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viernes, 28 de agosto de 2015

Guatemala: La pareja presidencial

Los nazis en la Alemania de la segunda guerra mundial, los militares argentinos y chilenos durante la guerra sucia, son ejemplos de cómo el terror contrainsurgente está íntimamente asociado a la corrupción. Esto sucedió también en Guatemala y marcó inevitablemente a la transición a una democracia corrupta y de muy mala calidad.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

No me estoy refiriendo en lo fundamental a la alegada pareja sentimental que conforman el presidente Pérez Molina y la ex vicepresidenta Roxana Baldetti, ahora encarcelada. Me refiero a la pareja que constituye  el objetivo central del perverso equipo que formaron desde hace varios años: el poder y el dinero. Pérez Molina y Baldetti pasarán a la historia como encarnación de la corrupción en la historia reciente de Guatemala. Puede decirse que en el imaginario guatemalteco probablemente ya desplazaron al ex presidente Alfonso Portillo cuya imagen de corrupto está asociada ahora a la enorme popularidad que tiene.

Pérez Molina y Baldetti se parecen mucho a la pareja que aparece en la serie estadounidense de televisión “House of Cards”, que versa precisamente sobre el poder y el dinero. La diferencia es que el protagonista de dicha serie desprecia profundamente a los que estando en el poder,  privilegian la búsqueda del dinero porque según él, los verdaderos ganadores lo que acumulan es el  poder.

Pérez Molina y Baldetti privilegiaron la búsqueda del dinero, una jugosa tajada de 14 mil millones de quetzales anuales según dicen las informaciones periodísticas. Lo que no entiendo es porque se expresa tanto asombro. ¿Es en realidad una sorpresa que ahora sea denunciado por el Comisionado de la CICIG como el número 1 de la banda criminal de contrabando aduanero denominada “La Línea”? Siempre supimos la catadura del hoy presidente en desgracia. Pérez Molina era el reputado “número 1” de la logia criminal y clandestina llamada “El Sindicato”. Su mala reputación ha sido tan grande como la del general Francisco Ortega Menaldo, el también reputado jefe de la otra logia criminal y clandestina: “La Cofradía”.

La noche del 6 de noviembre de 2011 pude ver -en el hotel de la ciudad de Guatemala que sirvió como centro de cómputo- a todo el establishment neoliberal celebrando gustosamente el triunfo de Pérez Molina en la segunda vuelta electoral. Incluidos algunos de los que después fueron sus ministros y ahora indignados están renunciando. ¿Ignoraban acaso que el general además de represor era corrupto? ¿No sabían cómo se conducía su pareja y compañera de fórmula electoral? En el contexto de la guerra contrainsurgente se fueron constituyendo equipos que servían para cumplir funciones financieras, logísticas y operativas que fueron el huevo de la serpiente para el surgimiento de la “Red Moreno”, “El Sindicato” y “La Cofradía”. Y estas estructuras criminales se volvieron  los actores de las pistas subterráneas de la política nacional. Acaso los espacios donde se tomaban decisiones esenciales en muchos aspectos.

Los nazis en la Alemania de la segunda guerra mundial, los militares argentinos y chilenos durante la guerra sucia, son ejemplos de cómo el terror contrainsurgente está íntimamente asociado a la corrupción. Esto sucedió también en Guatemala y marcó inevitablemente a la transición a una democracia corrupta y de muy mala calidad. Los civiles organizaron partidos políticos que se convirtieron  en grupos afanosos de ganar el poder para poder acumular dinero.

Y el sistema de partidos políticos en Guatemala se volvió volátil y avieso.

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