Las movilizaciones de la oposición
venezolana son eso: movilizaciones de la oposición. No se trata de estudiantes
apolíticos, un “tercer sector”, como algunos le llaman, que entra en el
escenario político del país. Estas movilizaciones buscan derrocar al gobierno,
sacar al presidente constitucionalmente electo sin seguir las vías democráticas
que dicta la Constitución.
Rafael
Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
Lo que está pasando en Venezuela en
estos días no es nuevo, viene sucediendo desde que Hugo Chávez llegó al poder.
La oposición venezolana ha utilizado todo tipo de estrategias para tratar de
desestabilizar al gobierno bolivariano. El momento en que más cerca estuvo de
lograrlo fue en el 2002, cuando dieron un golpe de estado y colocaron a Pedro
Carmona durante unas horas en la presidencia.
La oposición venezolana ha perdido 18
elecciones, entre ellas las últimas, las
municipales del pasado mes de diciembre, en las que las fuerzas
chavistas aumentaron su ventaja en
relación a la que habían obtenido en las presidenciales de principios de año.
Estaba ilusionada esta oposición con
que, por el escaso margen con el que habían perdido ante Nicolás Maduro,
ganarían las municipales. Pero el chavismo les dio una verdadera tunda.
Apostaron al descontento de la gente con
una serie de problemas: escasez de ciertos productos básicos; alza en el costo
de la vida; inseguridad y violencia cotidiana. Tales problemas, y otros, forman
parte de una estrategia que los crea y los alimenta: especulación,
acaparamiento, pago de bandas armadas y mucha mentira mediática.
Se trata de un verdadero asedio bien
organizado que, sin embargo, apuesta a tácticas y estrategias que no son
nuevas. Se aplicaron en Chile, Honduras y
Paraguay, en donde dieron resultado. Pero también en otros sitios, en
donde han fracasado: en Bolivia y en Ecuador, por ejemplo, y en Venezuela, por
supuesto.
En Venezuela, como parte de las mismas
transformaciones que impulsó el chavismo, existe la posibilidad de revocar el
mandato presidencial. En este caso, en el 2015. Una parte de la oposición
venezolana, a la cual pertenece el que fuera candidato opositor a Nicolás
Maduro, Henrique Capriles, apostó a acumular fuerzas para recabar las firmas
necesarias y llevar a cabo el referéndum revocatorio; pero otra parte no puede
aguantarse y apuesta por la movilización constante que ha desembocado en
violencia. Es el ala a la que pertenece Leopoldo López.
Las movilizaciones de la oposición
venezolana son eso: movilizaciones de la oposición. No se trata de estudiantes
apolíticos, un “tercer sector”, como algunos le llaman, que entra en el
escenario político del país. Estas movilizaciones buscan derrocar al gobierno,
sacar al presidente constitucionalmente electo sin seguir las vías democráticas
que dicta la Constitución. Se dicen bajo el imperio de una dictadura y por ello
apelan a la sublevación como un derecho humano pero, les guste o no, tienen los
mecanismos para evitar la violencia y hacer las cosas como lo manda la ley.
¿Temen, acaso, perder de nuevo: no poder recoger el número de firmas necesario
para convocar al referéndum o, tal vez, poder convocarlo y que se ratifique a
Maduro?
Venezuela no es Honduras. Aquí, el
chavismo tiene mayoría en la Asamblea Nacional, y un pueblo y un aparato
partidario mucho mejor organizado que cuando, en el 2002, Hugo Chávez sufrió el
golpe de estado. Puede pasar, sin embargo, cualquier cosa, porque el asedio al
que se le somete no es solo nacional, sino internacional. Los Estados Unidos
juegan un papel muy importante en esto por varias razones: primero, porque
desde Venezuela importan una cantidad importante del petróleo que consume y que
es necesario para el funcionamiento de su economía; en segundo lugar, porque
Venezuela juega un papel clave en la geoestrategia regional que se le ha
complicado con los gobiernos nacional-populares que han surgido en los últimos
años. Hace todos los esfuerzos por volver a los tiempos en que su “hágase” era
voz de mando en todo el continente, y organiza desde asociaciones de países
alternativas a la ALBA (como la Alianza del Pacífico), hasta financiar grupos
subversivos. Así han actuado siempre los Estados Unidos y así seguirán
actuando.
Este ataque mayúsculo contra la
institucionalidad venezolana cuenta con los apoyos de siempre, los Oscar Arias,
los Uribes, los MacCain. Cuentan también con que la desinformación que
bombardea mañana, tarde y noche cale entre la gente. Para eso está CNN, que se
comporta como verdadera vocera de los intereses más retrógrados de los Estados
Unidos y de la derecha latinoamericana, no solo de Venezuela. Con el solo hecho
de contar entre sus “analistas” a Carlos Montaner hemos dicho todo. Y cuentan
también con todo un aparato que difunde verdaderas mentiras a través de las redes
sociales y otros medios de comunicación. Han sido denunciadas decenas de
fotografías falsas, tomadas de la Plaza Tahrir en el Cairo, de Cataluña y de
muchas otras partes, incluyendo a los Estados Unidos y el mismo diario El
Clarín de Buenos Aires publicó una de estas fotos falsas en su portada. Pero
eso ya es cuento viejo, porque influyentes y “muy prestigiosos” diarios
españoles lo han hecho ya en el pasado, como cuando colocaron en primera página
una foto falsa de Chávez entubado y apunto de muerte cuando sufría cáncer y era
tratado en La Habana.
Asediada, Venezuela resiste. Apoyarse en el pueblo, profundizar las reformas a su favor debe ser la consigna.
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