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sábado, 20 de enero de 2018

Argentina: Buscando el camino

Lo saludable y promisorio alcanzado a fin de año ha sido la movilización social masiva contra las reformas, en ese amplio colectivo se encuentran involucrados trabajadores públicos y privados, docentes, estudiantes y sobre todo, jubilados que salieron a la calle convencidos de que ésa, era la única ofensiva de resistencia capaz de forzar las decisiones.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Derrochar palabras describiendo el derrotero del elefante en el bazar, desgasta, aburre y deja un amargo sabor. Es sabido el resultado de la prepotencia y la soberbia cuando se han instalado en el país generando una barbarie devastadora. Lo sabemos, tanto como las mentiras que conforman su relato. Si en algo somos reconocidos en el mundo los argentinos no es por nuestra inserción y apertura, ni por la conducción pro tempore del G 20, sino por la ineficiencia y la corrupción extendida. Hemos dado testimonio de ello semana a semana. Nunca hubo más funcionarios procesados como en la actualidad y a la vez que se desentiendan del problema, como si no los afectara. Aunque esa característica no es la más destacada, su oportunismo avieso los lleva a tomar atajos perversos con pésimos resultados para la comunidad. Han aprovechado el receso veraniego para continuar la depredación social dictando un mega Decreto de Necesidad y Urgencia, que borra de un plumazo infinidad de leyes, en momentos en que el Congreso no está en actividad, intentando asegurarse de que el mismo no sesionará hasta marzo.

Ellos, los autoproclamados paladines de la democracia y custodios de la república hacen a su antojo, como siempre lo han hecho, orgullosos de manifestar la petulancia de la opulencia. Eso está claro, tanto como el 70% de inflación acumulada en los dos años y la retracción en el consumo, como también es clara la traición del triunvirato cegetista al pactar con el gobierno temas de la reforma laboral, según lo ha reconocido el propio Jefe de Gabinete, Marcos Peña, el reconocido delfín macrista.

Sabemos el daño causado por el individualismo consumista que dejaron las últimas décadas, individualismo fomentado desde el uso intensivo de las tecnologías de la información y comunicación, como una avidez material que, el dinamismo creciente del mercado interno del gobierno anterior, al igual que en otros países, como fue el surgimiento de la pujante clase C brasileña, dejó al descubierto carencias educativas y formativas no satisfechas que se encandilaron con la promesa del cambio, en el que, se convencieron que iban a mejorar su situación. Esos hombres y mujeres encandilados por su creciente poder adquisitivo pensaban que el mismo era fruto de su esfuerzo individual y no de políticas de redistributivas, amparadas en un marco jurídico de inclusión y ampliación de derechos que conformaban una red de contención semejante a los países europeos.

Los más jóvenes están exculpados porque, siendo niños no vivieron la última crisis del 2001. En ese sentido, concurrían a la primaria cuando los adultos salíamos del infierno. Ese es un dato concreto de la realidad, fue muy bien utilizado al momento de planificar las estrategias de cooptación de votantes indecisos. Crecidos con el celular en la mano, desconocen las experiencias grupales y solidarias que estructuraron las resistencias sociales en épocas pasadas. Y bien es sabido que, el único que llora cuando ve una vaca es aquel que se quemó con leche y, esas camadas crecieron al ritmo pujante  del PBI y apostaron al cambio, ilusionándose en la creencia de que mejoraría el tren de vida que traían. La gran mayoría disfrutó enredarse en promesas y el bombardeo mediático les hizo la cabeza a la medida de sus dueños, el resto es conocido. Mentiras globos y sonrisas.

Cuando la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, incita a la desafiliación masiva de los gremios docentes, lo hace convencida de su aversión a las organizaciones gremiales, apelando a una arenga conservadora que atrasa más de 70 años, en los albores del Estado de Bienestar en el país. Es lamentable pero sincero, es lo que creen y manifiestan los dirigentes de Cambiemos. El solapado restablecimiento de un orden conservador oligárquico disimulado por el eficientismo patronal modernizador. Algo que a muchos de ellos les viene de cuna y los advenedizos que comparten la bonanza, esperan disfrutar.

Ideas y acciones que mantienen al papa Francisco a elevada distancia, eludiendo el retorno al terruño en la actual visita a Chile y Perú, donde pudo saludar en lengua mapuche a la comunidad austral que lo esperaba irascible, mientras lo hizo en inglés para el gobierno argentino en momentos en que volaba sobre suelo patrio. Solidario con Milagro Sala y otros dirigentes sociales a los que ha recibido en el Vaticano, aunque nieguen diplomáticamente las tensas relaciones, los gestos son bastantes claros.

Lo que no está claro es la dispersión opositora, las discusiones enanas entre dirigentes más enanos aún, en momentos en que los desafíos son mayúsculos. Reuniones de quincho suspendiendo descanso en la playa, provocan y atrasan la construcción de un frente amplio que se anticipe y frene los cambios inmediatos y acumule poder suficiente para el 2019.

Lo saludable y promisorio alcanzado a fin de año ha sido la movilización social masiva contra las reformas, en ese amplio colectivo se encuentran involucrados trabajadores públicos y privados, docentes, estudiantes y sobre todo, jubilados que salieron a la calle convencidos de que ésa, era la única ofensiva de resistencia capaz de forzar las decisiones. La dirigencia sabe que no puede desperdiciar ese importante caudal energético a pesar de su espontaneísmo y desarticulación. El temor oficial, con toda una maquinaria represiva de que dispone, es que esa muchedumbre sea nuevamente convocada y, con seguridad, todos los desaciertos de gestión la van a presionar nuevamente a volcarse a las calles, cuando los efectos inflacionarios y del atroz endeudamiento estallen por todos lados. Pisar paritarias, liberar combustibles, tarifas y transporte y ajustar el gasto social es un coctel demasiado provocativo inevitablemente a la protesta colectiva, apenas se reinicien las actividades.

Para entonces la dirigencia ya tiene que haber limado asperezas, descartando apetencias personales y eliminado diferencias de matices, alineándose la oposición en un nuevo colectivo contenedor donde estén representadas las diversas corrientes políticas que involucran el campo nacional y popular. Partidos de izquierda, peronistas en todas sus variantes, radicales que no se resignan a abandonar las viejas banderas, kirneristas y simpatizantes de la ex presidenta nucleados en Unidad Ciudadana como también todas las expresiones federales, junto con el movimiento obrero y los colectivos sociales que sienten la necesidad de una representación orgánica que esperan que surjan nuevos líderes que los conduzcan. Es una tarea ardua que requiere un diálogo amplio y fluido y la prudencia necesaria para articular los múltiples intereses a representar. El ámbito legislativo es un espacio importante puesto a prueba últimamente, donde seguramente se irán sumando disidentes al oficialismo, cansados de tanta presión. Pero, insistimos, ganar masivamente las calles irá marcando el camino hacia una sociedad más justa, donde los derechos adquiridos, sean los peldaños sólidos sobre los que se articulen las nuevas aspiraciones. Ese es el presupuesto básico que exigen las nuevas generaciones, que deben conocer todo un pasado de luchas que concedieron conquistas y la movilidad social que nos caracteriza.


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