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sábado, 25 de noviembre de 2017

¡Esa Iglesia Católica..!

Una Iglesia Católica con varios y diferentes discursos, posiciones y políticas. Un marasmo que dispara en distintas direcciones en un mundo revuelto y en crisis al que bien haría en guiar por los principios de quien se dicen herederos.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

El papa Francisco nos ha legado un documento extraordinario, la Encíclica Laudato si´, que tiene como tema la conservación del ambiente con particular énfasis en la búsqueda de una “ecología integral”. Con esta Encíclica,  la Iglesia Católica planta su posición respecto al que muy posiblemente sea, si no el más importante, uno de los más importantes problemas de nuestra época, ubicándose en una posición de avanzada, en una referencia a tomar en cuanta la tratar el tema.

En la coyuntura actual, la posición que emana del pontificado del papa Francisco se ubica en contraposición a quienes, debido a intereses económicos egoístas y miopes, prefieren hacerse de la vista gorda ante la problemática, y que tienen como abanderado estrella al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

El papa Francisco nos ha deparado otras sorpresas. Su encuentro con los movimientos sociales en el marco de su viaje a Bolivia en 2015, y la posterior reunión con esos mismos movimientos en el Vaticano; sus declaraciones en torno a los homosexuales que, aún en su ambigüedad, apuntaban a la tolerancia y el respeto, trajo una bocanada de aire fresco en una institución tradicionalmente alineada con los poderosos.

Sus posiciones le han traído problemas en el seno de la Iglesia. Han habido cartas públicas, comunicados, muestras de rebeldía de un clero esclerótico que cada vez más se evidencia como una mafia asociada para delinquir económica y sexualmente, dispuesta a todo por mantener un poder afincado en un autoritarismo masculino que no vacila en hacer alianzas con los más oscuros poderes en todo el mundo.

Ya en el pasado, en América Latina fuimos testigos se estas discrepancias y rupturas. Estoy pensando en la actitud represiva de las autoridades eclesiástica en tiempos en los que una parte del clero de base se alineó con las necesidades e intereses de las clases populares. Los curas y teólogos de la Teología de la Liberación fueron estigmatizados y perseguidos, tratados como parias y castigados. Nunca se nos borrará de la mente la imagen de Juan Pablo II maltratando a Óscar Arnulfo Romero en la Plaza de San Pedro porque trataba de mostrarle pruebas de la represión en El Salvador.

Se trata, por lo tanto, de un papa al que podemos catalogar como de avanzada o progresista en ciertos aspectos, en el seno de una institución corrupta y conservadora; institución que sigue siendo, a pesar de algunas posturas de su máxima autoridad, soporte e impulsora de las posiciones más retrógradas y reaccionarias.

Véase lo que pasa en nuestras tierras, en donde la Iglesia Católica, junto a las iglesias evangélicas neopentecostales, se han convertido en el frontis de la guerra contra la igualdad de género, aduciendo la existencia de una supuesta ideología de género la cual, para más señas, fue pergeñada en el seno de la élite intelectual vaticana.

En Venezuela, la Conferencia Episcopal se ha convertido en el partido político de oposición más coherente y permanente, de una agresividad equivalente a la de los partidos más radicales y agresivos de la MUD, exhortando a la sublevación, participando con imágenes sacras en manifestaciones, bendiciendo a quienes causan destrozos y muerte en las calles.

Y en Guatemala, el nuncio apostólico, es decir, el embajador del Vaticano, el obispo Nicolas Henry Marie Denis Thevenin, apoya sin tapujos a la élite más conservadora, incluyendo las universalmente condenadas acciones del presidente para echar del país al comisionado de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), con el fin de entorpecer las investigaciones y acciones que lleva adelante, junto al Ministerio Público, contra criminales y corruptos enquistados en el aparato de Estado.

Es decir, una Iglesia Católica con varios y diferentes discursos, posiciones y políticas. Un marasmo que dispara en distintas direcciones en un mundo revuelto y en crisis al que bien haría en guiar por los principios de quien se dicen herederos.

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