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sábado, 16 de marzo de 2019

Argentina: En un mismo lodo todos manoseaos

Enrique Santos Discépolo (1901 – 1951), maravilloso poeta y cronista social con sus inolvidables tangos, vuelve de nuevo con su Cambalache a mostrarnos la renovada degradación de la semi colonia argentina. Cambian los nombres, las instituciones, se recicla el poder. Todo cambia para que todo siga igual.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

En su homenaje vale recordar que lo escribió en 1935, en medio de esa década vil, con un país atado de pies y manos a Inglaterra, la potencia dominante de entonces.

“La Argentina atraviesa el año más envilecido de toda la Década Infame. Mes a mes, distintos sucesos  van encanalleciendo la atmósfera hasta tornarla irrespirable. En enero, el radicalismo manejado por Alvear levanta la abstención, legitimando el fraude oligárquico pasando a jugar como ‘oposición a su Majestad’. En marzo, Pinedo secundado por Prebisch crean el Banco Central mixto, colocando en manos del capital británico el manejo de la política financiera argentina. Poco después el Congreso crea el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias, salvando de la quiebra a los principales grupos financieros del país. Aparecen enseguida las nuevas normas sobre combustibles, que inician el camino claudicante en materia de petróleo, con el júbilo de Esso y Shell: así se va completando el ‘Estatuto Legal del Coloniaje’. En junio, el Consorcio Bemberg estafa al fisco con la conversión de la deuda de la Provincia de Buenos Aires. Al mes siguiente, en el Parlamento se asiste al debate de Carnes propiciado por De la Torre, cuando un estampido suena en el augusto salón, cayendo sin vida el senador demoprogresista Enzo Bordabehere. En agosto, el VII Congreso de la Internacional Comunista inaugura la infame política del Frente Popular e inmediatamente los obedientes stalinistas criollos se arrojan en los brazos de Alvear y Repetto. En octubre, se sanciona la ley de Corporación de Transportes, con un fabuloso aguamiento de capitales en beneficio de las empresas británicas. Y sobre el fin de año, Manuel A. Fresco, un viejo burlador de la voluntad popular, llega al cargo de gobernador de la Provincia de Buenos Aires, desde donde refinará la liturgia del ‘voto cantado’, los muertos votantes y los votantes muertos. ‘La oligarquía en la casa de gobierno, el alvearismo en la casa Radical, el en la Casa del Pueblo, el stalinismo en el movimiento obrero, los ganaderos en el Jockey Club y la Constitución Nacional refugiada en la farola de (el diario) La Prensa, tal era la situación de aquella época de fraude y vileza imposible de superar”.[1]


Contrariando la memoria de nuestros historiadores, la vileza ha sido superada en varias ocasiones a través de golpes militares y, en este último gobierno, avalada por el voto popular. Voto conseguido con falsas promesas y mentiras repetidas hasta el cansancio.

El miércoles 13 de marzo sucedió un hecho histórico y fundamental en Argentina. El juez Alejo Ramos Padilla expuso ante el Congreso de la Nación la oscura trama de favores y aprietes llevada a cabo por el detenido Marcelo D’Alesio que involucran al juez Carlos Stornelli y miembros del gobierno nacional, empresarios, integrantes de la justicia y servicios de inteligencia argentinos y extranjeros.

Marcelo D’Alesio se hacía pasar por abogado y no lo era, como supuesto ex agente de la DEA y era presentado en programas de tv como el hombre sabelotodo con influencias en el gobierno, sobre todo en el poder judicial y el ministerio de justicia, con la propia ministra.

La biografía conocida del fiscal Carlos Stornelli focaliza sus vínculos y los intereses a los que sirve: hijo de un Teniente Coronel del arma de Ingenieros, interventor de Radio Belgrano en la dictadura, es amigo personal del presidente Macri, fue ministro de Seguridad de Daniel Scioli, muy amigo del famoso barrabrava Rafa di Zeo, es el jefe del departamento de Estadio y Seguridad de Boca Juniors. De allí que miembros de la justicia, del gobierno y el fútbol conformen un cóctel de difícil digestión.

Cabe entonces por ejemplo la pregunta: ¿qué magnitud tiene el poder del doctor Daniel Angelici, el actual presidente de Boca Juniors, “la mitad más uno”, vicepresidente de la AFA?

Retomemos el hilo, el juez Ramos Padilla ingresó al recinto del Congreso para que los legisladores conocieran el tenor de la causa y no fuera retirada de su juzgado, conforme la presión de los implicados. La sesión no contó con la presencia de legisladores de Cambiemos, la alianza gobernante, hecho notorio que los incrimina ante la opinión pública.

El juez comentó que el detenido no pudo concurrir a declarar porque el sistema penitenciario nacional adujo no tener combustible en sus vehículos para su traslado. Observando el costoso equipamiento de las fuerzas de seguridad empleado en la represión en las manifestaciones callejeras, cuesta entender esa minucia.

Curiosamente también, el día de la presentación del juez Ramos Padilla en el Congreso, la ministra de Defensa Bullrich, concurría invitada a un curso en la Embajada de EEUU.

Durante la entrevista el juez Ramos Padilla rebeló que tuvo que realizar personalmente el allanamiento porque temía que borraran las evidencias. De lo secuestrado, sólo había podido desentrañar un pequeño porcentaje del material incautado a D’Alesio, cuyas escuchas delataban extorsiones millonarias a empresarios, charlas que comprometían a políticos y dirigentes de clubes de fútbol.

El juez expuso la existencia de una organización paraestatal no reconocida de amplios poderes y ramificaciones, dedicada de lleno a hechos extorsivos e ilícitos, de imposible admisión en una sociedad organizada.

En algunas conversaciones, D’Alesio hablaba de “extraer” personas en caso de ser necesario. Procedimiento utilizado en la última dictadura para “chupar”, esto es, desaparecer personas, como entonces.

También puso en evidencia el jugoso negocio que mantenía el imputado con ex presos a los cuales colocaba en empresas en negro, llegando a involucrar a miles de ex convictos. Este aspecto siniestro y oculto, pone en relieve el grado de deterioro institucional del aparato judicial. Mucho más si se tiene en cuenta que varios de esos magistrados, mantienen un estrecho vínculo con la sanguinaria oficialidad de las FFAA de la última dictadura cívico militar. Dictadura cívico militar que – debe insistirse hasta el cansancio – los grandes grupos económicos beneficiados con ese horrendo proceso, incluida la familia presidencial, son los continuadores de aquellas relaciones y tratan de todos modos de ocultar y dificultar el esclarecimiento social de lo ocurrido hace más de cuatro décadas. El estrecho entramado rejuvenecido generacionalmente continúa hasta el presente y, como hemos observado en estos tres años del gobierno macrista, ha intentado retrotraer y dejar de lado las condenas ya dictadas, unánimemente declaradas cosa juzgada.

La Suprema Corte de Justicia ni el ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, no han hecho declaración alguna y la titular de la Oficina Anti Corrupción, Laura Alonso, ha asimilado al complicado juez Stornelli a la condición de Nisman, que podría ser asesinado, cuando sobran antecedentes en contrario sobre la muerte del fallecido fiscal.

Los medios hegemónicos han omitido la transmisión de este hecho, como también aprovecharon para concentrar sus usinas en difundir el viaje a Cuba de Cristina Fernández de Kirchner por motivos de salud de su hija Florencia, asediada por ese mismo aparato mediático.

Paralelamente, mientras todo esto sucedía en Argentina, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne se reunía con Christine Lagarde en Washington para negociar el envío de 9.800 millones de dólares hasta septiembre del corriente año, dejando un pequeño saldo de remisiones para los dos años siguientes, condicionando la acción del futuro gobernante, sea del signo político que sea.

De hecho Lagarde respalda al gobierno por lo realizado hasta el momento, pero descuenta que la devolución de los préstamos tendrá dificultades si no crece la economía.

Macri Dujovne, Dujovne Macri, saben que no pueden lidiar con alta inflación y estancamiento económico. Que todo va en picada. Que justamente ayer emplearon 900 millones de la ANSES para mantener el valor del dólar en constante suba.

Todavía no hay caras visibles para el relevo de autoridades y seis meses parecen una eternidad salpicada de escándalos, negociados y sospecha. El imperio se les deshace entre los dedos. De allí que, en un mismo lodo todos manoseaos, intentan respirar por la boca antes de hundirse definitivamente.




[1] Ramos J. A. “Revolución y contrarrevolución en la Argentina”, citado por Norberto Galasso, Discépolo y su tiempo. Edit. Corregidor, Buenos Aires, 2004. P.102/103.

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