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sábado, 30 de noviembre de 2019

Colombia, nuevamente los agravios del neoliberalismo

El actual gobierno colombiano es expresión de la derecha comandada por el expresidente Álvaro Uribe, lo que significa el sector ultraderechista de la derecha neoliberal.  Se une en este tipo de derecha un fundamentalismo neoliberal con uno de carácter religioso,  autoritarismo, una visión anticomunista procedente de la guerra fría y predilección por la violencia para solucionar los conflictos internos.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Escribo estas líneas cuando recién me entero de la muerte de Dilan Cruz a manos de la brutalidad del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), el cual con este asesinato suma aproximadamente 20 en su historia que comenzó en 1999. Desde  las diez de la mañana del 26 de noviembre las noticias  indican que  empiezan a observarse en Bogotá  movilizaciones en diversos puntos de la ciudad, que el Comité del Paro se ha levantado de la mesa de negociaciones que ha planteado el Presidente Iván Duque por desacuerdos con respecto a quienes integrarían dicha mesa de negociaciones. Existe consternación por la muerte de Dilan, quien apenas contaba con 18 años.  Instantes antes de caer abatido con una bolsa llena de balines y esquirlas tirado desde un  lanzagranadas, había subido en su cuenta de Instagram, imágenes  de su camino hacia la muerte. Son imágenes de un joven alborozado, junto a otros jóvenes que fueron interceptados camino  hacia una concentración pacífica.

Las multitudinarias manifestaciones, continuaron el 25 de noviembre en la Plaza de la Hoja. Revelan que la crisis neoliberal presente en todo el mundo, ocasiona en Latinoamérica una especial crisis hegemónica del neoliberalismo. Las demandas del pueblo colombiano que desencadenaron el Paro Nacional del 21 de noviembre fueron  la de detener el paquete de medidas neoliberales que implican afectaciones severas a pensiones y salarios, respeto a los acuerdos de paz con las FARC, continuación de las negociaciones con el ELN  y la detención de la ola de asesinados contra líderes sociales desde la firma de dichos acuerdos de paz (aproximadamente 400) y la de líderes indígenas (aproximadamente 134). Como suele suceder con movilizaciones exitosas, ahora el pliego petitorio se está ampliando y contiene muchos de los agravios neoliberales contra el pueblo colombiano. Entre ellos parar el “holding” financiero que elimina el control estatal de las financieras estatales, las privatizaciones de las industrias petrolera y eléctrica, eliminación del “fracking”, corrupción, y del comercio de aletas de tiburón, control a la minería legal e ilegal que contamina ríos y ecosistemas,  detener la construcción del puerto en Tribugá, desmonte del ESMAD, reformas en impuestos, salud y educación, descriminalización de la protesta social etc.

El actual gobierno colombiano es expresión de la derecha comandada por el expresidente Álvaro Uribe, lo que significa el sector ultraderechista de la derecha neoliberal.  Se une en este tipo de derecha un fundamentalismo neoliberal con uno de carácter religioso,  autoritarismo, una visión anticomunista procedente de la guerra fría y predilección por la violencia para solucionar los conflictos internos. Esta derecha cuenta con el apoyo de Washington. Todos ellos tendrán que responder por los cuatro muertos, 500 heridos y 172 detenidos que es el saldo hasta el 26 de noviembre de la represión al Paro Nacional. Es importante señalar que un día antes de dicho paro, era impensable para muchos  que en Colombia se repitiera la sublevación que se observó en las semanas pasadas en Ecuador y que aún se observa en Chile. Ni fin de la historia, ni fin de ciclo del progresismo.

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