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sábado, 16 de febrero de 2013

Desde el Sur soñamos, nos soñamos

Si el lenguaje es historicidad en palabras, si la escritura es una forma más de la intervención, venimos a celebrar Con Nuestra América, venimos a celebrar que este texto pueda ser leído en un continente que se despierta y se reconoce.

Carla Wainsztok
Desde Buenos Aires, Argentina

Con Nuestra América cumple años y lo venimos a celebrar, convidándonos con nombres propios, con nuestros relatos.  Pero, ¿podemos hablar de relatos propios, diferentes, sin conexión con otras ideas?

Conocernos, reconocernos no supone negar otras formas de pensamientos y teorías. ¿Hay algo tan ajeno a nuestra humanidad? Se trata simplemente de mirar desde el Sur, pensar desde el Sur, soñar y soñarnos desde el Sur. Si algo nos enseñó Martí es que somos el libro importado y las botas de potro.

Leer y escribir desde el Sur es una tarea de creación, de creación heroica, ni calcar, ni copiar. El invento o el error. La escritura como ensayo, como invención; pero también como traducción, interpretación. La escritura y la cita.

Citamos y nos citamos con aquellas mujeres y hombres que formaron Nuestra América Latina. Es una cita con la historia, con la esperanza, con el futuro.

Los relatos eurocéntricos no sólo olvidan a las mujeres y los hombres de otras latitudes sino que constituyen narraciones raciales y racistas, que construyen la más falaz de todas las dicotomías civilización o barbarie. El logos o el grito. Parafraseando a Arturo Roig, el logos nace del grito.

Pero nuestros pensares y sentires intuyen que los gritos en realidad son de las y los que carecen de argumentos. El grito expulsa, intimida. El diálogo habilita el encuentro, compartimos ideas, nos convidamos con relatos hasta hace poco desconocidos. El pensamiento latinoamericano incluye a la ternura.

Hoy los diarios y los medios de comunicación de Nuestra América Latina son lugares privilegiados de batallas culturales, de descolonizaciones pedagógicas. Con Nuestra América es un espacio de ideas flameadas a tiempo.

Siempre me interesaron como se construyen los diccionarios, quiénes son los que pueden establecer las definiciones. Los diccionarios pasan más desapercibidos que los periódicos. Pero recordemos 1492 expulsión de los moros y los judíos, Conquista de América y la Gramática de Nebrija. 1494 creación del primer diccionario castellano.

Sin embargo a pesar de las diferentes formas de dominación sentimos que las descolonizaciones se filtran en los resquicios de las instituciones. Necesitamos hacer un arqueo de nuestras cuentas y nuestros cuentos.

Hoy comienzan a cambiar los nombres de las calles, de las plazas, de las escuelas, hoy es tiempo de bajar monumentos. Es el procerato el que está transformándose. Se modifican las efemérides. Se votan nuevas Constituciones. Se escuchan las voces de los pueblos otrora silenciadas bajo el estigma de la barbarie, del grito.

Las palabras ya sabemos no descienden desde los cielos ni salen de cavernas oscuras, nuestras palabras son construidas en las prácticas de nuestros pueblos. Hay palabras nuevas UNASUR, ALBA, CELAC tal vez este sea un tiempo de designaciones institucionales.

Las palabras que se juntan constituyen un nueva lengua pero ¿Cómo se llama este nuevo tiempo histórico? ¿Quiénes van a ser capaces de instituir su nombre? ¿Quiénes van a enunciar esta nueva lengua?

A veces es difícil considerar en toda su magnitud los cambios cuando estos nos suceden. Es más fácil reflexionar sobre algo ya acontecido, nosotras/os vivimos tiempos históricos y entre la cotidianeidad y demás limitaciones impuestas se nos escapan seguramente algunos grandes y pequeños gestos.

Si el lenguaje es historicidad en palabras, si la escritura es una forma más de la intervención, venimos a celebrar Con Nuestra América, venimos a celebrar que este texto pueda ser leído en un continente que se despierta y se reconoce.

Empezamos a asomarnos con timidez a las nuevas palabras o las ya pronunciadas pero de otra manera, con otros matices. Estamos siendo las palabras y las escrituras que elegimos. Pero sin el derecho de conocer nuestras historias ¿quiénes seremos?

Los conquistadores recelaban que los “indios” (nombre del opresor a la diversidad de pueblos) soñaran en su lengua y soñaran que eran libres. El poder que se entremete hasta en el mundo más íntimo es una pesadilla.

Lejos de las pesadillas, Túpac Amarú, José Martí, Simón Rodríguez, Sandino, Mariátegui, Gabriela Mistral, Hostos tenían sueños diurnos. Sueños de libertad, de emancipaciones. En sus sueños nos estaban esperando, en sus amaneceres nos estaban anhelando.

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