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sábado, 25 de agosto de 2012

Panamá: Las transformaciones en curso y la transformación educativa

Todo indica que la transformación de la educación será parte integrante de la transformación que ya demandan el Estado y el Gobierno de la Nación, o no será. Y es que, en efecto, lo que nuestra sociedad tiene ante sí es el problema político - en el más amplio y rico sentido del término - de hacer posible lo que ya es percibido como necesario por todos y cada uno de sus sectores: que la transformación educativa ya es un problema de interés general para la sociedad entera.

Guillermo Castro H. / Especial para Con Nuestra América

En el análisis de la formación y las transformaciones de las sociedades tienen especial importancia dos tipos de proceso histórico distintos, pero estrechamente relacionados entre sí. El primero corresponde a los procesos organizados en torno a estructuras de larga duración. Tal es el caso, por ejemplo, de las estructuras derivadas de la función de tránsito desempeñada por el territorio de Panamá en la formación y desarrollo del mercado mundial desde el siglo XVI. El segundo corresponde a las fases de transición entre momentos distintos de aquel proceso mayor. A lo largo de estas transiciones – cuya duración no suele exceder una o dos generaciones -, los elementos de la vida social cambian a ritmos con frecuencia muy desiguales, dejan de ser lo que habían sido, y terminan por desembocar en estructuras generales de una calidad distinta a la precedente.

Nuestra sociedad ha atravesado ya por procesos de ese tipo. Uno ocurrió a lo largo del siglo XVI, cuando el Istmo transitó desde una situación de desarrollo humano separado del mercado mundial, a otra de desarrollo integrado al de ese mercado. Otro ocurrió durante el período de adhesión a la Gran Colombia, que podría ser considerado el de nuestra transición desde la condición de dominio de la Corona española a la de Estado nacional independiente. Y otro más está ocurriendo en estos momentos, cuando sin dejar de ser un país de tránsito, transitamos (justamente) hacia formas nuevas de organización y desarrollo de esa esa función.

En esta perspectiva, cabe decir que la educación en Panamá ha perdido contacto con las transformaciones que están en curso en nuestro país desde la década de 1990. Por lo mismo, la transformación educativa que Panamá demanda debería empezar por vincular a la educación con ese proceso mayor, que aún conocemos de manera fragmentaria, y no llegamos a entender del todo. Las transformaciones de que aquí se trata incluyen al menos las siguientes:

1. La transformación de la República de Panamá en un estado nacional en el pleno sentido de la expresión, a partir de la década de 1990 y al cabo de un largo período precedente de desarrollo semicolonial primero, entre 1903 y 1936, y neocolonial después, entre aquel último año y 1979.

2. La transformación de una economía de enclave, articulada en torno a un canal vinculado a la economía interna de los Estados Unidos, con un sector agropecuario atrasado y una Zona de Libre Comercio y un Centro Financiero Internacional volcados hacia el exterior, en otra mucho más abierta, que se estructura a partir de una Plataforma de Servicios Globales, y de un mercado emergente de servicios ambientales.

3. La transformación de una sociedad de fuertes valores rurales y estrechos vínculos entre los sectores populares y de capas medias profesionales de origen reciente, en otra de carácter urbano, de gran desigualdad estructural, que aún se encuentra en el proceso de construir su nueva identidad.

4. La transformación de la actitud de los pobres de la ciudad y el campo, desde la aceptación más o menos pasiva de su condición de marginalidad, hacia una creciente voluntad y capacidad para reclamar mejores condiciones de vida.

5. La transformación de la demanda de fuerza de trabajo desde la relativa simplicidad de la vieja economía de enclave – vinculada a un mercado local protegido de pequeña escala, y desarrollada mediante un capitalismo de franquicia que operaba por imitación – en una mucho más compleja, asociada a una participación creciente en la economía global, sustentada en el uso masivo de Tecnología de la Información y de la lengua inglesa, que opera a partir de una constante innovación tecnológica y organizacional.

Aun cuando a todo esto se le podría agregar un gran etcétera, lo dicho puede servir para incorporar elementos nuevos en un debate que por lo general se organiza a partir de diagnósticos de los problemas de nuestro sistema educativo que enfatizan sobre todo criterios administrativos, técnicos y legales. Estos elementos pueden incluir por ejemplo los siguientes:

1. En primer lugar, y de manera destacada, la confusión entre la educación como práctica social (con sus componentes de formación y de instrucción), con la enseñanza como técnica profesional del trabajador de la educación.

2. La brecha educativa que resulta de las inequidades existentes en la sociedad, y que contribuye a su vez a reforzarlas.

3. La falta de capacidad del sistema educativo para crear un sentido de identidad nacional y de comunidad de propósitos en la sociedad.

4. El evidente divorcio cultural y tecnológico entre la formación que se ofrece y la que el mercado demanda.

5. La confusión entre las esferas política y administrativa de la gerencia, correspondiente a la confusión general entre Estado y Gobierno que caracteriza a la cultura política del país, lo cual a su vez se expresa en

6. La contradicción entre los propósitos y necesidades de la transformación que demanda el sistema educativo (descentralización de la gestión administrativa; participación organizada y responsable de todas las partes interesadas; oferta de servicios adecuados de formación para todos sus trabajadores, etc.) y los que guían su operación cotidiana.

Así las cosas, todo indica que la transformación de la educación será parte integrante de la transformación que ya demandan el Estado y el Gobierno de la Nación, o no será. Y es que, en efecto, lo que nuestra sociedad tiene ante sí es el problema político - en el más amplio y rico sentido del término - de hacer posible lo que ya es percibido como necesario por todos y cada uno de sus sectores, cada cual desde sus respectivas perspectivas de interés. Se trata, en breve, de que la transformación educativa ya es un problema de interés general para la sociedad entera.

Así planteado el problema, podemos tener motivos de optimismo bien fundados. Nosotros, los panameños, fuimos capaces de organizar y reorganizar un sistema educativo nacional eficaz, y hacerlo funcionar de manera correspondiente a nuestras expectativas y necesidades de desarrollo tal como podíamos percibirlas entre las décadas de 1910 y 1970. Por otra parte, el proceso de transformación de la educación nacional ya ha comenzado en la práctica, si bien de manera fragmentaria y a menudo conflictiva, tanto en el sector público como en el privado. Trabajar con la gente, y no sólo para ella, será la mejor manera de vincular entre sí las iniciativas que ya están en marcha en el país, y de proporcionarles la orientación que les permita contribuir a la transformación integral de la educación panameña.

Ponencia presentada al XIV Congreso Nacional del Sociología Universidad de Panamá, 17 de agosto de 2012

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