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sábado, 16 de marzo de 2019

Bolsonaro en EE.UU: Prosperidad, seguridad y democracia

La agenda de la visita de Bolsonaro a Washington deja claro los lineamientos del gigante suramericano a los imperativos geopolíticos de la Administración Trump: facilitar el acceso y explotación de los recursos naturales, cooperar con la seguridad hemisférica -léase estadounidense- y garantizar el aislamiento de Venezuela en la región.

Tamara Lajtman / CELAG

Estados Unidos (EE. UU.) será el primer destino oficial de Jair Bolsonaro como presidente. Luego de ser elegido, Bolsonaro recibió la visita del consejero de Seguridad Nacional de Donald Trump, John Bolton, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, asistió a la ceremonia de posesión el 1 de enero. A inicios de febrero, el canciller brasileño, Ernesto Araújo, se reunió con el vicepresidente Mike Pence en Washington, y a finales de este mes la secretaria adjunta del Departamento de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Kimberly Breier, estuvo en Brasilia reuniéndose con representantes de la sociedad civil y autoridades gubernamentales.[1]

El encuentro con Donald Trump, previsto para el próximo 19 de marzo, se centrará, según un comunicado de la Secretaria de prensa de la Casa Blanca, en elementos para la construcción de un “hemisferio occidental más próspero, seguro y democrático”. Los temas: comercio bilateral, cooperación en defensa y restauración de la democracia en Venezuela.

PROSPERIDAD

A pocos días de asumir, el nuevo Gobierno brasileño avanzó en el acuerdo de creación de una joint venture entre Boing y Embraer, valorado en más de 4.700 millones de dólares, en el que el fabricante de aviones con sede en Chicago tendrá una participación del 80%. En febrero la fusión fue aprobada por los accionistas de Embraer.[2]

De la agenda comercial que será tratada por los dos mandatarios hay que destacar el interés estadounidense por la apertura del sector de hidrocarburos brasileño luego del derrocamiento de Dilma Rousseff. En este marco, gran parte de las empresas petroleras que ganaron licitaciones son estadounidenses. Por ejemplo, Exxon obtuvo el bloque de Uirapuru, con el que totalizó 2,2 millones de acres bajo su poder. El consorcio entre Petrobras, Chevron y Shell, ganó el bloque Tres Marias; mientras que el bloque Dois Irmãos quedó para el consorcio Petrobras, Equinor (antes Statoil) y BP. [3]

Bolsonaro ha manifestado su interés en continuar las políticas destinadas a promover la apertura energética[4], en que las petroleras de EE. UU. han sido las grandes beneficiadas. Como muestra de ello, el actual ministro de Minas y Energía brasileño, Bento Albuquerque, estuvo recientemente en Washington tratando el tema en un evento organizado por el Brazil Institute del Wilson Center, donde expuso sobre la nueva gobernanza del régimen de exploración en el pre-sal y afirmó que los inversores ya tienen total previsibilidad sobre las agendas en el área de energía eléctrica, petróleo, gas y biocombustibles de Brasil. Específicamente sobre las licitaciones petroleras, están previstas la cesión onerosa y 16ª ronda de concesión en octubre y la sexta ronda de reparto del pre-sal en noviembre.[5]

El 20 de marzo el Wilson Center realizará el evento titulado “Las consecuencias de la visita del presidente Bolsonaro a Washington y las perspectivas de reforma económica” con la presencia de representantes del FMI, Council of the Americas y consultoras financieras.  Según el think tank, el área más prometedora del diálogo bilateral -las relaciones económicas y comerciales, incluida una mayor inversión estadounidense en Brasil- “dependerá en gran medida de la capacidad del nuevo Gobierno para llevar a cabo reformas muy necesarias en el país, en particular la aprobación de una reforma de pensiones significativa en el Congreso Nacional de Brasil”.[6]

DEFENSA

Brasil es el segundo socio comercial en la industria de defensa de EE. UU. en América Latina y el Caribe. Los vínculos en materia de defensa y seguridad, vigentes desde hace décadas, fueron profundizados por el Gobierno ilegítimo de Michel Temer con la creación de mecanismos como el Foro Permanente de Seguridad Brasil-EE. UU., el establecimiento del Diálogo entre las Industrias de Defensa de Brasil y EE. UU. (DID EE. UU.-Brasil) y la firma de convenios científico-tecnológicos como el Acuerdo de Intercambio de Información sobre Investigación y Desarrollo (Master Information Exchange Agreement).[7]

Hay que recordar que, previamente a la visita de Mike Pence a Temer en junio de 2018, el Gobierno brasileño promulgó el acuerdo marco en el área espacial como punto de partida para el Convenio de Salvaguardas Tecnológicas que permite la utilización compartida de la base de Alcántara (Maranhão) para el lanzamiento de satélites.[8] Es probable que en el encuentro de Trump y Bolsonaro se planteen avances sustantivos en la negociación. Dichos acuerdos ponen a dos de los grandes países con una agenda común, lo que geopolíticamente plantea preocupación por la creciente militarización del continente y la avanzada estadounidense en Brasil.[9]

VENEZUELA

Uno de los temas a tratar en el viaje de Bolsonaro es Venezuela y la construcción de un hemisferio más “próspero, seguro y democrático”. En la última reunión del Grupo de Lima (GL), el vicepresidente Hamilton Mourao dijo que “es posible devolver a Venezuela a la democracia sin ninguna medida extrema que nos confunda con agresores o violadores de las soberanías nacionales”.[10] La declaración se salió de la línea intervencionista que tienen otros miembros del Grupo de Lima, por lo que en la reunión es probable que se emita una declaración conjunta y se delineen directrices a seguir para continuar con la entrega de “ayuda humanitaria” en la frontera con Venezuela.

La agenda de la visita deja claro los lineamientos del gigante suramericano a los imperativos geopolíticos de la Administración Trump: facilitar el acceso y explotación de los recursos naturales, cooperar con la seguridad hemisférica -léase estadounidense- y garantizar el aislamiento de Venezuela en la región.

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