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viernes, 6 de diciembre de 2019

Argentina: La hoja en la tormenta

Como hoja en la tormenta, mecida por rachas de viento –fenómenos climáticos que adornaron metafóricamente al gobierno de Cambiemos para comunicar los diversos tramos de la debacle económica– el líder, la cabeza visible y principal responsable deambulará sin protagonismo o eludiéndolo como en estos cuatro años…

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Como en el celebrado film Quo vadis? de 1951, en que Peter Ustinov encarna a Nerón y sus recordados diálogos con Polonio y, en un momento, pide el “vaso de las lágrimas” para verter las suyas por el incendio de Roma por decisión propia; con el mismo cinismo y sensibilidad Macri se despide en las redes con su esposa Juliana a modo de Popea, ambos distendidos, sentados despreocupadamente, diciendo que prefiere los helados de pistacho y banana Split.

En otras imágenes salen los dos andando en bicicleta, como dos adolescentes enamorados, totalmente desvinculados de la horrorosa gestión pública realizada, cuando no, con ese fondo de césped verde donde despliega la reposera, ícono que le tendría que haber otorgado un premio trucho por algún fabricante del rubro estimulado por el uso oficial de su producto.

Todos hechos banales que lo pintan de pies a cabeza y que pasará a la historia como el Atila argento, porque a su paso no germinará ni un mísero yuyo. Sin embargo… llegó a presidente.

Premiado por la fortuna desde una cuna de oro, e inversamente, castigado por la avara naturaleza en expresión y comunicación que ni los couchs han podido hacer milagros en su precario léxico y anémica cultura que, en cierto sentido, llegar adonde llegó, no deja de ser heroico. Aunque sus apologistas le tiendan un cabo salvador, cabo que les ha permitido ganar mucho dinero promoviéndolo y a la vez victimizándolo por la presión de un padre exigente que en la infancia, quería que siguiera sus pasos de empresario de la construcción. De allí su conocida historia en la conducción futbolera, el salto a la política y llegó a presidente.

Como hoja en la tormenta, mecida por rachas de viento –fenómenos climáticos que adornaron metafóricamente al gobierno de Cambiemos para comunicar los diversos tramos de la debacle económica– el líder, la cabeza visible y principal responsable deambulará sin protagonismo o eludiéndolo como en estos cuatro años, observando desde la platea, desde la comodidad de las merecidas y reiteradas vacaciones disfrutadas, con los ojos perdidos en el horizonte y el pulgar inclinado, decidiendo quien come o no come, en definitiva, quien vive y quien no, en su proyecto excluyente como exclusivos ciudadanos meritorios que son. Sin embargo… llegó a presidente.

Según trascendidos se quedará a vivir en Acassuso junto con otros del círculo rojo, convencido que debe liderar la oposición de ese 40% que lo votó. Sin contar que, en una de esas, sale un tiro para la justicia y se pasa – algo que ilusiona, nada más que ilusiona – alguna noche en cana por tanto latrocinio cometido, para darle un nombre al mega afane cometido por su trouppe. Grupo convencido de usar a troche y moche los recursos públicos a su favor como las palabras: transparencia, lucha contra la corrupción, democracia y republicanismo, palabras que bastardearon y vaciaron de contenido, como vaciaron el país y endeudaron a generaciones.

La usina mediática cómplice, altamente redituada por el actual oficialismo, intentará darle una mano de barniz a todo esto con sus acostumbradas fake news en neolengua. Moldear con masilla al monigote de turno, hacer un dibujo o delinear un holograma teledirigido, da igual, porque al carecer de contenido, el envase tampoco importa. Vuelven a recurrir al “ministerio de la venganza” como para adelantar cualquier posible denuncia – que caerán en cascada indiscutiblemente – intentará reabrir las válvulas de escape a la odiocultura que es alimentado por esas rémoras del Minimor (ministerio del amor orwelliano de 1984, siempre vigente) medios, operadores judiciales y trolls, envuelven cualquier pretensión de realidad ya que, su mayor logro ha sido colonizar la subjetividad de millones de argentinos que en caída libre, siguen dando crédito a los ricos y a la lluvia de inversiones del segundo semestre.

Intentarán apelar a que cualquier éxito de Alberto Fernández es fruto de las sólidas bases establecidas estos años, como el actual fracaso, también es fruto de sus declaraciones anticipadas que comprometieron el comportamiento de los mercados después de las PASO.

Esa nebulosa, esa nube virtual en la que se estacionan, es desde donde pretender regresar. Maquillados, divididos, con los mil rostros de la avaricia, seguirán merodeando intendencias, diputaciones, senadurías y partidos políticos, tradicionales como la UCR u otros nuevos que surgen según la dinámica de los tiempos que no exigen compromiso, solidaridad o empatía social, ideología ni historia, basta con un eslogan y la billetera hinchada. Total, según su manual neomaquiavélico: la política da para todo. Y… el fin (más negociados y guita) justifica los medios…

Por cadena nacional este jueves hizo su balance de cuatro años de gobierno. Fue un compilado realizado previamente, mientras viajaba a la Cumbre de Cambio Climático a España y luego a Brasil, a la reunión de presidentes del MERCOSUR. Se esperaba que el discurso, previsto en 40 minutos de duración fuera leído desde su despacho, pero no fue así, fue un collage insistiendo en los logros. Lo que no previó el Poder Ejecutivo que coincidentemente, el Observatorio de la Deuda Social de la UCA rebelara simultáneamente que la pobreza creció al 40,8% y la inflación superará el 55%. Hechos que desbaratan todos los supuestos logros de gestión, reconocidos por el diputado de Cambiemos, es decir del propio gobierno, Daniel Andrés Lipovedzky.

En definitiva, nadie ha dado importancia a las reiteradas mentiras del ingeniero Primer Magistrado quien, pareciera reafirmar un eximio y previsible oxímoron de su paso por el gobierno de estos fatídicos años: mal pero bien. Quién, sin embargo, llegó a ser presidente y en consecuencia, no lo debemos olvidar, para que nunca más se llegue a tal absurdo, dejando que las hojas sigan mecidas por la tormenta.

Retornando a la cordura y a la credibilidad, Alberto Fernández anunció este viernes a las 18 horas el gabinete que lo acompañará habiendo anunciado la suspensión del préstamo acordado a Macri por el FMI, unos 11 mil millones de dólares y una reestructuración de la deuda a cargo del nuevo ministro de economía, Martín Guzmán, economista del equipo del premio nobel, Joseph Stiglitz, quien propone no pagar por dos años al Fondo, dado que el mismo ha sido cómplice de financiar la campaña del presidente saliente.

Todos los integrantes de la nueva gestión: 24 ministros incluido el Jefe de Gabinete, todos con un abultado currículum y experiencia en la administración pública, distan del mejor equipo de los últimos 50 años, pero, a diferencia de ellos, todos comprometidos con el cambio de la Argentina que viene.

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