Como hoja en la
tormenta, mecida por rachas de viento –fenómenos climáticos que adornaron metafóricamente
al gobierno de Cambiemos para comunicar los diversos tramos de la debacle
económica– el líder, la cabeza visible y principal responsable deambulará sin
protagonismo o eludiéndolo como en estos cuatro años…
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra
América
Desde Mendoza, Argentina
Como en el celebrado
film Quo vadis? de 1951, en que Peter
Ustinov encarna a Nerón y sus recordados diálogos con Polonio y, en un momento,
pide el “vaso de las lágrimas” para verter las suyas por el incendio de Roma
por decisión propia; con el mismo cinismo y sensibilidad Macri se despide en
las redes con su esposa Juliana a modo de Popea, ambos distendidos, sentados
despreocupadamente, diciendo que prefiere los helados de pistacho y banana
Split.
En otras imágenes salen
los dos andando en bicicleta, como dos adolescentes enamorados, totalmente
desvinculados de la horrorosa gestión pública realizada, cuando no, con ese
fondo de césped verde donde despliega la reposera, ícono que le tendría que
haber otorgado un premio trucho por algún fabricante del rubro estimulado por
el uso oficial de su producto.
Todos hechos banales
que lo pintan de pies a cabeza y que pasará a la historia como el Atila argento,
porque a su paso no germinará ni un mísero yuyo. Sin embargo… llegó a
presidente.
Premiado por la fortuna
desde una cuna de oro, e inversamente, castigado por la avara naturaleza en
expresión y comunicación que ni los couchs han podido hacer milagros en su
precario léxico y anémica cultura que, en cierto sentido, llegar adonde llegó,
no deja de ser heroico. Aunque sus apologistas le tiendan un cabo salvador,
cabo que les ha permitido ganar mucho dinero promoviéndolo y a la vez
victimizándolo por la presión de un padre exigente que en la infancia, quería que
siguiera sus pasos de empresario de la construcción. De allí su conocida historia
en la conducción futbolera, el salto a la política y llegó a presidente.
Como hoja en la
tormenta, mecida por rachas de viento –fenómenos climáticos que adornaron metafóricamente
al gobierno de Cambiemos para comunicar los diversos tramos de la debacle
económica– el líder, la cabeza visible y principal responsable deambulará sin
protagonismo o eludiéndolo como en estos cuatro años, observando desde la
platea, desde la comodidad de las merecidas y reiteradas vacaciones disfrutadas,
con los ojos perdidos en el horizonte y el pulgar inclinado, decidiendo quien
come o no come, en definitiva, quien vive y quien no, en su proyecto excluyente
como exclusivos ciudadanos meritorios que son. Sin embargo… llegó a presidente.
Según trascendidos se
quedará a vivir en Acassuso junto con otros del círculo rojo, convencido que
debe liderar la oposición de ese 40% que lo votó. Sin contar que, en una de
esas, sale un tiro para la justicia y se pasa – algo que ilusiona, nada más que
ilusiona – alguna noche en cana por tanto latrocinio cometido, para darle un
nombre al mega afane cometido por su trouppe. Grupo convencido de usar a troche
y moche los recursos públicos a su favor como las palabras: transparencia,
lucha contra la corrupción, democracia y republicanismo, palabras que
bastardearon y vaciaron de contenido, como vaciaron el país y endeudaron a
generaciones.
La usina mediática
cómplice, altamente redituada por el actual oficialismo, intentará darle una
mano de barniz a todo esto con sus acostumbradas fake news en neolengua.
Moldear con masilla al monigote de turno, hacer un dibujo o delinear un
holograma teledirigido, da igual, porque al carecer de contenido, el envase
tampoco importa. Vuelven a recurrir al “ministerio de la venganza” como para
adelantar cualquier posible denuncia – que caerán en cascada indiscutiblemente –
intentará reabrir las válvulas de escape a la odiocultura que es alimentado por
esas rémoras del Minimor (ministerio del amor orwelliano de 1984, siempre
vigente) medios, operadores judiciales y trolls, envuelven cualquier pretensión
de realidad ya que, su mayor logro ha sido colonizar la subjetividad de
millones de argentinos que en caída libre, siguen dando crédito a los ricos y a
la lluvia de inversiones del segundo semestre.
Intentarán apelar a que
cualquier éxito de Alberto Fernández es fruto de las sólidas bases establecidas
estos años, como el actual fracaso, también es fruto de sus declaraciones anticipadas
que comprometieron el comportamiento de los mercados después de las PASO.
Esa nebulosa, esa nube
virtual en la que se estacionan, es desde donde pretender regresar.
Maquillados, divididos, con los mil rostros de la avaricia, seguirán merodeando
intendencias, diputaciones, senadurías y partidos políticos, tradicionales como
la UCR u otros nuevos que surgen según la dinámica de los tiempos que no exigen
compromiso, solidaridad o empatía social, ideología ni historia, basta con un
eslogan y la billetera hinchada. Total, según su manual neomaquiavélico: la
política da para todo. Y… el fin (más negociados y guita) justifica los medios…
Por cadena nacional
este jueves hizo su balance de cuatro años de gobierno. Fue un compilado
realizado previamente, mientras viajaba a la Cumbre de Cambio Climático a
España y luego a Brasil, a la reunión de presidentes del MERCOSUR. Se esperaba
que el discurso, previsto en 40 minutos de duración fuera leído desde su
despacho, pero no fue así, fue un collage insistiendo en los logros. Lo que no
previó el Poder Ejecutivo que coincidentemente, el Observatorio de la Deuda
Social de la UCA rebelara simultáneamente que la pobreza creció al 40,8% y la
inflación superará el 55%. Hechos que desbaratan todos los supuestos logros de
gestión, reconocidos por el diputado de Cambiemos, es decir del propio
gobierno, Daniel Andrés Lipovedzky.
En definitiva, nadie ha
dado importancia a las reiteradas mentiras del ingeniero Primer Magistrado quien,
pareciera reafirmar un eximio y previsible oxímoron de su paso por el gobierno
de estos fatídicos años: mal pero bien. Quién, sin embargo, llegó a ser
presidente y en consecuencia, no lo debemos olvidar, para que nunca más se
llegue a tal absurdo, dejando que las hojas sigan mecidas por la tormenta.
Retornando a la cordura
y a la credibilidad, Alberto Fernández anunció este viernes a las 18 horas el
gabinete que lo acompañará habiendo anunciado la suspensión del préstamo
acordado a Macri por el FMI, unos 11 mil millones de dólares y una
reestructuración de la deuda a cargo del nuevo ministro de economía, Martín
Guzmán, economista del equipo del premio nobel, Joseph Stiglitz, quien propone
no pagar por dos años al Fondo, dado que el mismo ha sido cómplice de financiar
la campaña del presidente saliente.
Todos los integrantes
de la nueva gestión: 24 ministros incluido el Jefe de Gabinete, todos con un
abultado currículum y experiencia en la administración pública, distan del
mejor equipo de los últimos 50 años, pero, a diferencia de ellos, todos comprometidos
con el cambio de la Argentina que viene.
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