Páginas

sábado, 14 de septiembre de 2013

Chile: 40 años después, apenas terminando el ciclo

Este 40 aniversario del golpe de Estado en Chile encuentra a la sociedad en una verdadera vuelta de tuerca, ante la posibilidad de dar un viraje que le ayude a desembarazarse de la sombra de Pinochet, que todavía sigue gravitando sobre la vida de todos los chilenos.
La sombra de Pinochet sobre
Allende... y sobre Chile.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

El golpe de Estado que derrocó al presidente constitucional Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, abrió las puertas para que la derecha chilena pudiera impulsar sin obstáculos el modelo neoliberal que, para entonces, no había sido puesto en práctica en ninguna parte del mundo.

En efecto, el neoliberalismo hasta entonces no era sino una teoría desarrollada por Milton Friedman y sus colaboradores en la Universidad de Chicago, y no sería sino hasta unos años más tarde cuando la señora Margaret Thatcher lo impulsaría en la Gran Bretaña, provocando con ello un sisma social y político que reprimió a sangre y fuego, a tal punto que esto le valió el mote de La Dama de Hierro.

En Chile, las reformas neoliberales se ejecutaron al compás de la más feroz represión militar, con la asesoría de los economistas de la Universidad de Chicago, los conocidos Chicago Boys, y con la complicidad del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional, quienes se convirtieron, desde entonces, en la triada que habría de impulsar tales políticas en toda América Latina.

Se basaron en lo que desde entonces se conoció como “el consenso de Washington”, que constaba de un listado de políticas económicas consideradas por esos organismos financieros internacionales y centros económicos con sede en Washington, como el mejor programa económico que los países podían aplicar para impulsar el crecimiento. Estas políticas pasaban por  la disciplina fiscal, el reordenamiento de las prioridades del gasto público, la reforma impositiva, la liberalización de las tasas de interés, una tasa de cambio competitiva, la liberalización del comercio internacional, la liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, las privatizaciones, la desregulación y los derechos de propiedad.

Chile se transformó en modelo de la aplicación de tales políticas y, aun hoy, cuando han mostrado sus límites no solo en América Latina sino también en otras latitudes, sigue poniéndose como ejemplo por parte de quienes continúan, empecinadamente, considerando que ellas son la vía que lleva hacia el desarrollo.

Como se sabe, la dictadura de Augusto Pinochet culminó cuando, mediante plebiscito realizado en 1988, la dictadura dio un paso al costado y permitió que volviera el libre juego de partidos políticos y elecciones. Se aseguró, sin embargó, que el modelo que había cimentado quedara intacto, y como tal se ha mantenido hasta nuestros días.

Esa situación ha provocado que Chile sea hoy uno de los países más desiguales del mundo, en el que, a pesar de la riqueza producida, miles de personas se ven marginadas del sistema educativo y de salud, reciben pensiones paupérrimas o se encuentran cada día más en situación de inestabilidad laboral.

Por esta razón, en los últimos años ha habido grandes movilizaciones sociales que exigen el fin del modelo heredado de la dictadura. Especiales protagonistas han sido los jóvenes, quienes ven su futuro comprometido por las altas tasas cobradas en la educación privada y las escasas perspectivas de trabajo digno que se les ofrecen.

Este 11 de septiembre tomó a Chile con una nueva conciencia respecto de su pasado y de su futuro. Si bien por años le fueron ocultados o tergiversados los hechos del golpe y sus resultados, hoy hay una creciente demanda de verdad, lo que ha obligado a que muchos de los que fueron ejecutores o cómplices de las barbaridades cometidas tengan que dar la cara. Y, por otro lado, hay también cada vez más gente, y son más enérgicas las demandas, para que las cosas cambien, se deje de lado la lógica neoliberal, y se pueda construir un Chile más justo y equitativo.

Este 40 aniversario del golpe de Estado en Chile encuentra a la sociedad en una verdadera vuelta de tuerca, ante la posibilidad de dar un viraje que le ayude a desembarazarse de la sombra de Pinochet, que todavía sigue gravitando sobre la vida de todos los chilenos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario