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sábado, 9 de marzo de 2019

De Panamá a Venezuela. Sobre intervenciones militares estadounidenses, medios corporativos y la ineludible presencia de sietemesinos en Nuestra América.

Sietemesinos son quienes piensan que no podemos ser sin los Estados Unidos de América, desconociendo el hecho histórico de que no somos lo que hemos podido ser, ni en Panamá, ni en Haití, por causas propias sin duda, pero también por haber tenido la "suerte" de nacer en lo que Europa primero, y los del norte después, consideran su patio, contando ellos con la suerte de encontrar entre nosotros una clase dispuesta a ser sus intermediarios con tal de conservar sus privilegios coloniales.

Ramón H. Benjamín / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá

Una nota de la cadena RT en Español hace un recuento breve de la situación en países como Chile, Irak, Libia y Panamá, países que han sido intervenidos militarmente por los Estados Unidos de América, preguntando si la realizada en el país centroamericano, con menos ruido generado a nivel global, puede considerarse como una intervención humanitaria y desinteresada, sin mayores costos en términos humanos y materiales, que desemboca en un estado de riqueza y justicia, tal como plantean que sería el escenario quienes solicitan una intervención militar estadounidense en Venezuela.

Acto seguido, la nota presenta números de víctimas civiles, la reducción a cenizas de barrios populares, el objetivo de la intervención, poco relacionado con la “causa justa” de “llevar democracia y libertad al pueblo panameño” y mucho más vinculado a mantener el control sobre la ruta interoceánica, la consolidación de un modelo de país reconocido internacionalmente por sus notables indicadores de crecimiento económico, contrastado por indicadores de pobreza similares a los del resto de países de la región y una desigualdad que destaca entre las mayores del mundo.

Entre las reacciones en redes sociales, el dueño de un medio de comunicación ha dicho que sin la intervención militar estadounidense del 20 de diciembre de 1989 “seríamos Haití”, luego ha llamado “subnormal” a la periodista, hasta llegar al punto en que, tras reclamar que otros interlocutores usan en su contra “la lógica de los imbéciles... atacar el mensajero para no seguir el debate”, se declara ofendido porque, "la zorrita esa" habla de Panamá “sin tener idea”.

Desconocemos el mecanismo a través del cual, el dueño del medio de comunicación conoce que la periodista no conoce, aunque es posible que “juzgue por su condición”, ya que en medio del intercambio, interrogado sobre si considera que Irak, Afganistán, Siria y Libia se encuentran en una mejor situación después de las bombas estadounidenses, simplemente declara: “no sé qué serán esos países”. Tenía razón Martí: “cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea”.

Sobre el hecho de llamar "zorrita" a alguien por contar una versión diferente de la historia, se podría decir mucho, pero pienso que el autor se califica a sí mismo con el acto. Pobre argumento de mi parte sería llamar "zorritos", “subnormales” o algo similar, a  los portavoces de versiones de la historia que aplauden la invasión de Estados Unidos a Panamá en diciembre de 1989.

Sin embargo, tratando de salir de la anécdota, debo añadir dos comentarios:

Primero, como panameño, comparto más elementos con la versión de la periodista rusa, aunque hubiese sido elaborada íntegramente en Moscú, que la versión "sin intervención seguiríamos con Noriega o seríamos Haití" del panameño dueño de medio, aunque haya sido elaborada en cualquier punto del territorio panameño. Es ridículo afirmar en pleno siglo XXI que la distancia geográfica, la edad, el “haber estado” o la nacionalidad, son criterios definitivos para evaluar un conocimiento.

Y a propósito, ¿qué significa "ser Haití", cuando la frase es expresada por quien afirma no saber “qué serán esos países” más allá del poblado en que vive? ¿Será racismo? ¿Así se gestionan los medios de información en Panamá? Si esas son las condiciones, ¿cómo es que sí se habla de Venezuela, Cuba o Rusia? O mejor dicho, ¿por qué?

Segundo, el episodio es síntoma de la situación de los medios de comunicación en Panamá, donde el más notable e influyente "referente periodístico" de la mayor corporación de medios del país, parece que asiste a alguna reunión de célula extremista cristiana cada mañana, o a  la embajada gringa, antes de "informarnos" en el noticiero sobre cualquier asunto social o político, nacional o internacional.

Volviendo a Martí, ese titán al cual pocos se le han acercado al nivel de los talones luego de su muerte, decía:

"A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol."

Sietemesinos son quienes piensan que no podemos ser sin los Estados Unidos de América, desconociendo el hecho histórico de que no somos lo que hemos podido ser, ni en Panamá, ni en Haití, por causas propias sin duda, pero también por haber tenido la "suerte" de nacer en lo que Europa primero, y los del norte después, consideran su patio, contando ellos con la suerte de encontrar entre nosotros una clase dispuesta a ser sus intermediarios con tal de conservar sus privilegios coloniales.

Martí caracteriza esa clase así:

"¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a menos!"

Y recomienda hacer algo que en mi opinión sería un uso bello del Canal de Panamá, respecto a esta clase:

"Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al Prado, de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes."

Es falso decir que sin la invasión de 1989 seguiríamos igual. Y en caso de ser cierta tanta incapacidad, ¿qué derecho tendríamos a considerarnos nación, estado, país, lo que sea, si partimos de la incapacidad inherente y la necesidad de ser gracias al imperialismo?

Otra cosa podríamos ser sin 1989, sin 1968, sin 1903. Sin todas las demás intervenciones. Suponer que cualquier cosa que podríamos ser, sería peor, es expulsar pasto por la boca, divagar sobre los posibles derroteros de lo nunca ocurrido, con el agravante de fundarse en la negación de la propia capacidad y entregarse de cuerpo y alma a proyectos ajenos, en los cuales nunca seremos cosa distinta a sirvientes, útiles mientras seamos útiles.

Así como quienes piden hoy, una invasión a Venezuela, argumentando que los muertos -ajenos, siempre ajenos- son un costo justo para su beneficio. Así.

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