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sábado, 17 de septiembre de 2016

Resistencia y esperanza de los pueblos latinoamericanos

Estamos asistiendo estos años a una envestida económica, mediática, cultural e ideológica brutal, por parte del neoliberalismo contra los procesos políticos progresistas en América Latina. No es que alguna vez la derecha se haya ido y que ahora esté de regreso, no. Si observamos bien, la derecha nunca se ha ido, y nuca se irá por voluntad propia.

Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América

En el único país donde la derecha no se fue, sino la echaron, fue en Cuba; porque en Cuba hubo una revolución radical; hubo un cambio profundo del modelo económico. En el socialismo cubano no tenían lugar los capitalistas, esos que siempre pusieron el capital por encima del ser humano. La oligarquía batistiana huyó de la isla y, creían que regresarían pronto; pensaban que los barbudos de la Sierra Maestra no podrían gobernar el infierno que ellos estaban dejando; menospreciaron las capacidades de los revolucionarios, creyendo que tarde o temprano -por las buenas o las malas-, ellos retornarían a seguir administrando el prostíbulo en que había convertido el país Fulgencio Batista. Pero se equivocaron. Allá en Miami están delirando; son algunos octogenarios batistianos, que cada vez que despiertan de sus pesadillas pegan sus alaridos. Saben que a Cuba no volverán jamás, porque en Cuba se gestó una revolución popular.

No podemos decir lo mismo de otros procesos políticos progresistas de América Latina; en esos países las oligarquías nativas en contubernio con el capital transnacional nunca salieron, ni nunca fueron echados, ahí están; en algunos casos no son gobierno, pero siguen teniendo poder. Y en los países donde han vuelto a ser gobierno, como en Brasil y Argentina, lo hacen mostrando toda su fiereza desde todos los poderes del Estado, contra los ninguneados y vilipendiados.

En estos tiempos, el poder mediático en América Latina insiste en hacer creer la necesidad de más Mercado y menos Estado. Es el mismo discurso de hace varias décadas, cuyas políticas empobrecieron a nuestros pueblos y saquearon las riquezas de nuestras naciones. Los políticos que ayer administraron el Estado para beneficiar a las grandes empresas, hoy se presentan como la alternativa frente a los “estatistas”. Son innombrables los políticos de derecha que otra vez quieren atragantarse con los buenos negocios en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Colombia.

Pero no solo es la prensa de aquí, también están los medios españoles que quieren dar cátedra de democracia. ¿Qué tienen que objetar ellos a los gobiernos progresistas de América Latina? ¿Quién le ha dado a la gran prensa española el status de supervisora de las democracias en nuestra región? ¿Qué autoridad moral tiene ese grupito de periodistas trasnochados de la televisión española para decir lo que debe hacer y lo que no debe hacer Evo Morales, Rafael Correa o Nicolás Maduro? No señores, nosotros ya no somos sus colonias; preocúpense por ustedes, que no son pocos los problemas que tienen con su democracia, que ya lleva produciendo cerca de cuatro millones de parados.

¿Por qué será que hoy quienes siempre han hablado de libertad de prensa, no dicen nada cuando el gobierno gendarme de Mauricio Macri deja por fuera a Telesur del paquete básico de cablera en Argentina? Sencillamente porque la derecha viene desarrollando una guerra ideológica y cultural en todo América Latina.

Lo que el gobierno de Macri ha hecho contra Telesur es una muestra no sólo de que la derecha nunca ha creído en la libertad de prensa -por eso la persigue y la censura-, sino que siempre ha temido la confrontación de ideas. Tampoco acepta que nuestros pueblos conozcan la historia, esa historia de explotación y saqueo a manos de las oligarquías. Una vez más pretende que nuestros pueblos vuelvan a creer que su destino dependerá de las migajas que caen de sus mesas.

Pero se equivoca, porque los pueblos de América Latina han crecido en dignidad y han aprendido a defender sus derechos.

Continuarán las grandes arremetidas neoliberales de esa derecha bruta, pero también vendrán las grandes resistencias de los pueblos que han decidido ser libres. Las luchas que se libran hoy en las calles de Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador no son luchas aisladas, en ellas radica la esperanza de nuevas derrotas del neoliberalismo.

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