Este 20 de mayo se cumplieron 25 años de que el documento conocido como Diario Militar saliera a luz pública en Guatemala. Se debe remarcar la importancia que ha tenido tanto para conocer cómo se desempeñaron los grupos clandestinos criminales de extrema derecha durante el conflicto armado de casi 40 años de duración, como para esclarecer el destino que corrieron cientos de guatemaltecos que fueron alcanzados por su accionar.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
El Diario forma parte de un cuerpo documental que también incluye al Archivo Histórico de la Policía Nacional de Guatemala. La información que se puede derivar de ambos es fuente básica, fundamental, para deducir responsabilidades de los miles de asesinatos, desapariciones forzadas, secuestros, masacres y otras formas de represión de la que fue objeto el pueblo de Guatemala durante toda la segunda mitad del siglo XX.
Por esa misma razón, quienes son continuadores de la mentalidad represiva de esos años, han tratado de neutralizarlos, ya sea negando su autenticidad -como es el caso del Diario- como restringiendo el acceso a su consulta, como sucede con el Archivo.
En todo caso, ambos son pivotes centrales de la memoria. Una memoria negada, escondida y denostada de un pasado que es la base del país que hoy emerge desgarrado y dolorido, incapaz de procesar sus traumas y contradicciones profundas.
Testigos similares de ese pasado que aún nos pesa, y que se niega a abandonarnos, son también otros conjuntos documentales que, en América Latina, han ido saliendo a la luz casi por casualidad.
Así como el Archivo Histórico de la Policía Nacional de Guatemala fue encontrado cuando hubo una denuncia de vecinos por la sospecha de que en el lugar había un polvorín que ponía en riesgo sus vidas, y la inspección que se realizó se topó con los miles de documentos arrumbados en cuartos oscuros y húmedos, de la misma forma casual también se encontró en Paraguay el archivo de la Operación Cóndor, que da cuenta de la coordinación de las fuerzas represivas del Cono Sur.
Cuenta Martín Almada, su descubridor: “En mis paseos en busca de memoria encontré a una abuela que habló de su nieto que había sido torturado y asesinado, una historia muy triste. Así que me mostró una casa y me dijo: allí, en esa casa, los argentinos, uruguayos, paraguayos y brasileños lloraban toda la noche. Hasta entonces, los gritos de dolor me persiguen. No entres ahí". Él mismo, sorprendido por sus propios gritos y por sus compañeros de tortura, no dudó ni un segundo. Entró en la casa y había más de tres toneladas de documentos de la Operación Cóndor. Hoy, ahí trabaja la Fundación Celestina Pérez de Almada, nombre de su esposa que murió por tortura psicológica.
En Uruguay también. Esta fue la noticia del descubrimiento en 2012 de un archivo del ejército: “Escondidos en un viejo edificio donde funcionó el Ministerio de Defensa en Uruguay, fueron encontrados documentos secretos del ejército uruguayo de la época de la dictadura. Un obrero de la construcción que trabajaba en la remodelación del Museo de Arte Precolombino, donde hasta 1985 funcionó el Ministerio de Defensa, encontró, por casualidad, un cubículo en el ducto de un ascensor donde se escondían miles de fichas con datos personales de militares. El historiador Álvaro Rico dijo que lo que llamó la atención fue lo difícil que es llegar al lugar donde se ocultaron los documentos militares “El cubículo se encuentra ubicado entre dos paradas del ascensor, pero precisamente en un lugar donde no se detiene”.
Hacen como el gato, que entierra su porquería. Saben que lo hecho es imperdonable, ilegal, punible, pero no se retractan, se cuidan las espaldas entre sí, mienten, desvirtúan, niegan y, los peores, se ufanan de lo hecho y se burlan de sus víctimas.
Por todo eso, hoy que se cumplen 25 años de que el Diario Militar salió a la luz, debe remarcarse su importancia.
Gracias, Rafael, por no olvidar, por oponerte a la política del silencio.
ResponderEliminarDocumentos que testimonian el desgarro, la deshumanizado y el sadismo.
ResponderEliminarMuchas gracias Rafael por este artículo, que nos enseña a no olvidar. La memoria de esos terribles episodios deben ayudar a sensibilizar a nuestros hijos para que ayuden a no olvidar y que no se repitan. Mis respetos, por esa consecuencia humana integral y popular
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