Desde luego no es para nada gracioso que la timba de unos pocos la padezcan millones de argentinos convidados de piedra que sufren las consecuencias de estos hechos aberrantes; quizás por eso propuse como título de la columna, “cantata y fuga” en homenaje al gran capocómico argentino fallecido el 27 de marzo pasado, Enrique Pinti, misteriosamente silenciado luego de su deceso, probablemente porque no tenía pelos en la lengua y le cantaba las cuarenta al establishment de turno, y a los maravillosos espectáculos de Les Luthiers con su personaje Johannes Sebastian Mastropiero, creado por su integrante Marcos Mundstok en 1968, en clara alusión al músico alemán Johannes Sebastian Bach, porque ellos, haciendo referencia al gran músico alemán famoso por sus fugas en el siglo XIX, satirizaron al personaje en varios de sus consagrados espectáculos, el que de algún modo parece un correlato de estas épocas truchas en la que los principales protagonistas de los grandes desaguisados hacen mutis por el foro.
De allí el uso del término “Cantata” estilo tan empleado sobre los escenarios del mundo por el grupo aludido. Para el vulgo que solo toca de oído, viene italiano cantare, de donde deriva el español "cantada"; es una pieza musical escrita para una o más voces solistas con acompañamiento musical, generalmente en varios movimientos y en ocasiones con un coro, según el diccionario.
Fuga (en música), según el mismo diccionario, es un género musical en el cual se superponen ideas musicales llamadas sujetos. Su composición consiste en el uso de la polifonía vertebrada por el contrapunto entre varias voces o líneas instrumentales (de igual importancia) basado en la imitación o reiteración de melodías en diferentes tonalidades y en el desarrollo estructurado de los temas expuestos.
Acá hablamos de fuga de capitales, justamente el fundamento, el nudo gordiano del proyecto que se trata en estos momentos. Fuga de capitales que ha venido acompañando desde la dictadura y su ministro de economía, Martínez de Hoz, cada intervención de la entidad financiera internacional.
Conociendo nuestra división de poderes y siendo algo espabilados, podemos inducir que el préstamo otorgado por el FMI en junio de 2018, cuando era ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, es responsabilidad del primer mandatario, el titular del Ejecutivo Nacional de ese entonces, Mauricio Macri. El gran solista ausente que ahora deja que el coro de Juntos por el Cambio critique y se oponga al proyecto aduciendo cualquier barrabasada.
Todos ellos defienden la libertad y la privacidad de los actos de los ciudadanos, reclamo unánime al que nadie dudaría en plegarse y defender. Ninguno se ha quejado que, mientras ellos forman una barricada contra el proyecto de ley, el ciudadano Macri se ausentó del país para participar en el 45 Campeonato Mundial de Bridge realizado en Italia, defendiendo los colores argentinos y que luego lo dejara para visitar en Miami a Donald Trump, justamente quien intercedió en el famoso préstamo del Fondo.
Con todo derecho cualquiera puede saltar alegando qué tiene que ver este certamen con la discusión del proyecto de ley aludido. Puede que otro coro más numeroso que el anterior salga a rasgarse las vestiduras al Obelisco a defender las instituciones de la República haciendo oídos sordos a la fuga de capitales que generó el préstamo.
También es entendible que durante la pandemia, el representante argentino haya utilizado seis horas diarias para instruirse en ese juego de reyes, como lo hizo anteriormente su padre, Franco para vincularse con celebridades y hacer negocios, como hizo con los altos funcionarios chinos. Cabe mencionar que Xi Jinping es un avezado practicante.
De allí que el gran Enrique Pinte viene a mi auxilio con algunos de sus celebrados párrafos de su mayor éxito, La salsa criolla, que transcurrió entre 1985 y 1994. Perdón si me extiendo, pero lo hago para aquellos que no tuvieron oportunidad de conocerlo y disfrutar de sus sinceros aciertos.
“Preso no va nadie en Argentina, eso es una religión acá, presó irá el pobre boludo que robó una milanesa porque tenía hambre, los otros no van presos en la puta vida, de ninguna manera”.
“Lo único lamentable de todo esto es que los chicos jóvenes puedan llegar a pensar que las palabras democracia y corrupción son sinónimos, sería terrible que piensen eso porque no es verdad, desagraciadamente la corrupción es una mala cualidad del ser humano que existe siempre”.
“Si te gustan [los que gobiernan] los tenés que defender porque te gustan, y si no te gustan hay que dejarlos que se quemen en la acción, que es la única manera de que se quemen de una puta vez y no puedan salir nunca más”.
“Al pueblo se lo puede engañar una vez, dos veces, tres veces, con un sandwich de mortadela preelectoral, pero cuando la inmensa mayoría de la gente esté cagada, no los seguirán votando, y si en cambio los siguen votando será o porque las cosas han cambiado, o porque las cosas están como el culo pero la gente no tiene una alternativa válida”.
“Que alguien pague por las cagadas que hace, porque acá nunca se pagan las consecuencias, el único que paga las consecuencias es el pueblo, el de abajo. Estos hijos de puta roban, matan, afanan, estafan, se reciclan y vuelven en otro gobierno. Siempre vuelven, ¿no?”
“Acá no podés ni hacer echar a funcionarios de mierda, a asesores de cuarta que les descubren cadáveres en el despacho y ellos dicen: ‘No sé quién dejó la ventana abierta, esto ha entrado de algún lado, esto me lo hizo la oposición, esto se ha politizado mucho’. Cualquier cosa dicen”.
“Nos enseñaron el ‘no te metás’, nos enseñaron a no tener en cuenta que es el ciudadano el que manda y que los que están en el gobierno son representantes nuestros”.
“Como en el país se comía y se morfaba, ¿qué importaba si robaban? ‘Con tal de que hagan obras, por mí que roben’. Los gobernantes no tienen que robar y la obra la tienen que hacer de todas maneras. No hay que aplaudirlos cuando abren una escuela, hay que pegarles una patada en el orto cuando la cierran”.
“Pasan los mecenas, los censores, pasan hipócritas y moralistas, tiempos mejores, tiempos peores... quedan los artistas”.[1]
Pinti como Tato Bores fueron más que cómicos, críticos agudos de la situación política y social en tiempos duros y a los que agradecemos el hecho de haber popularizado la crítica a través de sus monólogos, los que llegaban a todos por igual.
Pero sigamos con lo nuestro, una de las primeras voces opositoras al proyecto conocido como “Ley Muñoz”, presentado por el senador oficialista Oscar Parrilli, que cuestiona la inconsistencia del término “fuga de capitales” es el senador opositor de la UCR, Martín Lousteau, ex ministro de Economía de Cristina Fernández en 2007. (Las idas y vueltas del política ¿no?).
El economista objeta que se trata de un blanqueo en el que solo hay penalidades y no hay incentivos y, además, se permitiría blanquear fondos de actividades como el narcotráfico, entre otros delitos graves.[2]
Su opinión como especialista pesa, sobre todo teniendo en cuenta el complicado escenario que el proyecto presenta en la Cámara de Diputados en donde la oposición es mayoría.
Aunque si se hablara de blanqueo, la cantidad récord en ese aspecto, fueron los más de 110 mil millones de dólares declarados en el “Plan de exteriorización voluntaria de capitales”; cifra que algunos estimaban podría llegar a 130 mil millones de dólares, durante el gobierno de Mauricio Macri y sus amigos en 2017.
Cifra seguida por Italia (unos 102 mil millones de dólares) y Brasil que a pesar de tener una economía mayor que la argentina, logró blanquear la mitad en 2016, algo así como 53 mil millones de dólares.[3]
Maestros en cantata y fuga, siempre están intentando llevar beneficios a su majestuoso molino, mientras la democracia hace agua por todos lados.
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