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sábado, 18 de mayo de 2019

Argentina: Ocho al hilo

No se alude a una burda prueba de extravagante virilidad ni a la garantía explicita de uso de viagra en pacientes impacientes. No. Aludimos a las derrotas de la alianza Cambiemos en las elecciones provinciales durante los cinco meses en lo que va del año. Ocho derrotas del oficialismo que los dejan sin argumentos ni ilusiones reeleccionistas. Es más, pocos piensan –dentro de los razonables radicales nucleados– en Mauricio Macri como su propio sucesor, como candidato.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Hasta los más fanáticos porteños ponen en duda su liderazgo, aunque ese liderazgo sea en los estrechos términos definidos por una construcción política tan sui generis, tan posverdaderamente elaborada, con esos sustentos ideológicos traídos de los pelos (no hablemos filosóficos, porque es darle una relevancia que jamás expuso) que intentan diferenciarse del calificativo opositor de restauración conservadora, de liberales a ultranza o, simplemente, neoliberales. Aunque tipos descarados como el inefable gurú Jaime Duran Barba o el filósofo Alejandro Rozichtner, quien sostiene que Macri es el mejor presidente de los últimos tiempos y su gobierno ha sentado las bases del país que viene.

Entonces, con toda esa pesada y nauseabunda atmósfera, es lógico que intenten erigirse en los neo Maquiavelo, habitantes de una pseudo Florencia actualizada, despojada de los Médici, envenenada por la medicina cambiemita instalada en los medios. Es coherente también que, en cada debilidad vean una fortaleza y una oportunidad en el fracaso más rotundo. Siguiendo siempre, al pie de la letra para ser precisos, con su retorcido modo de pensar. Ir en vertiginosa caída los envalentona, porque cualquiera sea el nuevo presidente, deberá lidiar con “la pesada herencia” de la deuda contraída. De eso estamos todos seguros, desde el primer funcionario al último habitante del país.

El triunfo del peronista Juan Schiaretti el domingo pasado por 54%, recuperó 28 intendencias es más que elocuente, cuando Córdoba fue la provincia que aseguró el triunfo macrista con un 70% en 2015. Mario Negri, el candidato de Cambiemos sólo obtuvo un 17,7% y Ramón Mestre candidato a la intendencia de la ciudad de Córdoba por la UCR, un 11%. Estos resultados han generado tremendas discusiones dentro de la alianza gobernante y desde la presidencia de la UCR (Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza, para ser precisos), el principal aliado del PRO en Cambiemos, ha salido a cuestionar la reelección de Macri. Esto sin contar con la desbocada diputada Elisa Lilita Carrió que viajó expresamente a Córdoba para apoyar a Negri, rompió lanzas con sus pares hablando de traiciones y otros improperios a los que nos tiene acostumbrados desde su rol de “fiscal de la nación”.

Todo un malestar de incertidumbre a las que se sumó la decisión de la Suprema Corte de Justicia de atrasar el tratamiento de la causa Vialidad de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Hecho criticado por el ministro de justicia Germán Garavano y otros funcionarios del gobierno. Mohín que, luego de 24 horas, cacerolazos chetos de barrio Norte mediante, críticas en todos los medios mediante y desde luego, discurso presidencial también mediante, expresando textualmente para que no queden dudas: “esta reacción colectiva contra lo que pasó con la corte muestra que Argentina cambió”, las cosas han vuelto a dar el giro ansiosamente previsible: hacer que la actual senadora deba asistir a Tribunales la semana próxima, aunque sea para la foto de portada. Cuestiones que acrecientan la popularidad de CFK, cuyo regreso ha sido estrictamente elaborado por el propio Macri.

El revés político, fruto de la espantosa situación económica, la inflación imparable ya no puede alimentarse con las reiteradas bombas de estruendo ni las cotidianas cortinas de humo de distracción acostumbrada. La colaboración de los medios hegemónicos deja ver sin tapujos el resultado desastroso de una gestión inoperante. Nadie se priva de llamarlos inútiles. Cabe acotar incluso el trabajo de lavado de cerebro de la opinión pública en estos agitados días, intentando victimizar en primer lugar a esa clase media triunfalista que creyó en la prédica de cambio de Cambiemos. Esa que, cándidamente, se ilusionó que el cambio significaría mejorar la gestión anterior, liberar el cepo cambiario e importar bienes suntuarios, aunque no accedieran a ellos. Trabajado ese imaginario los pobres se creyeron ricos y ahora, decepcionados lloran e imploran venganza. Venganza también elaborada por los macristas que suponen impondrá el kirchnerismo no bien asuma el gobierno, es decir, retroalimentar el odio para mantener el clima de zozobra en la sociedad.

Sin embargo, el pánico misógino paraliza, como le pasa a Bolsonaro en Brasil cuando menciona que si vuelve CFK a Argentina, se transforma en otra Venezuela. Pobre Venezuela que intenta soberanamente soportar tanta presión imperial dentro y fuera de sus fronteras.

Cristina con su sola presencia interpela. Sin hablar, habla. Llena la Feria del Libro sin permitirse ni agredir, con sólo expresarse “Sinceramente”, como el título de su sentido relato. Con sólo mostrarse les gana la pulseada. De ahí que, ocho al hilo es posible.

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