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sábado, 9 de enero de 2016

Guatemala: Anticomunismo y neoliberalismo

Hoy como ayer el anticomunismo es el discurso para legitimar un régimen excluyente, empobrecedor y creador de las mayores desigualdades. Fue ese discurso el que enarboló el ejército guatemalteco en la segunda mitad del siglo XX,  para justificar  una guerra contrainsurgente que defendía a un orden igualmente excluyente y desigual que era reproducido por  la dictadura más feroz de América Latina.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México.

Dos noticias han sido importantes en los últimos días en Guatemala. El arresto de 14 ex militares por el delito de la desaparición forzada de al menos 558 personas en la década de los ochenta del siglo pasado. También  el violento discurso en el municipio de Guastatoya del todavía presidente Alejandro Maldonado,  en el contexto de su defensa de los “salarios mínimos diferenciados”.  Ambas noticias esconden un hilo de continuidad pese a que pueden ser diferenciadas. El discurso de Maldonado reveló cuan profundo es el atavismo anticomunista que impregna a buena parte de la clase política guatemalteca. Principalmente a la de viejo cuño, como lo es el propio Maldonado. Profundamente alterado por una manifestación con carteles,  realizada por un pequeño grupo universitario que  se oponen a los llamados salarios diferenciados, Maldonado pronunció un iracundo discurso que no tiene desperdicio.

La lógica neoliberal articuló su exaltada argumentación: el salario mínimo diferenciado, menor al establecido por ley,  hecho para atraer inversiones expoliadoras de los trabajadores, lo “pueden tomar o dejar”. Detrás del trabajador o trabajadora que no acepte ese trabajo de salario miserable prescrito para cuatro municipios del país, “habrá una madre enferma, un padre con necesidades” o alguien con “hermanitos muertos de hambre” que  sí lo aceptará. No importa que  este salario mínimo de poco más de 1,900 quetzales,  no alcance para cubrir la canasta básica en los municipios que se han escogido para atraer inversiones. A la lógica neoliberal se unió la lógica anticomunista: los que se oponen a los salarios mínimos diferenciados son leninistas o fascistas, en pocas palabras partidarios de dictaduras totalitarias.

Hoy como ayer el anticomunismo es el discurso para legitimar un régimen excluyente, empobrecedor y creador de las mayores desigualdades. Fue ese discurso el que enarboló el ejército guatemalteco en la segunda mitad del siglo XX,  para justificar  una guerra contrainsurgente que defendía a un orden igualmente excluyente y desigual que era reproducido por  la dictadura más feroz de América Latina. Entre los militares capturados se encuentran generales como  Benedicto Lucas García (hermano del ex presidente Lucas García), Manuel Antonio Callejas (uno de los reputados jefes de la organización criminal llamada “La Cofradía”), Francisco Luis Gordillo (uno de los triunviros del golpe de estado que encabezó Ríos Montt). Todos ellos involucrados en un proyecto de  contrainsurgencia anticomunista que se sustentó ideológicamente en las otredades negativas del “comunista” y del “indio”. Hoy están asistiendo a su cita con la historia.

Según Maldonado, los trabajadores pueden escoger entre medio morirse de hambre o morirse totalmente de hambre. Y todos aquellos que se opongan a esa feroz disyuntiva, son los mismos de siempre, los partidarios de dictaduras totalitarias, “leninistas” que es lo mismo que “comunistas”. La cultura del terror que expresa en su discurso el fervoroso anticomunista, fue precisamente la que asesinó a comunistas, pero también a demócrata cristianos como Danilo Barillas o a socialdemócratas como Manuel Colom Argueta, a quien el ahora presidente interino demagógicamente exalta.

Y esos crímenes fueron cometidos por unas dictaduras a las que no fue ajeno Alejandro Maldonado.

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