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sábado, 6 de junio de 2020

Coronavirus: La mundialización del mal

El modelo de esta enfermedad, por lo tanto, no es exclusivamente biológico ni médico; el virus en este caso deja de ser un agente sin vida, sino que es un fetiche al que se le atribuyen todas las capacidades de inmovilizar los estados poderosos y dependientes.

Juan Almendares / Para Con Nuestra América
Desde Tegucigalpa, Honduras

Para ocultar la verdad de un fenómeno perverso de la política neoliberal, se banaliza su causa y se transforma en un algo natural; así ha ocurrido con la pandemia del Coronavirus, infección que se fundamenta en la simplicidad de un determinismo causal, lineal y mecánico atribuible a un virus (Covid 19) de la familia coronavirus, cuando en realidad corresponde a una estrategia cuyo propósito es un plan de inmovilizar la protesta mundial y justificar la violencia, los Estados de excepción, los despidos masivos de trabajadores, el encarcelamiento en casa, la violencia patriarcal intrafamiliar, el feminicidio , la privatización de la salud y la educación para justificar la militarización, la guerra y la violencia en todas sus formas mediante una campaña de pánico, terror y de la utilización del mal común como forma de dominación y destrucción humana y ecológica planetaria.

En el marco de la [1]subsunción real del proceso de trabajo y de consumo bajo el capital se ha producido una constelación de fenómenos que giran alrededor de la salud, utilizando técnicas mediáticas, psicológicas, la biotecnología y el complejo militar industrial farmacéutico que estrangula la esperanza de vivir en donde las personas contagiadas y enfermas son estigmatizadas como el problema fundamental que agrava la pandemia.

Este sometimiento del consumo al capital ha sido causa de pandemias previas, tales como: obesidad, diabetes, hipertensión, violencia, guerra psicológica, consumo mediático, depresión, aumento de la tasa de homicidios y los 100 años de soledad que matan los sueños y la utopía de justica de los pueblos y destruyen la inmunidad.

En consecuencia, el horizonte de este mal parece que la única solución son las drogas y las vacunas.

En otras palabras, este problema inmunológico y el manejo de la pandemia se fundamentan en la metáfora de la guerra.

El modelo de esta enfermedad, por lo tanto, no es exclusivamente biológico ni médico; el virus en este caso deja de ser un agente sin vida, sino que es un fetiche al que se le atribuyen todas las capacidades de inmovilizar los estados poderosos y dependientes. Por lo tanto, este fetiche corresponde a una realidad de la mundialización del capital que produce todas las formas de violencia que preceden a esta pandemia y que van a generar una mayor violencia con la gran crisis del endeudamiento de los países dependientes y una mayor contradicción geopolítica, económica que tiene como base la tasa de ganancia en las vacunas, en la utilización de virus y genes sintéticos y en la manipulación mediática que genera el miedo, el pánico, la depresión y el control ideológico y político que convierte a los ciudadanos en súbditos de las políticas imperiales.

Se parte de la necesidad de una profunda reflexión filosófica, teórica y de la ciencia crítica basada en la ética y en la conciencia histórica y social del amor y la solidaridad humana y planetaria. 

Por lo tanto, estamos en una profunda crisis del pensamiento filosófico, donde prevalece la ideologización de la violencia en el aniquilamiento de una gran parte de la humanidad cuyo fundamento debe ser mas bien que la experiencia que nos aplasta la conciencia social y la verdad, sea el verdadero fundamento de una teoría que transforme esa realidad y contribuya a profundizar  en una filosofía de la praxis que tome como base el principio de la comunidad donde se respete toda las formas de vida que rompa el miedo y el pánico y se rebele contra este sistema opresor imperial.

La segunda consideración es que debemos replantear la unidad corporal subjetiva y no la separación: cuerpo y mente, ya que el miedo se encarna en nuestros cuerpos y las metodologías de la pandemia lo que hacen es fragmentar el sujeto colectivo y por lo tanto, quiebran el espíritu comunitario; porque comunidad significa comunicación fraterna y sórica, convivir amorosamente y también lo común que es compartir la vida para que el valor de uso no sea deformado por la acumulación histórica del capital que es responsable de la catástrofe climática y de la expulsión de las comunidades de los territorios y de la devastación de la biodiversidad, la migración de los territorios, el encarcelamiento de todas las formas de vida, particularmente del agua, los animales y las personas. Este proceso de separación se observa en los campos del conocimiento, en la distancia social de la vida y en la falsa democracia, racismo, en los prejuicios sexistas, homofóbicos y clasistas.

De tal manera, no debemos separar el sentir del pensar, la emoción de la inteligencia, los valores de la ciencia, la ciencia de la conciencia, el arte y la cultura de otros saberes y las concepciones filosóficas de las ideológicas y científicas.

Estas reflexiones nos hacen plantear que en vez de considerar el cerebro como creador del pensamiento nos permitimos proponer que existe una totalidad estructurada y dinámica que funciona como unidad vital.

En consecuencia, con lo anterior, el origen de nuestras vidas, corresponde a una comunidad de moléculas que funcionan como una organización sistémica estructurada, que tiene la capacidad de auto reproducirse a partir de sus propios constituyentes, lo que Maturana llama: Autopoiésis en el plano molecular, por lo tanto, los virus no son organismos vivos, porque no tienen capacidad autopoietica, es decir, necesitan de sus células vivas para reproducirse. En el proceso evolutivo nosotros tampoco no hemos surgido de una célula, si no en una comunidad de células y en consecuencia no podemos existir como individuos y nunca podremos estar separados de una comunidad o colectividad humana divorciada de la naturaleza, o sea vivimos en comunidad con otros seres vivos.

El mismo cuerpo, en el sentido real es una comunidad de organismos vivos, así entonces planteamos un nuevo concepto de cuerpo u organismo que está constituido de forma integral por un sistema coordinador y regulador que le da cierto grado de autonomía e identidad con respecto a otros seres vivos y componentes de la naturaleza.

Esta entidad reguladora esta constituida por el sistema cerebral, el Sistema Nervioso Autónomo: Simpático y parasimpático el sistema inmune, el sistema Hormonal, el sistema genético y epigenético, el cuerpo psicorgánico, el holobioma y está articulado al sistema social, al entorno de la naturaleza, a los componentes de la madre tierra, el cosmos y al genoma de otras especies.

En esta nueva concepción estructural fisiológica, por razones de brevedad menciono el Microbioma (MB) que está formado por varios componentes: microbioma de la piel, microbioma intestinal, microbioma olofaringeo intestinal, microbioma respiratorio genital y urinario, microbioma ocular.

El microbioma es un solo órgano cuyo número de células es mayor que el número de células del cuerpo humano y está constituido por bacterias, virus, parásitos, protozoos, hongos y es fundamental puesto que si se destruye por antibióticos y químicos es imposible la vida humana.

La pandemia del coronavirus hace caso omiso de que el mal uso de los fármacos antibióticos y vacunas ha menoscabado el sistema cerebral, el psicoorgánico y el microbioma en todos sus niveles, y por lo tanto, a nuestro juicio, la multienfermedad y la desigualdad social se dan en los países hegemónicos y en mayor grado en nuestros países dependiente.

Otro aspecto relevante son las concepciones aparentemente científicas del mecanismo de acción de los fármacos. 

Al respecto se considera que un fármaco se comporta como si fuera una bala que al ser disparada pega en el blanco o sea en un receptor y con ese efecto alivia un síntoma o cura una enfermedad, por ejemplo un antibiótico actuaría como una bala que mata la bacteria, sin embargo, no solamente asesina a las bacterias patógenas si no también las bacterias del mircobioma que contribuyen a la síntesis de vitaminas indispensable para la vida; otros plantean que el fármaco es como una llave que entra en la cerradura de una puerta y por lo tanto produce la acción. Sin embargo, este modelo está basado en la mecánica de Newton, pero no en los campos electromagnéticos ni en la física cuántica.

Tomando en consideración la teoría de las super cuerdas en física, podemos decir que una droga podría actuar modificando la resonancia molecular o sea puede producir un efecto a distancia del lugar que queremos llegar usando una metáfora, podemos decir que la droga cuando actúa tiene una vibración molecular que es compatible con la música del cuerpo humano.

En otras palabras, necesitamos profundizar en la ciencia farmacológica para que no sea instrumento de la tasa de ganancia del complejo militar industrial farmacéutico.

Una tarea esencial y especifica que nos corresponde analizar en forma técnica, científica y ética es la función de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que pueden cumplir una función muy positiva en los programas de salud, sin embargo, dado el poco apoyo que tienen de los grandes países se ha producido conflicto de interés con las grandes corporaciones transnacionales y la globalización del capitalismo que es la mundialización del mal.

Por lo anterior, es una tarea urgente de todas las organizaciones éticas y comprometidas con la salud mundial, tomar una posición frente al proyecto “Solidaridad” de la OMS, dado que este proyecto no cumple los aspectos científicos y éticos de un ensayo clínico para la utilización de drogas y vacunas y valorizar las vacunas que se están desarrollando en los países hegemónicos en donde se están incorporando la nanotecnología y la utilización, en algunos casos de virus y genes sintéticos con el objeto de que los seres humanos pierdan su autonomía y sean manejados por la heteronomía del espíritu de un experimento siniestro imperial que vulnera la autonomía de las personas, los derechos de las comunidades, la soberanía alimentaria y la autodeterminación de los pueblos.

Finalmente se considera relevante la articulación de las escuelas de sustentabilidad de Amigos de la Tierra de América Latina y el Caribe (ATALC) articuladas en una universidad popular e integral de nuestro continente, donde vincule la ciencia critica de la educación superior con los saberes y sabiduría de las culturas ancestrales, las organizaciones campesinas, movimientos sociales de mujeres para contrarrestar un conocimiento de una educación al servicio del capitalismo neoliberal.

Agradecimientos por la cooperación técnica de Jefry Izcano: estudiante de Fisioterapia, las valiosas sugerencias de la Arq. Alejandra Padilla y la Dra. Sandra Pinel de Honduras. Ideas y comunicaciones de los doctores: Andrés Barreda, Paul Herch Martínez, el Ictiólogo Miguel Mijangos de México, el Dr. Ricardo Navarro y la Lic. Silvia Quiroa de El Salvador y el filósofo Danilo Urrea de Colombia.

Reconocimiento a : 

La Junta Directiva del Colegio Médico de Honduras, Suyapa Figueroa presidenta y Samuel Santos vicepresidente por la defensa de la salud como un derecho humano.

Tegucigalpa,M.D.C., 02 de junio del 2020


[1] Jorge Veraza, Subsunción real del consumo bajo el capital:http://jorgeveraza.com/sites/default/files/Subsunci%C3%B3n%20real%20del%20consumo_0.pdf

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