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sábado, 28 de mayo de 2016

Guatemala: Refundar el Estado

La refundación del Estado para que tenga un sentido progresivo tiene que asentarse en una  correlación de fuerzas en la cual lo popular tenga un peso determinante. Si eso no sucede así, la refundación tendrá un desenlace reaccionario e involutivo.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Probablemente ya poco se pueda agregar a todo lo que se ha venido diciendo durante  el mes de mayo con respecto a la refundación del Estado. Acaso el reactivar esa discusión,  haya sido el único mérito que haya tenido la iniciativa del ex presidente Jorge Serrano Elías al convocar a un “Frente Amplio de Refundación”, que busca precisamente eso, refundar el Estado.  Entre las personas que la prensa ha mencionado como parte de esa iniciativa,  se encuentran  dos figuras prominentes provenientes de la contrainsurgencia, el capitán Oscar Platero Trabanino y el teniente coronel Otto Bernal. El primero  fue vicepresidente  de la Fundación contra el Terrorismo y el segundo, además de su trayectoria militar, tuvo efímeras pretensiones  presidenciales a través del  partido Corazón  Nueva Nación. También se encuentran dos figuras históricas de la insurgencia, los comandantes Pablo Monsanto y César Montes. En días pasados estos personajes y otros más se reunieron en Panamá con el ex presidente Serrano Elías para organizar las acciones para refundar el Estado en Guatemala.

Advierto en la  iniciativa dos inconvenientes. En primer lugar, cualquier iniciativa encabezada por Jorge Serrano Elías seguramente es un proyecto que nacerá muerto. El desprestigio de Serrano Elías es muy grande desde que imitando a Fujimori encabezó una suerte de autogolpe el 23 de mayo de 1993, al disolver el Congreso de la Republica, la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Constitucionalidad. A diferencia de Fujimori, la jugada autoritaria no le salió bien y Serrano  fue derrocado siete días después y tuvo que salir al exilio en Panamá. En este lugar vive y de ese lugar quiere regresar a Guatemala. Es probable que toda esta iniciativa refundacional sea una jugada política para poner fin a su destierro. Por otra parte no me causa ningún entusiasmo que alguien proveniente de una organización de extrema derecha encabece  un proceso refundacional. En segundo lugar, para que no sea espuria la refundación del Estado tiene que ser antecedida por un vasto movimiento político y social que busque una transformación esencial del orden existente. Esto es lo que el teórico italiano Antonio Negri ha llamado “el poder constituyente”. Ese poder fue lo que observamos en los procesos políticos que culminaron en  procesos de este orden en Venezuela, Ecuador y Bolivia y ese poder es precisamente el que no se advierte en Guatemala. Las grandes movilizaciones de 2015 en Guatemala estuvieron limitadas a la antipolítica y culminaron en la elección de Jimmy Morales, epílogo anticlimático de un ciclo de  cinco meses de movilizaciones en los cuales se pusieron  muchas esperanzas.

La refundación del Estado para que tenga un sentido progresivo tiene que asentarse en una  correlación de fuerzas en la cual lo popular tenga un peso determinante. Si eso no sucede así, la refundación tendrá un desenlace reaccionario e involutivo. Una asamblea constituyente en Guatemala en estos momentos muy probablemente terminaría en una profundización de la voluntad neoliberal que es muy fuerte en el seno de  los poderes facticos en el país.

Así las cosas, ¿para qué propiciar una regresión?

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