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sábado, 1 de julio de 2017

Vientos de paz en Colombia

Participar en política sin el riesgo de su vida es la aspiración de toda guerrilla que deja las armas, pues se vieron obligados a ello por los asesinatos de políticos y luchadores sociales.

Juan Félix Montero Aguilar / Especial para Con Nuestra América

Funcionarios de la ONU certificaron la entrega de las armas
La dejación de las armas por parte de las FARC-EP ha suscitado diferentes interpretaciones, desde los que afirman que es un signo de debilidad y derrota hasta los que sostienen  que es una trampa que dejará sin esta retaguardia las manos libres a EEUU para una invasión a Venezuela, utilizando las siete bases militares que tienen ahí instaladas. Otros manifiestan su temor de que se repita lo ocurrido con la Unión Patriótica. Las FARC-EP, si bien apostaron a una victoria militar, también lo hicieron a un acuerdo de paz negociando garantías y beneficios populares. Varias veces lo intentaron sin resultados y más bien fueron masacrados en el intento.

Como guerra de cuarta generación, los medios de comunicación se dedicaron a sembrar el odio. Alguna vez me dijo alguien que solo un 3% de la población, según encuestas apoyaban a la guerrilla. Claro, se necesita mucho valor para hacer esa confesión en una encuesta y más bien lo hizo mucha gente. Pero sí es cierto que esta campaña logró en gran medida su objetivo contra la guerrilla, muchas veces aplicando el famoso “miente miente que algo queda”. La verdad sobre la guerrilla nunca se dijo y es lo que realmente empujó al gobierno y a la oligarquía colombiana a negociar: la necesidad de construir  por fin un Estado Nacional, pues la guerrilla domina y gobierna en amplias extensiones en todo el territorio nacional.

Participar en política sin el riesgo de su vida es la aspiración de toda guerrilla que deja las armas, pues se vieron obligados a ello por los asesinatos de políticos y luchadores sociales. Serán 7000 guerrilleros, en realidad cuadros políticos formados en largas  noches de estudio en los campamentos los que se lanzarán sobre las barriadas para llevar su mensaje y recuperar el apoyo político. Y por cada guerrillero hay al menos dos milicianos y sus familias. Un reto que en el pasado produjo resultados en Nicaragua y el Salvador…pero se corre el riesgo de que no sea así, como en Guatemala.

Hay en cada guerrillero la emoción de hacer lo que tanto tiempo les fue reprimido, convencer y vencer con las palabras y no con las armas. Estamos en camino de hacer realidad los lemas y consignas:

PAZ CON JUSTICIA SOCIAL.

LA PAZ EN COLOMBIA ES LA PAZ DEL CONTINENTE.

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