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sábado, 30 de marzo de 2024

El Marxismo como fuente histórica

 A pesar de la monumental obra marxista en América Latina y de la indudable importancia histórica de su trayectoria en la ciencia social, en la vida política de la sociedad y en la existencia de partidos y agrupaciones marxistas, son pocos los centros, bibliotecas y archivos especializados que existen en la región y guardan esos legados que constituyen huellas en la trayectoria de nuestros pueblos.

Juan J. Paz-y-Miño Cepeda / www.historiaypresente.com
Desde Ecuador

Es posible hablar de los diversos marxismos en América Latina y no solo de uno. El punto de partida está en las obras de los fundadores: K. Marx (1818-1883) y F. Engels (1820-1895). Ellos estudiaron, ante todo, las realidades del capitalismo de la primera revolución industrial, destacando a Inglaterra y Alemania. Tenían vastos conocimientos sobre Europa, que disminuyen al extenderse a otras regiones. Conocían poco sobre América Latina. De manera que cuando el marxismo empieza a llegar a esta región al iniciarse el siglo XX, quienes se informaron de la nueva teoría igualmente leyeron las escasas obras que circulaban. Sin embargo, fue el argentino Juan B. Justo (1865-1928), fundador del más antiguo Partido Socialista en Latinoamérica (1896), el primero en traducir
 El Capitalal español y directamente del alemán.

Desde el triunfo de la Revolución Rusa, la implantación del socialismo, las ideas de V. I. Lenin (1870-1924), la publicación y traducción de las obras centrales de Marx-Engels y la fundación de partidos comunistas y socialistas en América Latina, potenciaron al marxismo. Aumentaron los difusores de sus tesis y comenzaron los esfuerzos por estudiar las realidades de la región desde la teoría-metodología marxistas. Si bien existen trabajos anteriores sobre Ecuador, recientemente se publicó un libro colectivo ¿La ira o la esperanza? El marxismo en Ecuador (https://t.ly/7xgv5), que indaga los orígenes en los primeros pensadores, la publicación de “La Tierra” (primer periódico socialista), la fundación del Partido Socialista (1926) y luego del Partido Comunista (1931), aunque se limita, finalmente, solo al estudio de tres intelectuales: Agustín Cueva, Bolívar Echeverría y Alejando Moreano.

El marxismo entendido por los partidos comunistas y socialistas tiene larga historia. Forman parte de ella los esfuerzos por aplicar creadoramente la doctrina para comprender la realidad, en lo cual destacó José Carlos Mariátegui (1894-1930) con una vasta obra (https://bit.ly/3dEG0jg) y como fundador del Partido Socialista (Comunista) del Perú (1928). Pero también cuentan los dogmas que siguieron a partir de la unidad ideológica que impuso la III Internacional Comunista o Komintern (1919), las reacciones frente a la marcha del socialismo de tipo soviético, los “manuales” de marxismo que se difundieron ampliamente, las rupturas posteriores al vaivén de la Revolución China (1949), el conflicto Chino-Soviético en plena Guerra Fría, e incluso las exóticas variantes interpretativas y políticas en Corea del Norte con la “Idea Juche” (Zuche) de Kim Il-Sung o el socialismo en Albania con Enver Hoxha. Además está el impacto que tuvo la Revolución Cubana (1959), que rompió con todas las formas de interpretación que se había dado hasta el momento sobre la “revolución proletaria” y la “dictadura del proletariado”. En esa trayectoria suele olvidarse que la primera República Socialista se instaló en Chile (1932), aunque apenas duró 12 días.

El marxismo académico latinoamericano se presenta desde dos esferas: una, la lectura de los textos de los fundadores para profundizar en sus conceptos y teorías, a fin de darles actualidad y desarrollo; y otra, el uso de la teoría-metodología de Marx en la investigación concreta de las realidades latinoamericanas. La investigación fundamentada en la teoría marxista tuvo un creciente desarrollo desde la década de 1960 y marcó el amplio espectro de las ciencias sociales latinoamericanas en variadas ramas: historia, economía, sociología, politología, antropología, etc. y también en la filosofía. Los ejes intelectuales pasaron por la afinidad u oposición al marxismo, hegemónico hasta mediados de la década de los 80. Con el derrumbe del socialismo de tipo soviético también perdió presencia el marxismo; pero el neoliberalismo galopante en la región y las desastrosas consecuencias sociales a las que condujo en todos los países en los que se instaló, crearon las condiciones favorables para el renacimiento del marxismo en el siglo XXI, en un ambiente de lucha ideológica con las concepciones de las derechas políticas y, sobre todo, contra el posicionamiento de los conceptos liberales, neoliberales y libertarios. Entre los numerosos estudios sobre estos temas cabe resaltar la sustancial y actualizada obra del filósofo cubano Pablo Guadarrama titulada Marxismo y antimarxismo en América Latina.

A pesar de la monumental obra marxista en América Latina y de la indudable importancia histórica de su trayectoria en la ciencia social, en la vida política de la sociedad y en la existencia de partidos y agrupaciones marxistas, son pocos los centros, bibliotecas y archivos especializados que existen en la región y guardan esos legados que constituyen huellas en la trayectoria de nuestros pueblos. Han pesado los prejuicios y la represión, como la que se experimentó en el Cono Sur, cuando las dictaduras militares terroristas y anticomunistas se dedicaron a saquear, vaciar y quemar los libros “comunistas” de todo repositorio. En Ecuador ese comportamiento felizmente no se produjo. Y si bien existen universidades que conservan importantes bibliotecas y archivos como para seguir la historia del marxismo ecuatoriano, también se cuenta con la Biblioteca-Archivo Aurelio Espinosa Pólit, bajo propiedad y administración de la comunidad jesuita, que conserva la mejor hemeroteca republicana y un impresionante archivo de documentos sobre el tema, además de fuentes únicas sobre la historia de los partidos políticos del Ecuador.

Uno de los centros latinoamericanos de mayor importancia que existen en la actualidad es el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCi: http://cedinci.org) fundado en 1998, con sede en Buenos Aires, Argentina, que mantiene una gran biblioteca-archivo sobre la historia de las izquierdas y los movimientos sociales de la región. Se trata de una institución de amplio prestigio académico, reconocida incluso por la Unesco. Pero como el libertarianismo anarco-capitalista es hoy una ideología que combate al “marxismo cultural” y que lo confunde con cualquier modelo de sociedad que se oponga a la utopía del capitalismo de la empresa privada absoluta sin Estado, el CeDinCi es víctima de las políticas del gobierno de Javier Milei y del recorte presupuestario, que ha colocado a esta institución en peligro de cerrar sus puertas. No es el único caso. 

El neoliberalismo y la economía empresarial en América Latina, al privilegiar las rentabilidades de las élites más ricas y al mismo tiempo más atrasadas en conciencia social, también ha afectado la educación pública a todo nivel y particularmente la universitaria, tanto como el patrimonio cultural de las naciones latinoamericanas. En Ecuador se condonan deudas tributarias a los grandes grupos económicos y se fortalecen sus privilegios al mismo tiempo que se recortan fondos universitarios. Es un comportamiento que contrasta con lo que ocurre en los Estados Unidos, país al que las oligarquías latinoamericanas admiran y en el que el mantenimiento de museos, bibliotecas y archivos, particularmente en las más renombradas universidades, forma parte de la cultura a favor del intelecto humano y sus creaciones. De modo que a los sectores marxistas también toca la tarea de defender y proteger el patrimonio histórico de cada país, a fin de que se conserven las fuentes para nuestra propia historia.

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