Una festividad para conmemorar historias tironeadas trenza a trenza, de esclava reprendida hasta el daño y el exterminio por las dominaciones y que reconocemos en los calendarios destacada en un color rojo de sangre coagulada. Lo mismo que al comienzo por la cruz de la espada…
Carlos María Romero Sosa / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina
En las horas de este 12 de octubre: Feriado Nacional en la Argentina, segmentos de infinito que se enfilan con su tic de vacío, funcionalmente escalonados como cuando, a falta de asientos, el público se ubica sobre gradas y las siente frías igual que yo a la jornada que derrite sus gotas de agua nieve sobre aceras sin pasos; masajeada la piel de los trajines por manos burocráticas, me cabe el hermanarme con la insistencia de una gotera y a la vez echarme a la apatía de estar sin tomar nota de los rostros dilatados de esta dádiva de tiempo fenomenológicamente puesto entre paréntesis.
Y que así fue desde antiguo declarada: una festividad para conmemorar historias tironeadas trenza a trenza, de esclava reprendida hasta el daño y el exterminio por las dominaciones y que reconocemos en los calendarios destacada en un color rojo de sangre coagulada. Lo mismo que al comienzo por la cruz de la espada.
Me aterran esos rostros deformes como los relojes de “La persistencia de la memoria” de Dalí, pero esta vez volcándose sobre mi displicencia de morir hoy también -y de nuevo- en este pase libre de todos los quehaceres de llevarme al sepulcro el resto de los días hábiles para entierros.
Excelente texto!
ResponderEliminarExcelente y revelador texto sobre el padecimiento colectivo.
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