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sábado, 12 de enero de 2013

Ecuador: Juan Montalvo, combatiente de la libertad

No hay hombres sin tiempo o sin espacio. Por ello, ni la lucha ni la obra de ese combatiente de ideas que fuera Montalvo pueden entenderse fuera del marco histórico del siglo XIX, en el que chocaron las viejas estructuras sociales de la colonia con los nuevos anhelos de libertad que animaban a los pueblos.

Jorge Núñez Sánchez /  Especial para Con Nuestra América
Desde Quito, Ecuador

Los conservadores no creían en la viabilidad de la república, no confiaban en las posibilidades de la democracia, no tenían fe en el país ni en su pueblo y pusieron como condición para ser ciudadano la de ser rico propietario.

Fue contra ese sistema político totalitario y excluyente de las mayorías nacionales, impuesto por los patrones y la jerarquía eclesiástica, que se levantaron Montalvo y otros liberales, quienes defendían, con la pluma o la espada, la opción de una patria libre, con derechos ciudadanos y libertad de conciencia.

En ese esfuerzo por airear la vida social y democratizar la vida política, Montalvo fue una suerte de “profeta en armas”, cuyos combates se desenvolvían en una intransigente búsqueda de libertad y democracia. Pero su lucha no solo fue contra los dictadores de cualquier color, sino contra toda forma de tiranía política, opresión social u oscurantismo religioso.

Con paciencia y sabiduría de verdadero maestro, buscó desterrar del alma de los hombres la tiranía de los vicios y las pasiones ruines, para insuflar el espíritu humano de una verdadera vocación por la virtud, la libertad y la belleza, para ponerlo en aptitud de luchar por el tríptico ideal de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Para cada unas de esas tareas, Montalvo usó medios adecuados a la necesidad y a la circunstancia. Para el combate a los opresores, recurrió a la prensa, el opúsculo y, sobre todo, el panfleto, arma con la que corroyó a dictadores y demolió símbolos e imágenes del poder.

No le fue fácil a nuestro campeón de libertades enfrentarse a las tiranías y despotismos. Atacado, perseguido e infamado por esos poderes negros, tuvo que vivir sucesivos exilios en diversos países americanos, antes de su exilio definitivo en Francia. Pero en cada país encontraba eco en gentes de cultura y combatientes por la libertad, entre los cuales dejaba huellas de su magisterio cívico. Estuvo en México, Panamá, Perú, Chile y varias veces en Colombia, mas su voz resonó con tono formidable en todos los rincones de nuestra América y aún en capitales de Europa.

El resultado fue que todos los pensadores y escritores importantes de su tiempo, y aún los de comienzos del siglo XX, lo leyeron con deleite y lo citaron con reverencia. Entre ellos figuraron José Martí, José María Vargas Vila, Rubén Darío, Emilia Pardo Bazán, Emilio Castelar, Juan Valera, Miguel de Unamuno, José Enrique Rodó, Alfonso Reyes y Benjamín Carrión.

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