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sábado, 25 de septiembre de 2021

La CELAC: Monroismo contra Bolivarianismo

 Las dos perspectivas sobre las relaciones norte-sur en el continente americano,  fueron expresadas claramente por el presidente Nicolás  Maduro en  la Sexta Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).   

Carlos Figueroa Ibarra / Para Con Nuestra América

Desde Puebla, México


En el contexto de su discurso en dicha cumbre  además de enfrentarse a los ataques de los presidentes Abdo de Paraguay y Lacalle de Uruguay, las llamó “Monroismo” y “Bolivarianismo”. La perspectiva monroista de las relaciones entre Estados Unidos de América y el resto del continente: “América para los americanos (estadounidenses)”. La perspectiva bolivariana de la unidad latinoamericana: “La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino. Unámonos y seremos invencibles” (Bolívar). 

La cumbre  se realizó en un clima  en el que no pocos de sus  participantes han estado sosteniendo la inviabilidad de la OEA como  organismo internacional para el continente americano, dado su histórico papel de expresión de los intereses estadounidenses. En los últimos tiempos  su rol en el golpe de estado en Bolivia de 2019 ha incrementado  el rechazo a la OEA de parte de un grupo de países latinoamericanos.  Este bloque se ha planteado el reto de consolidar a la CELAC como principal foro de unidad regional  en el marco del respeto a la diversidad política e ideológica, sin exclusiones y sin intervenciones en los asuntos internos de otros países. Tal fue la postura expresada por Bolivia, Perú, Venezuela, México y Cuba.

 

La otra postura tuvo su principal exponente en Uruguay a través del presidente Lacalle: defendió a la OEA  y expresó que participar en la CELAC no  excluye la participación en una institución que tiene 73 años de antigüedad. Esta postura  es defendida por Colombia quien envió  como delegada a la cumbre a la viceministra de Trabajo en abierto desaire al conclave. Las intervenciones de los presidentes de Paraguay y Uruguay y una comunicación de Colombia consignando a Venezuela como una dictadura, revelan la práctica de intolerancia y exclusión característica de la OEA y ajena al espíritu de la CELAC. De igual manera el  ataque explícito del presidente Lacalle contra los tres focos antiimperialistas de la región: Cuba, Nicaragua y Venezuela.  Además de los países mencionados, otros dos más estarían en esta postura: Brasil y Chile. 

 

Acaso esa correlación de fuerzas impidió que la Cumbre definiera su postura con respecto al futuro de la OEA, pero varias de sus conclusiones  son misiles al comportamiento de  lo que alguna vez Fidel Castro llamó “el ministerio de colonias de los yanquis”: condena al bloqueo a Cuba;  el uso  de territorios de los países para lanzar agresiones violentas o de otro tipo contra terceros países;  el uso de medidas coercitivas  contra determinados países de la región. En suma la Sexta Cumbre de la CELAC evidenció  que el monroísmo de la OEA genera descontento en la región. Que ha resurgido con fuerza  el anhelo de un nuevo tipo de relaciones de Latinoamérica y el Caribe con respecto a Washington y que como dijo el canciller mexicano Ebrard, ese tema queda pendiente.

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