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sábado, 25 de agosto de 2012

El consenso en torno a la militarización de Panamá

El debate en torno a la violencia en Panamá toma cada día más aristas y son más los que incursionan con sus opiniones sobre el tema. Es urgente que este debate salga de las manos de las autoridades gubernamentales y sus mentores norteamericanos. Si no se procede de una manera independiente y seria, la situación puede volverse inmanejable.

Marco A. Gandásegui, h. / ALAI

Leí recientemente el artículo de Daniel Delgado D. sobre la búsqueda de un consenso para la seguridad del país, bien plantado y coherente. Sin embargo, cae en el error metodológico que lo lleva a conclusiones ajenas a la realidad. Delgado plantea que "algunos culpan (la falta de seguridad) al crimen organizado, sin definir en qué consiste y darle una cara identificable. Otros al narcotráfico y a su incidencia, por la colaboración de las bandas y pandillas que se convierten en sus sicarios. Los académicos culpan a la ausencia de políticas de seguridad por parte del Gobierno e incluso a la violencia doméstica como causas de la inseguridad".

Hace varios años hemos insistido en que el problema de la llamada inseguridad y sus causas tenemos que buscarlas en otro lado. Tenemos que buscarlo en la misma estructura social del país. Estructura que es producto de nuestras propias políticas, concientes y también no tan concientes. Desde hace dos décadas que los "líderes" del país legislan para generar inseguridad en el país. Por un lado, las leyes que se aprueban socavan la estabilidad de nuestras instituciones sociales y, por el otro, tienden a corromper a las autoridades.

En mayo publiqué un artículo titulado "El crimen se combate conociendo sus causas". Hacía énfasis en la necesidad de conocer los cambios experimentados por el país desde la invasión norteamericana (1989) para tratar de entender el incremento de la violencia y la criminalidad. Señalaba que "el incremento de la criminalidad y sus consecuencias son el resultado de un proceso de desindustrialización que afecta a Panamá y a toda la región latinoamericana... El trabajador (informal) no tiene empleo estable y, como consecuencia, tampoco tiene una disciplina que le permita organizarse como trabajador y tampoco puede organizarse como hombre o mujer de familia".

Aquí podemos encontrar la causa del debilitamiento de la estructura social, que permite que la criminalidad haga estragos en la familia y en la comunidad. La falta de trabajo, decíamos también, "no sólo debilita el sindicato y todo lo que eso implica, también desintegra la familia y todos los valores asociados a esa institución. La desintegración de la familia hace estragos a nivel de la comunidad donde desaparece la red solidaria de jefes de familia, amas de casa y, sobre todo, de niños y adolescentes que adquieren sus valores primarios en ese marco".

Si existiera consenso en torno a este problema estaríamos legislando en otra dirección. El Ejecutivo tendría otra visión de país y la Corte Suprema de Justicia no fallaría en contra de los intereses de la familia. El problema de fondo, como lo insinúa el escrito de Delgado, se encuentran en nosotros mismos que no queremos ver el problema y nos detenemos ante el árbol sin ver el bosque.

Sobre la seguridad del país o la llamada "seguridad nacional" también escribí un artículo que insistía en la necesidad de legislar con inteligencia y no con intereses pecuniarios. Decía que la presidencia de Martín Torrijos (2004-2009) introdujo elementos de confusión en las funciones de la Policía Nacional. ¿Debe evolucionar la Policía hacia su transformación en un Ejército o debe continuar siendo un híbrido? “Desde que el presidente Ricardo Martinelli asumió la primera magistratura, la militarización de la policía ha avanzado de manera más acelerada. Pero en vez de crear un Ejército para resguardar las fronteras o controlar nuestro espacio aéreo o aguas territoriales, se ha creado un aparato militarizado para controlar todos los aspectos relacionados con la vida política del país".

Esta confusión que no es casual - alimentada por la política exterior de EEUU - convierte a "las comunidades, las ciudades, las carreteras y las zonas rurales en permanentes resguardos militares. El policía confunde al ciudadano con un peligroso enemigo del Estado. A su vez, el soldado sigue órdenes en el campo de batalla frente a un enemigo formado por amas de casa, estudiantes, campesinos y trabajadores. La confusión está conduciendo al país a una situación de caos".

Hay que buscar un “acuerdo” o “consenso” pero en el campo de lo real y concreto. Hay que activar los planes de desarrollo agropecuario y promover la industrialización del país. Los recursos económicos, humanos y culturales para impulsar estos planes los tenemos de sobra. Somos un país muy rico. Las políticas actuales - en forma grosera - desvían esas riquezas hacia negocios especulativos tanto en la banca nacional como extranjera. El despojo se sustenta en leyes aprobadas por la Asamblea de Diputados, refrendadas por el Presidente de la República y protegidas por la Corte Suprema de Justicia.

¿Podemos encontrar consenso entre esa ínfima minoría y la gran mayoría? ¿Hay espacio para encontrar 'acuerdos políticos'? Estoy de acuerdo en buscar el consenso y los acuerdos, pero sobre la base de un conocimiento real del problema, para entonces comenzar a negociar.

23 de agosto de 2012.

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