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sábado, 17 de junio de 2023

Guatemala: José Rubén Zamora y la corte de los milagros

 El Pacto de Corruptos es una colusión que incluye políticos, empresarios y crimen organizado, a la que le incomoda terriblemente que sus componendas salgan a la luz; de ahí la persecución contra Zamora y su periódico, que tuvo que cerrar ante el acoso al que se vio sometido de múltiples formas…

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

La justicia guatemalteca condenó al periodista José Rubén Zamora a seis años de prisión aduciendo lavado de dinero. El alegato del periodista -que no pudo terminar de leer ante el tribunal- deja claras las innumerables tergiversaciones, omisiones, inventos y malas interpretaciones que utiliza la Fiscalía, que fungió como parte acusadora, y la jueza, que funcionó como un eslabón más en la cadena mafiosa que utilizó el Estado guatemalteco para condenarlo y sacarlo de circulación.
 
Como ya ha sido ampliamente difundido, Zamora era director de un diario que investigó casos de corrupción, impunidad, compadrazgo y demás maquinaciones que caracterizan al Estado en Guatemala y que, desde que echaron a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), de la ONU, han venido en aumento.
 
Todo esto sucede a escasos días de que se realicen elecciones generales en el país, otro proceso teñido de irregularidades, esta vez cometidas no por el sistema judicial sino por el Tribunal Supremo Electoral, que ha vetado unas candidaturas y favorecido otras con tal de lograr que quienes tienen la venia de los corruptos encumbrados en el poder se abran camino.
 
A todo este conglomerado de intereses institucionalizados que viste de apariencias democráticas la vida política de Guatemala se le conoce como el Pacto de Corruptos. Se ha construido para proteger las espaldas de quienes conciben al Estado como botín, y han cooptado a sus principales instituciones. 
 
Este Pacto de Corruptos es una colusión que incluye políticos, empresarios y crimen organizado, a la que le incomoda terriblemente que sus componendas salgan a la luz; de ahí la persecución contra Zamora y su periódico, que tuvo que cerrar ante el acoso al que se vio sometido de múltiples formas: económicamente, por un lado, y judicialmente, por otro, al ser acusados varios de sus periodistas de obstrucción a la justicia por el simple hecho de oponerse en artículos de investigación y opinión a las maquinaciones del juzgado al que estaba consignado el director del periódico.
 
Este no es un caso aislado en Centroamérica. Solo a manera de ejemplo consignamos aquí el caso de El Faro, diario digital salvadoreño que, al igual que el diario que dirigía Rubén Zamora, se ha caracterizado por las investigaciones que incomodan al poder. Ante procesos judiciales parecidos al sufrido por el director de periódico guatemalteco, tuvo que trasladar su sede en San Salvador a San José Costa Rica, en donde espera tener mayor seguridad jurídica.
 
En toda Centroamérica se incrementan las tendencias autoritarias que le tienen puesta la vista a los medios de comunicación. Incluso, un país como Costa Rica, que siempre se había caracterizado por tener una libertad de prensa aceptable, ha visto retroceder su lugar privilegiado en los rankings internacionales dada la actitud belicosa de su presidente con los medios de comunicación que denuncian irregularidades que el gobierno comete.
 
Es importante leer el alegato de Zamora porque en él se pone en evidencia lo burdo de los mecanismos utilizados por la justicia guatemalteca. Cuando se ha caído bajo la lupa del poder, su demoledor aparato se pone en funcionamiento y no habrá escrúpulo que lo detenga. Una verdadera corte de los milagros al servicio de un mundo maloliente en el que el país se encuentra atrapado.  


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