Participar en
política sin el riesgo de su vida es la aspiración de toda guerrilla que deja
las armas, pues se vieron obligados a ello por los asesinatos de políticos y
luchadores sociales.
Juan Félix Montero Aguilar / Especial para Con
Nuestra América
Funcionarios de la ONU certificaron la entrega de las armas |
La dejación de las
armas por parte de las FARC-EP ha suscitado diferentes interpretaciones, desde
los que afirman que es un signo de debilidad y derrota hasta los que
sostienen que es una trampa que dejará
sin esta retaguardia las manos libres a EEUU para una invasión a Venezuela,
utilizando las siete bases militares que tienen ahí instaladas. Otros manifiestan
su temor de que se repita lo ocurrido con la Unión Patriótica. Las FARC-EP, si
bien apostaron a una victoria militar, también lo hicieron a un acuerdo de paz
negociando garantías y beneficios populares. Varias veces lo intentaron sin
resultados y más bien fueron masacrados en el intento.
Como guerra de
cuarta generación, los medios de comunicación se dedicaron a sembrar el odio.
Alguna vez me dijo alguien que solo un 3% de la población, según encuestas
apoyaban a la guerrilla. Claro, se necesita mucho valor para hacer esa
confesión en una encuesta y más bien lo hizo mucha gente. Pero sí es cierto que
esta campaña logró en gran medida su objetivo contra la guerrilla, muchas veces
aplicando el famoso “miente miente que algo queda”. La verdad sobre la
guerrilla nunca se dijo y es lo que realmente empujó al gobierno y a la oligarquía
colombiana a negociar: la necesidad de construir por fin un Estado Nacional, pues la guerrilla
domina y gobierna en amplias extensiones en todo el territorio nacional.
Participar en
política sin el riesgo de su vida es la aspiración de toda guerrilla que deja
las armas, pues se vieron obligados a ello por los asesinatos de políticos y
luchadores sociales. Serán 7000 guerrilleros, en realidad cuadros políticos
formados en largas noches de estudio en
los campamentos los que se lanzarán sobre las barriadas para llevar su mensaje
y recuperar el apoyo político. Y por cada guerrillero hay al menos dos
milicianos y sus familias. Un reto que en el pasado produjo resultados en
Nicaragua y el Salvador…pero se corre el riesgo de que no sea así, como en
Guatemala.
Hay en cada
guerrillero la emoción de hacer lo que tanto tiempo les fue reprimido,
convencer y vencer con las palabras y no con las armas. Estamos en camino de
hacer realidad los lemas y consignas:
PAZ CON JUSTICIA SOCIAL.
LA PAZ EN COLOMBIA
ES LA PAZ DEL CONTINENTE.
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