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sábado, 28 de agosto de 2021

Argentina: Paso a paso con las PASO

El próximo 12 de septiembre se celebran las PASO para elegir los candidatos de cada partido que concurrirán en noviembre a las elecciones legislativas. El proceso se llevará a cabo con los protocolos estrictos de distanciamiento social y prevenciones de contagio, emitidos por Presidencia de la Nación.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América

Desde Mendoza, Argentina


Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias son una modalidad electiva local adoptada en 2009 a través de la Ley 26571(De democratización de la representación política, la transparencia y la equidad electoral).

 

Es un invento argentino, con escasas referencias (Santa Fe, 2005, provincia que tomó el ejemplo de Uruguay) y demasiados detractores, sobre todo los partidos políticos tradicionales, amañados con listas sábanas abultadas de punteros desconocidos por la comunidad. Ellos son los primeros en quejarse de los costos que tiene la convocatoria, similar al operativo que se lleva a cabo en cualquier elección en donde intervienen docentes, personal de seguridad, Gendarmería, del Correo Argentino, la Junta Electoral Nacional y los sistemas de cómputos. Desde luego es el costo del sistema democrático que siempre resulta más barato que cualquier otra forma de gobierno.

 

Los candidatos deben ser conocidos por su trayectoria o propuestos como un producto de mercado, como se advierte con algunos candidatos en vidriera, cuyo fundamento es su simple condición de ciudadano, “su igualdad ante la ley”.

 

Desde la recuperación de la democracia ha habido diversos tipos de candidatos, con marcada tendencia en los primeros tiempos, de políticos que habían sufrido la persecución por la dictadura. Su discurso enarbolaba el reclamo de las libertades lesionadas durante aquella época negra, centrándose en las postergaciones y el deterioro y desclasamiento social sufrido en general. 

 

Pequeños  empresarios y trabajadores se aglutinaban en torno a discursos reivindicatorios. La imposibilidad de su cumplimiento, el fracaso de los planes económicos del primer gobierno, conformaron un escenario desde el que emergieron nuevos personajes dentro de la política. Hubo una farandulización de la misma, teniendo como centro de todas las miradas al propio presidente Carlos Menem. La vida era un carnaval y dentro de los excesos del uno a uno y al despilfarro del “deme dos” con el que la clase media salía de compras por el mundo, el descreimiento generalizado de la actividad política fue llevando a un hartazgo sobre los partidos políticos tradicionales, cuyo origen ideológico, había sido sepultado en el barro de la corrupción y los negociados compartidos. Nadie creía en nada ni en nadie.

 

El neoliberalismo de los noventa destruyó infinidad de instituciones de la comunidad encaminándose a un individualismo feroz, egoísta y nihilista. El escepticismo y el descreimiento del paraíso material, elevó a los charlatanes de feria a los escaños. Cómicos, músicos, bailanteros desfilaron por los concejos deliberantes e incluso, el “jardín de la República”, Tucumán, cuna de la Independencia, tuvo al cantautor Palito Ortega como gobernador.

 

El deterioro moral de la nación fue sumergiendo las mínimas aspiraciones de la comunidad, la que luego de cada embate neoliberal debía hacer esfuerzos cada vez mayores para salir del abismo en que se encontraba. El espanto que había reunido a la Alianza, hizo agua en poco tiempo, dado que cayó en la misma trampa de lo que pretendía superar. Llamar a Domingo Cavallo como ministro plenipotenciario salvador luego de haber sido el padre del desastre, fue la frutilla del postre de la crisis del 2001.

 

En la espantada del “que se vayan todos” la pasarela de presidentes fue la vidriera del profundo desastre al que habíamos llegado.

 

La actividad política se enaltece cuando sirve a los intereses de la ciudadanía que representa. Sus representantes son parte de ella, sienten como ella y sus aspiraciones y acciones se encaminan hacia el mismo bien común compartido. Se habla el mismo idioma. En esto estamos todos de acuerdo.

 

Sin embargo, una nube en el ojo, un astigmatismo no asumido (promovido por los medios hegemónicos al servicio del poder real), comienza a distorsionar la realidad y los endebles sensores de las aspiraciones individuales y sectoriales, ceden a los cantos de sirena de mentirosos y simuladores. Empresarios y gerentes hicieron a su antojo, mientras los votantes canalizaban su odio contra los sectores populares. El eje del mal, fue el populismo, algo que no saben definir, como todo lo que descalifican.

 

Ahora ya han tenido su experiencia de gobierno de la que no se responsabilizan y redoblan la apuesta con nuevos candidatos. Un charlatán díscolo que funge de economista, docente y opinólogo a tiempo completo, Javier Milei, capaz de decir cualquier barbaridad frente a las cámaras y un neurocientífico, devenido profeta del desarrollo, Facundo Manes. Ambos tienen más de 50 años y creen tener la solución a todos los problemas, justamente, porque “dicen” no provenir de la política. Aunque sabemos, nadie ingresa al ruedo sin el respaldo económico necesario para la campaña. Nadie les enrostra las contradicciones que representan; mientras tanto, los políticos del espacio opositor miran para el costado, como si realmente, que es lo que piensan y manifiestan íntimamente, que el soberano es estúpido, capaz de ser engañado indefinidamente.

 

El universo votante – según las primeras encuestas al respecto – se concentra en la franja comprendida entre los 20 y 40 años; edad esta última en donde estaría el 60%, poniendo de manifiesto no haber vivido los horrores neoliberales. Los milenials que representan el 30% generalmente no comparan tiempos no vividos. Además, en todos pesan los 120 mil muertos de la pandemia y la duda sobre la gestión de la misma, aunque no había antecedentes en el mundo de una catástrofe similar que paralizó a la sociedad y, consecuentemente la economía global, con mayor impacto en el hemisferio sur.

 

Paso a paso, al borde de la cornisa, las PASO, se presentan con expectativas inciertas; todo el tremendo esfuerzo de contención de la salud de miles de trabajadores, millones de vacunas distribuidas y funcionarios asistiendo todo el tiempo se disuelven ante la arenga absurda y negacionista opositora. Queda entonces que el raquítico sentido común se fortalezca para no volver al abismo, cada vez más profundo.  

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