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sábado, 29 de junio de 2013

América Latina: Los medios de comunicación en el centro de la disputa ideológica

Sin trasformaciones legales como las que se aprobaron en Argentina o Ecuador, que intentan democratizar el acceso a los medios, los grandes intereses monopólicos seguirán manipulando a diestra y siniestra. Cada vez se llega más a esta conciencia, pero la batalla por medios de comunicación democráticos será larga y dura.

Rafael Cuevas Molina /Presidente AUNA-Costa Rica

Los grandes medios de comunicación se han transformado en la punta de lanza de los intereses más conservadores. Ante la crisis del sistema político, en la que los partidos han sufrido un enorme desgaste y se encuentran sumidos en una larga crisis de legitimidad, periódicos, emisoras televisivas y agencias de noticias han asumido beligerantemente gran parte de su papel.

Esta situación es posible gracias al papel privilegiado que ocupan en la vida cotidiana de las personas que, independientemente de su posición social, están en contacto con ellos permanentemente.

La revolución tecnológica de las comunicaciones, iniciada a mediados del siglo XX, pero que encontró un nuevo impulso a partir de la década de 1990, proporciona la base material sobre la que se sustenta su preponderancia hoy en día, especialmente la televisión.

Esto queda claro en la coyuntura actual de América Latina.

En primer lugar en Brasil, en donde a tono con el papel que han jugado en otros países de la región, no han dudado en manipular la información que surge de las protestas ciudadanas que han tenido lugar en estos días.

Los mismos dirigentes de tales protestas han tratado de demarcarse de la manipulación grosera que hacen redes como O Globo, pero no solo ella, para llevar agua al molino de las fuerzas conservadoras neoliberales, que tratan de retrotraer al país a la era de la aplicación pura y dura de las políticas neoliberales.

Estas manipulaciones se expresan de múltiples formas: dándole visibilidad a grupos minoritarios que tiene poca o nula incidencia en las protestas, e invisibilizando a otros, que son fuerzas sociales relevantes y mayoritarias, pero cuyas reivindicaciones y discurso no se articula con el de la derecha neoliberal; promoviendo discusiones de “analistas” interesados en relevar aspectos meramente marginales de las protestas, con el fin de llevar agua al molino del descredito del gobierno, etc.

Esta manipulación de los medios, que no es exclusiva de Brasil ni mucho menos, raya en el gamberrismo y, lógicamente, la falta de ética, cuando, como en Nicaragua, la semana pasada los medios de comunicación inventaron una furiosa represión de “fuerzas afines al sandinismo” contra una protesta que llevaban a cabo personas de la tercera edad. En esa oportunidad, no dudaron en trasmitir crudas imágenes de ancianos ensangrentados tras haber sido garroteados. Se trataba, sin embargo, de imágenes tomadas de una manifestación colombiana.

Lo mismo sucedió en Venezuela, cuando la oposición al gobierno bolivariano se opuso al reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente de la república. Imágenes tomadas de la represión a manifestaciones de la llamada Primavera Árabe, fueron trasmitidas y publicadas como habiendo sido recabadas en Caracas.

En buena medida, todas estas situaciones son posibles gracias al monopolio que grupos privados tienen sobre los medios. Habiéndose transformado no solo en un arma ideológica de primer orden sino, también, en un gran negocio, hace mucho tiempo que en ellos se atrincheraron grandes intereses corporativos. Televisa, O Globo, Clarín, en México, Brasil y Argentina, o el Grupo Prisa en España son una muestra de poderosas corporaciones cuyos tentáculos abarcan diarios, editoriales, televisoras y redes radiofónicas.

Estos grupos no solo tratan de torcer la verdad en situaciones como las anteriormente descritas en Brasil, Nicaragua y Venezuela, sino que son, también, las que orquestan las campañas en las que se rasgan las vestiduras porque se está “atropellando la libertad de expresión” por legislaciones como las recientemente adoptadas en Ecuador, o como las medidas que en Argentina han intentado tomarse en relación con el grupo Clarín.

Sin ese tipo de trasformaciones, que intentan democratizar el acceso a los medios, los grandes intereses monopólicos seguirán manipulando a diestra y siniestra. Cada vez se llega más a esta conciencia, pero la batalla por medios de comunicación democráticos será larga y dura.

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