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sábado, 22 de febrero de 2014

Venezuela sigue asediada

Las movilizaciones de la oposición venezolana son eso: movilizaciones de la oposición. No se trata de estudiantes apolíticos, un “tercer sector”, como algunos le llaman, que entra en el escenario político del país. Estas movilizaciones buscan derrocar al gobierno, sacar al presidente constitucionalmente electo sin seguir las vías democráticas que dicta la Constitución.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

Lo que está pasando en Venezuela en estos días no es nuevo, viene sucediendo desde que Hugo Chávez llegó al poder. La oposición venezolana ha utilizado todo tipo de estrategias para tratar de desestabilizar al gobierno bolivariano. El momento en que más cerca estuvo de lograrlo fue en el 2002, cuando dieron un golpe de estado y colocaron a Pedro Carmona durante unas horas en la presidencia.

La oposición venezolana ha perdido 18 elecciones, entre ellas las últimas, las  municipales del pasado mes de diciembre, en las que las fuerzas chavistas  aumentaron su ventaja en relación a la que habían obtenido en las presidenciales de principios de año.

Estaba ilusionada esta oposición con que, por el escaso margen con el que habían perdido ante Nicolás Maduro, ganarían las municipales. Pero el chavismo les dio una verdadera tunda.

Apostaron al descontento de la gente con una serie de problemas: escasez de ciertos productos básicos; alza en el costo de la vida; inseguridad y violencia cotidiana. Tales problemas, y otros, forman parte de una estrategia que los crea y los alimenta: especulación, acaparamiento, pago de bandas armadas y mucha mentira mediática.

Se trata de un verdadero asedio bien organizado que, sin embargo, apuesta a tácticas y estrategias que no son nuevas. Se aplicaron en Chile, Honduras y  Paraguay, en donde dieron resultado. Pero también en otros sitios, en donde han fracasado: en Bolivia y en Ecuador, por ejemplo, y en Venezuela, por supuesto.

En Venezuela, como parte de las mismas transformaciones que impulsó el chavismo, existe la posibilidad de revocar el mandato presidencial. En este caso, en el 2015. Una parte de la oposición venezolana, a la cual pertenece el que fuera candidato opositor a Nicolás Maduro, Henrique Capriles, apostó a acumular fuerzas para recabar las firmas necesarias y llevar a cabo el referéndum revocatorio; pero otra parte no puede aguantarse y apuesta por la movilización constante que ha desembocado en violencia. Es el ala a la que pertenece Leopoldo López.

Las movilizaciones de la oposición venezolana son eso: movilizaciones de la oposición. No se trata de estudiantes apolíticos, un “tercer sector”, como algunos le llaman, que entra en el escenario político del país. Estas movilizaciones buscan derrocar al gobierno, sacar al presidente constitucionalmente electo sin seguir las vías democráticas que dicta la Constitución. Se dicen bajo el imperio de una dictadura y por ello apelan a la sublevación como un derecho humano pero, les guste o no, tienen los mecanismos para evitar la violencia y hacer las cosas como lo manda la ley. ¿Temen, acaso, perder de nuevo: no poder recoger el número de firmas necesario para convocar al referéndum o, tal vez, poder convocarlo y que se ratifique a Maduro?

Venezuela no es Honduras. Aquí, el chavismo tiene mayoría en la Asamblea Nacional, y un pueblo y un aparato partidario mucho mejor organizado que cuando, en el 2002, Hugo Chávez sufrió el golpe de estado. Puede pasar, sin embargo, cualquier cosa, porque el asedio al que se le somete no es solo nacional, sino internacional. Los Estados Unidos juegan un papel muy importante en esto por varias razones: primero, porque desde Venezuela importan una cantidad importante del petróleo que consume y que es necesario para el funcionamiento de su economía; en segundo lugar, porque Venezuela juega un papel clave en la geoestrategia regional que se le ha complicado con los gobiernos nacional-populares que han surgido en los últimos años. Hace todos los esfuerzos por volver a los tiempos en que su “hágase” era voz de mando en todo el continente, y organiza desde asociaciones de países alternativas a la ALBA (como la Alianza del Pacífico), hasta financiar grupos subversivos. Así han actuado siempre los Estados Unidos y así seguirán actuando.

Este ataque mayúsculo contra la institucionalidad venezolana cuenta con los apoyos de siempre, los Oscar Arias, los Uribes, los MacCain. Cuentan también con que la desinformación que bombardea mañana, tarde y noche cale entre la gente. Para eso está CNN, que se comporta como verdadera vocera de los intereses más retrógrados de los Estados Unidos y de la derecha latinoamericana, no solo de Venezuela. Con el solo hecho de contar entre sus “analistas” a Carlos Montaner hemos dicho todo. Y cuentan también con todo un aparato que difunde verdaderas mentiras a través de las redes sociales y otros medios de comunicación. Han sido denunciadas decenas de fotografías falsas, tomadas de la Plaza Tahrir en el Cairo, de Cataluña y de muchas otras partes, incluyendo a los Estados Unidos y el mismo diario El Clarín de Buenos Aires publicó una de estas fotos falsas en su portada. Pero eso ya es cuento viejo, porque influyentes y “muy prestigiosos” diarios españoles lo han hecho ya en el pasado, como cuando colocaron en primera página una foto falsa de Chávez entubado y apunto de muerte cuando sufría cáncer y era tratado en La Habana.

Asediada, Venezuela resiste. Apoyarse en el pueblo, profundizar las reformas a su favor debe ser la consigna.


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