El actual gobierno colombiano es
expresión de la derecha comandada por el expresidente Álvaro Uribe, lo que
significa el sector ultraderechista de la derecha neoliberal. Se une en este tipo de derecha un
fundamentalismo neoliberal con uno de carácter religioso, autoritarismo, una visión anticomunista
procedente de la guerra fría y predilección por la violencia para solucionar
los conflictos internos.
Carlos
Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Escribo estas líneas
cuando recién me entero de la muerte de Dilan Cruz a manos de la brutalidad del
Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), el cual con este asesinato suma
aproximadamente 20 en su historia que comenzó en 1999. Desde las diez de la mañana del 26 de noviembre las
noticias indican que empiezan a observarse en Bogotá movilizaciones en diversos puntos de la
ciudad, que el Comité del Paro se ha levantado de la mesa de negociaciones que
ha planteado el Presidente Iván Duque por desacuerdos con respecto a quienes
integrarían dicha mesa de negociaciones. Existe consternación por la muerte de
Dilan, quien apenas contaba con 18 años.
Instantes antes de caer abatido con una bolsa llena de balines y
esquirlas tirado desde un lanzagranadas,
había subido en su cuenta de Instagram, imágenes de su camino hacia la muerte. Son imágenes de
un joven alborozado, junto a otros jóvenes que fueron interceptados camino hacia una concentración pacífica.
Las multitudinarias
manifestaciones, continuaron el 25 de noviembre en la Plaza de la Hoja. Revelan
que la crisis neoliberal presente en todo el mundo, ocasiona en Latinoamérica
una especial crisis hegemónica del neoliberalismo. Las demandas del pueblo
colombiano que desencadenaron el Paro Nacional del 21 de noviembre fueron la de detener el paquete de medidas
neoliberales que implican afectaciones severas a pensiones y salarios, respeto
a los acuerdos de paz con las FARC, continuación de las negociaciones con el
ELN y la detención de la ola de
asesinados contra líderes sociales desde la firma de dichos acuerdos de paz
(aproximadamente 400) y la de líderes indígenas (aproximadamente 134). Como
suele suceder con movilizaciones exitosas, ahora el pliego petitorio se está
ampliando y contiene muchos de los agravios neoliberales contra el pueblo
colombiano. Entre ellos parar el “holding” financiero que elimina el control
estatal de las financieras estatales, las privatizaciones de las industrias
petrolera y eléctrica, eliminación del “fracking”, corrupción, y del comercio
de aletas de tiburón, control a la minería legal e ilegal que contamina ríos y
ecosistemas, detener la construcción del
puerto en Tribugá, desmonte del ESMAD, reformas en impuestos, salud y
educación, descriminalización de la protesta social etc.
El actual gobierno
colombiano es expresión de la derecha comandada por el expresidente Álvaro
Uribe, lo que significa el sector ultraderechista de la derecha
neoliberal. Se une en este tipo de
derecha un fundamentalismo neoliberal con uno de carácter religioso, autoritarismo, una visión anticomunista
procedente de la guerra fría y predilección por la violencia para solucionar
los conflictos internos. Esta derecha cuenta con el apoyo de Washington. Todos
ellos tendrán que responder por los cuatro muertos, 500 heridos y 172 detenidos
que es el saldo hasta el 26 de noviembre de la represión al Paro Nacional. Es
importante señalar que un día antes de dicho paro, era impensable para
muchos que en Colombia se repitiera la
sublevación que se observó en las semanas pasadas en Ecuador y que aún se
observa en Chile. Ni fin de la historia, ni fin de ciclo del progresismo.
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