Tales
son los sentimientos que se experimentan al leer las noticias provenientes de diversos
rincones del planeta.
Arnoldo Mora Rodríguez* / Especial para
Con Nuestra América
El ébola
acapara los titulares. Los Ministerios
de Salud, la OMS, la OPS, la ONU, hasta
los hospitales y los aeropuertos están en estado de máxima alerta debido a la
facilidad con que se trasmite este mortífero virus proveniente de África. La causa
fundamental de este apocalíptico flagelo radica en las condiciones deplorables
(falta de higiene y desnutrición) en que han vivido no pocos de esos países, víctimas
en el pasado de la esclavitud y del saqueo inmisericorde de sus riquezas
naturales por parte de las metrópolis coloniales. Epidemias como el sida y el ébola
tienen allí su verdadero origen y
señalan con el dedo acusador a sus
reales responsables. No culpemos a los pueblos más pobres sino a quienes los han empobrecido.
Frente
a esa aterradora amenaza, se levanta el ejemplo de Cuba, un pequeño país que, pese
al infame bloqueo, universalmente repudiado, de mas de medio siglo a que la ha sometido,
violando el derecho internacional, la mayor potencia militar de la historia y
vecino cercano, posee uno de los mejores sistemas de salud y avances en la
investigación científica, como lo han reconocido organismos internacionales especializados.
Cuba ha enviado a Africa desde hace tiempo más
de 2 mil médicos y, para esta emergencia del Ebola, se ofrecieron miles
de voluntarios, de los cuales mandó 165 y
mas recientemente otros 68 especialistas solamente a un país, Sierra Leona, el
país mas azotado por ese flagelo. Este gesto mereció el reconocimiento del Secretario de Estado John Kerry, y un
editorial elogioso del New York Times, por no hablar del coro mundial de
voces que se elevaron en el mundo entero llenos de admiración por una
Revolución tantas veces víctima de una multimillonaria campaña de difamación y
odio. Por su parte, los países del ALBA se han reunido de emergencia en La Habana
para coordinar la ayuda a las regiones africanas afectadas. Todo lo cual nos
llena de esperanza de que la solidaridad terminará por triunfar frente al
egoísmo y la indiferencia.
Por
contraste, los sentimientos de dolor nos estremecen ante la angustia que sufren
pueblos enteros en el vecino México donde, a los miles de muertos y
desaparecidos provocados por la guerra contra los carteles del narcotráfico y
del contrabando de armas, se suman ahora el asesinato de 6 estudiantes y de 43 desaparecidos solamente en el Estado de
Guerrero. Genocidios de estas dimensiones solo se pueden perpetrar con la complicidad de
las fuerzas de la policía y del ejército y la participación directa o pasiva de
las autoridades locales, amedrentadas y corruptas. Más que impunidad, lo que hay ahora ya mítica
Revolución en ese país es la participación directa de un Estado no solo
fallido, sino dominado por los carteles que lucran con el multimillonario
negocio de la droga, del trasiego ilegal
de armas y, sobre todo, del lavado que allí se origina. La sistemática destrucción de los logros -el más
importante de los cuales ha sido la consolidación del Estado-Nación- de la
Revolución llevada a cabo por ese heroico pueblo al costo de un millón de
muertos a principios del siglo pasado, es la causa de este genocidio que viene sufriendo la Patria de Juárez y
Zapata.
Pero
ya los movimientos de solidaridad con el
pueblo mejicano se hacen sentir en todas
partes. Frente a los gritos de angustia y dolor se levantan las voces de la
esperanza.
*Filósofo
costarricense, ex Ministro de Cultura y miembro de la Academia Costarricense de
la Lengua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario