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sábado, 25 de octubre de 2014

Angustia, dolor, esperanza

Tales son los sentimientos que se experimentan al leer las noticias provenientes de diversos rincones del planeta.

Arnoldo Mora Rodríguez* / Especial para Con Nuestra América

El ébola acapara  los titulares. Los Ministerios de Salud,  la OMS, la OPS, la ONU, hasta los hospitales y los aeropuertos están en estado de máxima alerta debido a la facilidad con que se trasmite este mortífero virus proveniente de África. La causa fundamental de este apocalíptico flagelo radica en las condiciones deplorables (falta de higiene y desnutrición) en que han vivido no pocos de esos países, víctimas en el pasado de la esclavitud y del saqueo inmisericorde de sus riquezas naturales por parte de las metrópolis coloniales. Epidemias como el sida y el ébola tienen allí su verdadero origen  y señalan con el dedo acusador  a sus reales responsables. No culpemos a los pueblos más pobres sino a quienes  los han empobrecido.

Frente a esa aterradora amenaza, se levanta el ejemplo de Cuba, un pequeño país que, pese al infame bloqueo, universalmente repudiado,  de mas de medio siglo a que la ha sometido, violando el derecho internacional, la mayor potencia militar de la historia y vecino cercano, posee uno de los mejores sistemas de salud y avances en la investigación científica, como lo han reconocido   organismos internacionales especializados. Cuba ha enviado a Africa desde hace tiempo más  de 2 mil médicos y, para esta emergencia del Ebola, se ofrecieron miles de  voluntarios, de los cuales mandó 165 y mas recientemente otros 68 especialistas solamente a un país, Sierra Leona, el país mas azotado por ese flagelo. Este gesto mereció el reconocimiento  del Secretario de Estado John  Kerry, y un  editorial elogioso del New York Times, por no hablar del coro mundial de voces que se elevaron en el mundo entero llenos de admiración por una Revolución tantas veces víctima de una multimillonaria campaña de difamación y odio. Por su parte, los países del ALBA se han reunido de emergencia en La Habana para coordinar la ayuda a las regiones africanas afectadas. Todo lo cual nos llena de esperanza de que la solidaridad terminará por triunfar frente al egoísmo  y la indiferencia.

Por contraste, los sentimientos de dolor nos estremecen ante la angustia que sufren pueblos enteros en el vecino México donde, a los miles de muertos y desaparecidos provocados por la guerra contra los carteles del narcotráfico y del contrabando de armas, se suman ahora el asesinato de  6 estudiantes y  de 43 desaparecidos solamente en el Estado de Guerrero. Genocidios de estas dimensiones  solo se pueden perpetrar con la complicidad de las fuerzas de la policía y del ejército y la participación directa o pasiva de las autoridades locales, amedrentadas y corruptas.  Más que impunidad, lo que hay ahora ya mítica Revolución en ese país es la participación directa de un Estado no solo fallido, sino dominado por los carteles que lucran con el multimillonario negocio de la droga, del trasiego ilegal  de armas y, sobre todo, del lavado que allí se origina. La  sistemática destrucción de los logros -el más importante de los cuales ha sido la consolidación del Estado-Nación- de la Revolución llevada a cabo por ese heroico pueblo al costo de un millón de muertos a principios del siglo pasado, es la causa de este genocidio  que viene sufriendo la Patria de Juárez y Zapata.

Pero ya los movimientos de solidaridad  con el pueblo mejicano se hacen sentir  en todas partes. Frente a los gritos de angustia y dolor se levantan las voces de la esperanza.

*Filósofo costarricense, ex Ministro de Cultura y miembro de la Academia Costarricense de la Lengua.

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