Juan González resaltó en entrevista con Actualidad Radio de Miami la importancia de su viaje a Venezuela y destacó que se trata de la primera visita de un representante de la Casa Blanca al país desde 1999.
LA AGENDA
Se trata también de la primera negociación directa de alto nivel entre ambos gobiernos en varios años. De manera que se ha creado una línea de comunicación más despejada para conversar sobre los puntos de la dimensión geopolítica del conflicto EEUU-Venezuela
Aunque no ha habido confirmación oficial, distintas fuentes indican que en la conversación de dos horas entre los dos gobiernos se trataron básicamente tres aspectos de la relación bilateral:
1) Un mensaje de la Presidencia de EEUU destinado a que Venezuela no se involucre de forma activa en el conflicto de Ucrania. 2) Lo relacionado con la liberación de estadounidenses procesados en tribunales de Venezuela. 3) El interés de EEUU en que Venezuela mantenga “un suministro constante de energía”, tal como lo informó Antony Blinken en rueda de prensa desde Londres.
BILATERAL
La agenda bilateral será, sin duda, mucho más amplia en nuevas reuniones y tendría que incluir aspectos militares y de seguridad, entre otros, pero vale destacar la importancia de que finalmente se haya admitido negociar sobre la relación geopolítica EEUU-Venezuela.
El pulso EEUU-Venezuela tiene su dinámica propia y razones distintas a las que originan el conflicto interno entre factores opuestos en el seno de la sociedad venezolana que se disputan el poder y tienen proyectos diferentes de sociedad.
SEPARACIÓN
La razón de las tensiones entre Washington y Caracas tienen que ver con el hecho de que Venezuela se separó del dispositivo geopolítico estadounidense, un divorcio que no ha sido aceptado.
Esta circunstancia es la que ha motivado la actuación tan extrema de EEUU. El cuestionamiento del proceso electoral de 2018 no explica que Venezuela haya sido declarada en 2015 una amenaza para la seguridad de EEUU, ni que se hayan decretado sanciones que, en algunos casos, son tan fuertes como las tomadas contra Irán o ahora contra Rusia.
DIÁLOGO DE MÉXICO
El tercer punto de la agenda bilateral, el del petróleo, se entrelaza con el conflicto interno Gobierno-oposición, en la medida en que un incremento de la producción de petróleo requiere el alivio de las sanciones.
Una vez que se hizo evidente que la estrategia de Donald Trump de derrocamiento había fracasado, el gobierno de Joe Biden realizó un giro hacia un esquema electoral. En este marco, las sanciones no encajan, sobre todo por la amplitud que tienen y por su severidad.
Sin embargo, las sanciones no han podido ser revertidas, tanto por las presiones internas en Washington, en particular del lobby cubanoamericano, como por problemas de opinión pública que derivan del discurso y la propaganda que se ha utilizado (“dictadura narcoterrorista”).
De manera que la administración Biden necesita argumentos relacionados con el conflicto interno venezolano para justificar medidas de alivio.
Esta función, la de mecanismo para validar y enmarcar las decisiones de alivio de las sanciones, le ha sido asignada a las negociaciones Gobierno-oposición, es decir, al “diálogo de México”.
GREG PALST
Se ha objetado que, en un convenio de Venezuela y EEUU para incrementar el suministro petrolero, la industria petrolera venezolana tendría pocas posibilidades de aumentar la producción.
Sin embargo, Reinaldo Quintero, presidente de la Cámara Petrolera, indicó que “Venezuela sí puede suministrar al mercado norteamericano” 500.000 barriles y a la vez cumplir con clientes actuales. Venezuela “podría conseguir una producción de hasta 1,2 millones de barriles diarios para este año” si se levantan las sanciones.
Como ha señalado Greg Palst, experiodista de la BBC: “Dejen de asfixiar la economía de Venezuela y de matar de hambre al pueblo venezolano, que no es enemigo de EEUU, que no invadió a nadie, y el precio del petróleo se derrumbará”.
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