y mundiales.

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