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sábado, 12 de enero de 2013

La brevedad de la vida

Un año más se nos ha ido y nos preparamos ahora para vivir el 2013. Como suele suceder cuando se inicia un año nuevo, es tiempo  para hacer lista de propósitos y balance de lo logrado y lo que no se pudo hacer. Es tiempo para constatar que la vida es breve por muy larga que haya sido.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Con razón Óscar Niemeyer,  el genio de la arquitectura contemporánea recientemente muerto a los casi  105 años, en el homenaje que recibió cuando llegó a la centuria  dijo: “Cuando miro hacia atrás, veo que no hice concesiones y que seguí el buen camino. Eso es lo que da una cierta tranquilidad… Lo que vale es la vida entera, cada minuto también. Y creo que pasé bien por ella”.

Hay vidas como las de Niemeyer que son verdaderamente afortunadas. Son extensas e intensas, prolíficas no sólo porque la lotería biológica les ha dado longevidad, sino porque han  aprovechado cada uno de los minutos de su existencia. A los  más de 100 años, Óscar Niemeyer continuaba trabajando en su modesto estudio en Copacabana, Río de Janeiro. Por el contrario hay vidas que largas o cortas son vegetativas, simplemente  contemplativas del desgranarse de los días y de las noches. Y hay vidas  que son efímeras y al mismo tiempo luminosas.  Como las estrellas fugaces que a veces por casualidad contemplamos, cuando en la noche vemos el firmamento.
  

Pienso en el músico vasco Juan Crisóstomo Arriaga, llamado con razón el “Mozart vasco”, autor de una luminosa obra musical y muerto en 1926  cuando tenía apenas 20 años de edad.  En el mismo Mozart, sin el cual sería impensable la música de concierto, muerto en 1791 cuando apenas tenía 35 años durante los cuales compuso más de 600 obras sinfónicas y de concierto, que hoy tienen una vasta popularidad incluso en el gran público. Imposible dejar de evocar a Franz Schubert, autor  de una extensa obra musical y muerto en 1828 a los escasos 31 años de edad. Y en el plano del pensamiento político hay que mencionar a Antonio Gramsci, muerto en 1937 a los 46 años, de los cuales los últimos once los pasó  en las garras de las prisiones del fascismo italiano. Gramsci es hoy reconocido como el autor marxista más reconocido del siglo XX. En América latina, José Carlos Mariátegui, fallecido en 1930 a los 35 años de edad y que quien es hoy uno de los autores  marxistas más influyentes en las ciencias sociales. Como homenaje  no puedo dejar de mencionar a mis maestros, René Zavaleta Mercado, muerto a los 48 años y a Agustín Cueva, fallecido a los 55. Hoy ambos son autores indispensables para la sociología latinoamericana.

Alguna vez leí  que Aristóteles era conciente de la brevedad de la vida y de la necesidad de aprovecharla en cada instante para conocer lo más posible el universo. Por ello trataba de dormir  el menor tiempo posible y de esa manera, convertir  la vigilia en la ventana de la conciencia para poder conocer el mundo lo más posible. Y  recuerdo a mi también mentor, el gran historiador Severo Martínez Peláez, alguna vez diciéndome en mis años de juventud, que deploraba el malgasto de vida de todos aquellos que eran adictos a las bebidas alcohólicas y estupefacientes. Para él, esto era una manera de perder las plenas facultades mentales para poder asomarse a la ventana por la que apenas podíamos atisbar el infinito. Esa ventana es estrecha y es finita y en efecto como me decía mi maestro, hay que aprovecharla al máximo mientras dure.

Les deseo a todos los lectores y lectoras de esta columna un año feliz y una larga e intensa vida.

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