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sábado, 4 de abril de 2015

VII Cumbre de las Américas: No al libre comercio

En contraste con los propósitos de la I Cumbre, la VII debería ser la oportunidad para comenzar a denunciar los tratados de libre comercio que sigue impulsando tanto EE.UU. como Europa, y que se imponen sin contemplaciones.

Juan J. Paz y Miño Cepeda /  El Telégrafo (Ecuador)

En enero de 1994 entró en vigencia el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) entre Canadá, EE.UU. y México. Bajo esa inspiración, en diciembre del mismo año se reunió la I Cumbre de las Américas en Miami, que pretendió lograr la constitución del ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas), un sueño impulsado por  EE.UU. desde la I Conferencia Interamericana en 1890, que derivó en la creación de la Unión Panamericana (1910), antecesora de la OEA (1948).

Para disgusto de EE.UU., el sueño del ALCA flaqueó desde la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela (1999-2013). Este Presidente fue pionero en cuestionar los tratados de libre comercio, de manera que en la Cumbre Extraordinaria realizada en Monterrey (México) en enero de 2004, se acordó flexibilizar la propuesta. Pero en diciembre del mismo año, Venezuela y Cuba dieron origen al ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), una propuesta de integración ajena al “libre” comercio y enfocada a la soberanía latinoamericana, la erradicación de la pobreza y la construcción de sociedades equitativas, justas y con nuevas democracias.

Sin embargo, solo a partir de 2003 comenzaron a sucederse otros gobiernos de nueva izquierda (Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Nicaragua y relativamente Chile), de modo que en la IV Cumbre realizada en Mar del Plata (Argentina) en noviembre de 2005, el ALCA fue cuestionada, ante el asombro del presidente George W. Bush (2001-2009). La V (2009) y la VI Cumbre (2012) dieron un giro a las cuestiones americanas y fue el presidente ecuatoriano Rafael Correa quien encabezó una posición radical para América Latina: no asistiría a una nueva cumbre, si otra vez se excluía a Cuba.

Entre el 10 y 11 de abril se realizará en Panamá la VII Cumbre de las Américas, a la que asistirán unos 35 jefes de Estado y de gobierno. Está de por medio un doble y reciente cambio en la geopolítica continental: de una parte, EE.UU. y Cuba han iniciado un proceso de acercamiento que con seguridad terminará con el bloqueo a la isla; y, de otra parte, Venezuela ha sido considerada como una “amenaza” a la seguridad del mismo EE.UU.

Aunque la VII Cumbre ha planteado como tema central Prosperidad con Equidad: El Desafío de Cooperación en las Américas, es seguro que también será un foro en el cual se advertirá el nuevo papel que ha comenzado a jugar en el continente la propia América Latina, en nada dispuesta a seguir soportando antiguas políticas imperialistas que afecten a su soberanía, dignidad y democracia.

En contraste con los propósitos de la I Cumbre, la VII debería ser la oportunidad para comenzar a denunciar los tratados de libre comercio que sigue impulsando tanto EE.UU. como Europa, y que se imponen sin contemplaciones. Ecuador suscribió en 2014 el tratado comercial con Europa. Se negoció sobre la base de lo que Colombia y Perú ya suscribieron. Y eso resulta grave para Ecuador, pues se afectan áreas muy sensibles en compras públicas, servicios y, sobre todo, propiedad intelectual.

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