La victoria electoral de AMLO es el triunfo de las fuerzas progresistas, de
la espera y de la acumulación de fuerzas de la centro izquierda mexicana. Este
momento es el resultado de la
construcción de correctas alianzas políticas, que a casi 50 años de haber
irrumpido en 1968 el movimiento
estudiantil mexicano, generó grandes expectativas para la transformación democrática de México.
Adalberto
Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
El domingo 1º. de julio de 2018 es una fecha histórica
para México y América Latina por el triunfo del candidato de la Coalición
“Juntos Haremos Historia”,
integrada por los partidos del
Trabajo (PT), Encuentro Social (PES) y
Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Es sin lugar a dudas un triunfo
indiscutible, o si se prefiere, es la crónica de una elección largamente
anunciada. Proceso electoral que seguramente fortalecerá la serie de cambios
que en el siglo XXI va mostrando el fortalecimiento de los gobiernos y mandatarios
progresistas de la región latinoamericana.
López Obrador llegó a
competir en otros proceso electorales como el de 2006 y 2012. Se ha
reconocido que en esos comicios anteriores
hubo fraudes evidentes. En ellos el manejo de las autoridades
electorales obraron en contra de su candidatura haciendo diversas maniobras de
fraude. Sin embargo, en esos doce años el candidato de las izquierdas logro
acumular las fuerzas necesarias para
llegar finalmente a ganar la presente elección. Muy a pesar de que en el periodo
de campaña electoral, se desató un fuerte campaña mediática en su contra. Sin
embargo, ese tipo de estrategia ya no
les funciona a sus opositores de los partidos de derecha Partido de Acción
Nacional (PAN) y Partido Revolucionario Institucional (PRI), así como a los
medios de comunicación monopólicos y a intelectuales orgánicos de esa
corriente.
La explicación del triunfo electoral se puede comprender en virtud de
que la ciudadanía que concurrió a las urnas estaba mucho más clara y organizada
en sus alternativas e identificación con AMLO
y los partidos que lo respaldaron. A la par de que el sistema político
mexicano con sus políticos y partidos de la derecha habían llegado a un fuerte
desgaste por la imagen de corrupción e impunidad que los ha desacreditado
completamente. Junto con ello, el clima de violencia e inseguridad que ha
prevalecido en los últimos doce años que ha sumado más de 250 mil muertos y 37
mil desaparecidos, colmó la paciencia del pueblo mexicano. De igual manera el
modelo de desarrollo de carácter neoliberal que alentaron los políticos
priístas y panistas generó los salarios más bajos de toda la región
latinoamericana. Asimismo, el gran desempleo y el crecimiento de la pobreza que
ha llegado a alcanzar el 54% de la población, como también el sangrado que
socialmente ha producido la migración ante la falte de empleo y altos niveles
de empobrecimiento. Todo esto mostraba
la grave crisis que ha padecido el pueblo mexicano y sus más amplios sectores
sociales.
Así,
finalmente se llegó a una
situación intolerable para amplios sectores sociales. La alternativa la
encontró el pueblo de México en la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.
Aspirante presidencial de una estatura
moral que le imprimió a esos actores sociales una imagen de seguridad y le
impregno de su carisma para enfrentar los retos del México de la segunda década
del siglo XXI. La estrategia de la derecha mexicana contra López Obrador fue
inútil. Todo apuntó a que el candidato de centro izquierda finalmente se impusiera
en las elecciones del primero de julio de 2018. Las encuestas de opinión
ya apuntaban una votación superior al 50
por ciento del electorado favorable para AMLO. El potencial triunfo de la
centro izquierda parece indicar las nuevas tendencias de la realidad mexicana.
Esto en nuestro criterio explica en gran medida el
triunfo de López Obrador, según los recuentos preliminares de la votación
rebasó el 50% de la votación. Esto también puede explicar que una amplia
participación de ciudadanos acudió a votar logrando la reducción del
abstencionismo y la concurrencia de millones de jóvenes en el proceso
electoral. Para muchos de ellos seguramente era su primera participación
electoral. Por lo menos esto fue lo que constatamos el día del triunfo cuando
López Obrador llamó a celebrar su festejo la noche de la elección en el Zócalo.
Es decir, en esa plancha de esa gran plaza de la ciudad de México, ahí fue evidente la concurrencia de miles de
jóvenes, así como en todo el territorio nacional en la jornada electoral. Los
jóvenes que fueron a votar y que optaron por el cambio han dado un gran paso
para el fortalecimiento de la democracia mexicana. Cabe hacer notar, que en ese
acto de masas, López Obrador en su discurso central señaló que tras el triunfo
no mandaría a sus votantes a sus casas, sino que por el contrario: va a
gobernar junto con el pueblo y a mantener activos su capital político. Es
decir, AMLO, como un gran dirigente de masas llevará a estas mismas a trabajar
por la construcción de una nueva etapa de la historia de México. Seguramente
será la reforma para impulsar un nuevo Estado para establecer la cuarta
república. A la vez con ello se habla de
cumplir sus compromisos y el compromiso de
no fallarle al pueblo como ha sido tradicional en los políticos corruptos.
La victoria electoral de AMLO es el triunfo de las
fuerzas progresistas, de la espera y de la acumulación de fuerzas de la centro
izquierda mexicana. Este momento es el resultado de la construcción de correctas alianzas
políticas, que a casi 50 años de haber irrumpido en 1968 el movimiento estudiantil mexicano,
generó grandes expectativas para la
transformación democrática de México. Finalmente
el resultado de estas elecciones abre un primer capítulo con grandes expectativas que sin duda fortalecerá
el camino de las fuerzas progresistas latinoamericanas y mundiales.
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