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sábado, 20 de enero de 2018

¿Tiene sentido repensar una nueva izquierda en el Perú? En búsqueda del sentido ético

Una nueva perspectiva de la política debe ser planteada y ejecutada en el Perú. Entendiendo el quehacer político como el arte del servicio y no del burdo mercadeo de privilegios y obscenas negociaciones.

José Toledo Alcalde / Especial para Con Nuestra América

Tenemos claro que, desde calificativos morales, la bondad o maldad no es patrimonio de derechas o izquierdas. Puede ser tan integro y coherente una persona que abraza principios liberales como lo puede ser el aliado del socialismo.  Como es tan posible que incoherencias de toda índole, vicios morales y distorsiones éticas, sean encubados tanto en el seno de facciones de izquierda, centro y derecha. La catástrofe ético-moral del Perú nos evidencia la hegemonía de la ideología del lucro, la cultura de la estafa y la patología de la mentira. Escala de antivalores contrarios a los principios de nuestros pueblos originarios como el desarrollado en el altiplano andino Suramericano. El embrionario proceso democrático en el Perú, la precaria cultura de valores y el vigente sistema rentista nos confronta frente a un fracasado hibrido de nación donde todo se calca y todo se copia siempre y cuando multiplique dividendos. Otras latitudes se plantearon “ni derecha, ni izquierdas…sino una tercera vía”. En el Perú  aún no hemos tenido la posibilidad de ensayar la izquierda como alternativa y en otros contextos ya están a las puertas de proponerse una cuarta y quinta vía.
   
¿Hasta qué punto tiene sentido repensar planteamientos o refundaciones del movimiento de izquierda o de corrientes tecnicista de derecha? ¿Tiene la fragmentación de posiciones políticas algún sentido en la búsqueda de la refundación de la republica del Perú corroída por la antidemocrática impunidad, la despiadada amoralidad y la criminal corrupción?

Comentarios preliminares. Existe una escala de prejuicios de orden ético-moral en cuanto a la aplicación de principios rectores del comportamiento individual y colectivo. La subjetiva percepción de conceptos ejes como justicia, igualdad, derecho, etc., propició la formación de puntos de vista divergentes y como consecuencia la creación de posturas dialécticas, contrapuestas entre ellas y esto desde inicios de la historia de la humanidad donde aparece la ruptura de todo principio de solidaridad y reciprocidad el cual es reemplazado por la imposición de la fuerza física y el privilegio de unos pocos sobre el desmedro de muchos siempre menos favorecidos. Hoy por hoy, enarbolar los principios de la Revolución Francesa no es patrimonio exclusivo de grupos anti sistemas. Lo proclama tanto el BM, FMI, BID, como el Opus Dei o  grupos homofóbicos, xenofóbicos y clasistas.

De allí el predominio e imposición de la fuerza física, económica, intelectual, estética, sobre la debilidad y la estigmatizada conceptualización del “in-valido”. Surgen grupos validos e in-validos, incluidos y excluidos, los de dentro y aquellos de afuera. Los del centro y los de la periferia. La ausencia de mínimos de principios incrementó el desborde de criterios monitoreados y administrados por cúpulas de poder. Es así como todo aquello fuera de la normativa sostenedora del Establishment fue considerado como anatema, atentado contra el orden imperante, irreverente, punto de vista creador de caos. En conclusión, la creación de buenos y malos cruzó todo orden de cosas. El mundo de lo religioso selló indiscutiblemente el concepto religioso de pecado versus el concepto de justicia social dentro del orden ético-moral.

La división de las relaciones sociales y de producción entre propietarios de la tierra y servidores, entre mujeres y varones, libres y esclavos, salvos y pecadores, heterosexuales y homosexuales, occidentales y orientales, indígenas, negros y blancos, abrió canales dialecticos de relaciones orientados a la derecha, al centro y la izquierda, todos estos pareceres orientados a la búsqueda de nuevos mundos cada cual desde su particular punto de vista.  

Es en la Revolución Francesa (s.XVIII), en donde sobre presupuestos ideológicos, se formaron tres grupos geopolíticamente ubicados en relación al rol del Rey, de los grupos de poder y del pueblo. Corrientes políticas e ideológicas que determinarían el futuro político del mundo occidental. Aquellos ubicados a la derecha (droite) del presidente de la Asamblea Legislativa y de la Convención Nacional, en búsqueda de nuevas bases jurídico-legislativas, eran los procedentes del departamento francés de Gironda. Los Girondinos procedían de grupos intelectuales, económicamente beneficiados por el mundo de los negocios y aquellas personalidades representantes del clero, emparentadas con la clase rica. Este grupo abogaba por la infalibilidad del monarca (representación terrenal del Dios del mundo clerical de una realidad supra terrestre administrada por la figura del papa). Para los Girondinos el emperador podía vetar todo lo resuelto por la Asamblea. Este grupo apostaba por la protección del orden establecido, sin alterar el absolutismo imperial.  Fueron conocidos como los de la “Montana”. Eran aquellos que ocupaban la zona baja de la Asamblea.

El punto de vista antagónico era sostenido por los jacobinos (los cuales se ubicaban a la izquierda (gauche) del presidente de la Asamblea entre los cuales resaltaba Maximillien Robespierre (1758-1794). Este grupo político, que asume su nombre gracias a la asociación con el lugar de sus reuniones en conventos dominicos, fueron conocidos como los “montañeses” – los que ocupaban los bancos altos de la Asamblea - partidarios de impedir que el emperador pudiera imponerse a las decisiones de la Asamblea. Apostaban por el sufragio universal de todas las clases sociales, la abolición de la monarquía y la creación de la republica democrática. Todo esto contrario al sufragio excluyente de los Girondinos centralizado en los propietarios de la tierra y mercaderes de alto rango.

Existió una tercera corriente los conocidos como “la marisma” (“Llanura” o “Pantano”). Eran los indecisos en relación al rol del emperador o rey. Ubicaron las bancas del centro de la Asamblea caracterizados por no tener posición definida. Solían aprovechar la posición más conveniente y optar por ella en situaciones álgidas de las discusiones.

Ahora, en estas líneas, la idea no es profundizar en cada uno de los detalles partidarios de la época. Lo que deseamos es abrazar la idea de salirnos por un momento – quizá más – de la manipulación en extremo de conceptos de índole político e ideológico venidos a menos. Estos conceptos – de larga data – han sido desplazados por otros como : “tecnócratas”, “neoliberales”, neocolonialistas”, “caviares”, “terroristas”, “subversivos”, “desestabilizadores”, “dictadores”, etc. Conceptos habidos de desestructurar semántica e ideológicamente cualquier vestigio relacionado con  un pasado basado en la teoría de clases.   

Las pautas ideológico-normativas provenientes de Washington aseguraron la caída de una semántica ideológica acompañada de su respectiva estigmatización. Después de la asesina arremetida del Plan Cóndor (80’ y 90’) y la aún presencia de la ex Escuelas de las Américas (Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad. En inglés, Western Hemisphere Institute for Security Cooperation) en América Latina y el Caribe, la idea fue desterrar “lenguajes ideológicos obstruccionistas” contrarias a la industria neocolonial en marcha. Y, así fue.

Algunos ejemplos. Observemos algo de los sostenido por el ex presidente norteamericano Barack Hussein Obama en su visita a Argentina: “Muy a menudo, en el pasado había una división entre izquierda y derecha, entre capitalismo y comunismo o socialismo, especialmente en este continente…tienen que ser más prácticos y elegir lo que funciona…No se preocupen si esto es caer dentro de la teoría capitalista o socialista, fíjense lo que funciona y tómenlo…si usted se desplaza por La Habana, se da cuenta que la economía no funciona, ahí se da cuenta que no cambió nada…“las sociedades con más éxito, las economías más exitosas son las que se basan en el sistema del Mercado…el mercado no trabaja por sí mismo, necesita un entramado social, moral, comunitario, tiene que haber inclusión porque si no es estable…Ustedes tienen que buscar la forma de adaptarse a las nueva condiciones de la vida de hoy…”[1] No obstante, el ex mandatario norteamericano al referirse al avance electoral del representante republicano Donald Trump – en el periodo de postulación – señaló: “los republicanos se desplazaron mucho a la derecha”.

Desde el Perú, el ahora reo ex presidente del Perú Ollanta Humala Tasso interiorizó las líneas aparentemente “neutrales” del Hemisferio Norte: “El nacionalismo se construye en la fraternidad. Nadie ha ahondado en el concepto de la fraternidad. Yo no soy de izquierda ni de derecha, soy de abajo. Eso me da la capacidad de empatar con el sentimiento de la población. Que nosotros hayamos recogido banderas sociales, muy bien, pero no excluimos a nadie. Acá se trata de darle una nueva visión al país. Mi mandato implícito es de unir al Perú. Mi orientación es un modelo distinto al que ha venido dándose".[2] ¿Cuál fue el modelo de Ollanta Humala que lo llevó a pactar con Odebrecht severo enemigo de la democracia y Estado de Derecho? ¿Cuál fue la nueva visión del país de Ollanta Humala el cual lo llevó – en compañía de su esposa – a pagar prisión preventiva a la espera de la sanción definitiva por actos de corrupción y lavado de dinero? El ex presidente Humala empezó su campaña política con orientación de izquierda, una vez en el gobierno se alió a la derecha, la cual nunca lo aceptó  y  como consecuencia terminó, él y su esposa, en la cárcel.    

Desde Colombia, el presidente Juan Manuel Santos sostiene en cuanto a las corrientes políticas: “Para unir hay que estar en el centro, hay que tener vasos comunicantes con la derecha y con la izquierda, pero hay que rechazar los extremos. Los extremos son enemigos del centro (…) y no queremos ni extremos de derecha ni extremos de izquierda”. ¿Cuál es la postura del “centro” del presidente Santos que lo ubica en uno de los primeros lugares en al región donde se violan sistemáticamente derechos de campesinos, indígenas y trabajadores del campo denunciados – entre otros – por la Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia (Comosoc)?  ¿Cuál es la linera ético-moral del “centro” del presidente Santos que le permitió estirar las manos y recibir US$1 millón de dólares de la compañía Odebrecht para su campaña electoral del 2014?

Y, desde México, el presidente Enrique Peña Nieto no dudó afinar su alineada posición política asumiendo – al igual que los otros mandatarios -  la campaña semántica tecnocrática despolitizando posiciones ideológicas de derecha o izquierda: “el mundo de hoy está expuesto a la amenaza de los nuevos populismos (…) Nuevos populismos de derecha e izquierda pero todos riesgosos por igual”. ¿Cuál es la postura del presidente Peña Nieto que le permite reprimir y acallar con la persecución y muerte conflictos sociales como el asesinato de los 45 estudiantes de  de la Normal Rural Isidro Burgos  de Ayotzinapa en el estado de Guerrero (26/09/14)? ¿Cuál es la posición político o ideológica del presidente Peña Nieto el cual – bajo sus órdenes – recrudece políticas represivas responsables de asesinatos en serie como lo sucedido en Nochixtlán, Oaxaca donde la Policía Federal asesinaron más de una decena de personas levantadas en legitima protesta?

¿Será la Tercera Vía el rostro de la derecha camuflada?

En Argentina, en la década de los ’40, Juan Perón ya hablaba de ‘la Tercera Posición”: “Ni yanquis ni marxistas: peronistas”.  La defensa de la soberanía nacional caracterizó a Perón. Para muchos “peronismo” era “estatismo”, “comunismo”, “antiimperialismo”, lo que quedó claro fue la intención de impregnarle al quehacer político-económico argentino impulsos de orden nacional con la mínima presencia de influencias foráneas. Recordamos el mensaje de Juan Perón a los pueblos y gobiernos del mundo (Madrid, 1972): “Hace casi 30 años, cuando aún no se había iniciado el proceso de descolonización contemporáneo, anunciamos la “Tercera Posición” en defensa de la soberanía y autodeterminación de las pequeñas naciones, frente a los bloques en que se dividieron los vencedores de la Segunda Guerra Mundial”. [3]

Pero esta “Tercera Posición” había sido asumida por el fascismo italiano, posteriormente surgió la Terza Posizione 1978. En Alemania se formó El Querfront ("frente atravesado") 1920, en Francia fue la Troisième Voie (“Tercera Vía”) 1985. Y, así seguiríamos citando diversas terceras posiciones asumidas en el mundo entero desde fines de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días ejemplarizados en las citas anteriores.

Desde la revolución de las Bastillas hasta nuestros días Girondinos y Jacobinos han desarrollado una sofisticada economía dialéctica capaz de dividirse –lucrativamente - el mundo en nombre de la fraternidad, la justicia y la igualdad. Los índices de pobreza y exclusión se incrementan exponencialmente, índices de analfabetismo remesen las bases de un sistema educativo instrumentalizado mercantilmente, el alto nivel de comercialización y despolitización de las sociedades han alcanzado niveles exagerados, la espeluznante política económica extractivista en expansión acaba genocidamente con poblaciones originarias y devasta por doquier las últimas reservas naturales del planeta, el alto índice de desnutrición, malnutrición y mortandad infantil contradice los más nobles principios registrados en declaraciones, pactos, tratados y convenciones de derechos humanos que usted se pueda imaginar.

Todo esto – y mucho más – en más de 300 años de promoción del derecho a la justicia, a la fraternidad e igualdad y casi 200 años de luchas independentistas y soberanas  de cualquier relación de sujeción y dependencia a poderes coloniales. Lo que hoy por hoy sucede es todo lo contrario a la promoción de los derechos fundamentales. Las bases institucionales y culturales de la injusticia, desigualdad, iniquidad y corrupción en todas sus formas están consolidadas más allá de la postura ideológico-política del gobierno de turno. Las relaciones sociales, tecnológicas, comerciales y de producción se encuentran en tal nivel de deterioro que cualquier efímera “reforma” desequilibra – gracias a la cultura e institucionalización de la impune corrupción – aun más cualquier intento de cambio realizado sobre bases de pactos sociales elaborados en desmedro de fundamentales derechos.

A la luz de la vulgar impunidad del sistema de la acumulación cualquier expresión de lucha social (sea de izquierda, derecha o centro), cualquier inmolación de liderazgos (de izquierda), cualquier oposición internacional ante inicuas jugadas de grupos de poder, son vanos. Al final de cuentas las decisiones son tomadas al más alto nivel jurídico-legislativo-empresarial ya sea en foros internos a las naciones o esferas internacionales controladas por grupos indiferentes a la orientación político-ideológica de gobiernos de turno. Observemos los últimos treinta años en el Perú: Todas las posturas políticas ostentaron, y siguen ostentando el poder y nadie se salva de haber sufrido el “rapto” y “secuestro” de grupos amantes de posturas como la “Tercera Vía” que seguro tendrán las primeras filas y reuniones privadas con el Sumo Pontífice Francisco. Al final contratos, concesiones y adendas terminan en el mismo hoyo: negociaciones bajo la mesa contra la fe pública y los intereses del Estado (Impune crimen).

Nos es conocido el trasnochado discurso de “Tercera Vía” asumido por corporaciones financieras, planes de gobierno liberales, líderes de opinión pública, movimientos y organizaciones ecologistas, hasta la retórica oficial proveniente de la Iglesia Católica muy bien representado por el Pontífice Francisco (Recordando la “Tercera Vía” propuesta implícitamente en la Encíclica Quadragesimo Anno del Papa Pio XI (1931). Después de la caída del “Muro de Berlín” la maquinaria despolitizadora y desideologizadora arremetió contra todos.  

Desde el Perú, en el actual contexto de descredito político generalizado ¿Tiene sentido reflexionar sobre lo dicho por Manuel Gonzales Prada, José Carlos Mariátegui, Augusto Salazar Bondy, Luis E. Valcárcel, Cesar Vallejo, Clorinda Matto de Turner, Micaela Bastidas o José María Arguedas?

De tener sentido cualquier reflexión contextualizada basada en los aportes de personajes antes citados, ¿Qué personajes o colectivos estaría en condiciones de hacerlo? ¿Qué personajes o colectivos - sin abandonar identidades políticas e ideológicas - podrían enarbolar causas creíbles que ocupen espacios sostenibles en tan venido abajo imaginario colectivo?

Con honrosas excepciones, los círculos de corrupción y cadenas de estafa política se han proliferado exponencialmente en la región por más de 200 años. Los puestos del Estado se han convertido en oportunidades de descalabro financiero-ético-moral. Derechas, izquierdas y centros han desmembrado lo poco o nada existente de cultura democrática en el Perú. Todo lo demás, forma parte de un anacrónico diccionario de valores residentes en el mundo de lo cómico. La exclusión de organizaciones y movimientos sociales de las esferas de poder, la maquiavélica inhabilitación de representaciones partidarias nuevas (para efectos de inscripción en el JNE se exige 733 mil firmas y S/.2.00 de pago por firma verificada). Toda esta vulgar trampa hace que el turbio escenario político gire en torno al hegemónico y mafioso sistema político reinante. Nada nuevo bajo el sol!

La pantomima de democracia con la cual contamos nos impone el credo de la libertad, fraternidad e igualdad. Ahora, en el Perú, bajo la batuta de PPK (Washington, CONFIEP, Adex, etc.) se agrega un valor a los antes señalados: Reconciliación.

A estas alturas, la pregunta del título – del presente   la reformularíamos: ¿Qué sentido tienen las posturas políticas (izquierda, centro, derecha)  sin base ética, moral y vocacional del quehacer político? ¿Qué sentido tienen las posturas políticas (izquierda, centro, derecha)  de espaldas a la participación directa de las organizaciones de base, movimientos sociales y representaciones políticas al interior de un marco democrático corroído por la propia naturaleza de su alumbramiento (liberal-colonialista)?

El mandatario peruano PPK tuvo razón en calificar al Congreso de la Republica del Perú como un “Circo”. El alicaído gobernante se quedó corto, el Estado y la institucionalidad en su conjunto es un circo en el cual el mandatario no es ajeno a su membrecía. Pareciera que la tendencia en las calles se orienta a exigir líneas políticas-ideológicas abanderadas con valores como la ética, transparencia, decencia y respeto al bien común que con posturas ideológicas históricamente reconocidas. No obstante, nos queda claro que existen posiciones, que por partida de nacimiento, se orientan - “naturalmente” - hacia la construcción de relaciones justas y equitativas y existen otras que fieles a sus inicios y principios rinden culto al individualismo, la deshonestidad y acumulación como valores supremos.

La gobernabilidad se ha convertido en un acto empresarial más. La asociación liberal de una nación con una empresa, aquella relación utilitaria impuesta a la estructura institucional, cruza todos los ejes de nuestro comportamiento social, político y económico.  Jacobinos, Girondinos y los del Llano (Marisma), del siglo XXI, se encuentran frente a la imperiosa necesidad de firmar un nuevo pacto social, político, económico y ecológico. Valores como la decencia, honestidad, integridad, soberanía y dignidad, deberían ingresar en el decálogo básico del quehacer político redactado, evaluado y aprobado en plebiscito por el conjunto de la nación.  Situación en la cual nadie debería de sentirse excluido del nuevo proceso de transformación radical de las estructuras. Andamio anquilosado en modelos sostenedores de formatos coloniales groseramente vigentes.

¿No son acaso los mandatarios de la región – salvo excepciones –  perfectas emulaciones de ilustres virreyes al servicio de la corona y nuestras tierras fundos de entretenimiento, miseria y extracción?  ¿Qué fue en realidad aquello que cambió con los procesos de independencia si al día de hoy el formato colonial es el mismo?

La oportunidad de transformar las estructuras radica principalmente en la puesta en acción de los sujetos sociales históricamente excluidos, y no es retórica. Todo esto más allá de trienales y quinquenales participaciones en las ánforas. Fuera de la participación de estas esferas todo será consolidación del fosilizado statu quo y la Weltpolitik.

Es absurdo que los actores principales del cambio solo figuren en titulares periodísticos en caso de conflictos sociales. Se debe – impostergablemente – crear espacios tangibles al interior de las esferas de poder donde las bases participen directamente dejando de lado ineficaces y costosas representaciones burocráticas asfixiadas en incontrolables y neuróticas confrontaciones de poderes. Y, las hay de todos los colores. En el Perú, se confrontan y desgreñan por la repartición de la torta, derecha con derecha, centro con centro, izquierda con izquierda, familias con familias, y todos entre y contra todos. ¿O, no es así?

Una nueva perspectiva de la política debe ser planteada y ejecutada en el Perú. Entendiendo el quehacer político como el arte del servicio y no del burdo mercadeo de privilegios y obscenas negociaciones. Antes que la promoción de líneas ideológicas – exentas de principios éticos – deben ser promovidas bases pedagógicas de principios donde existan ejes transversales  históricamente excluidos desde la enfermiza lógica liberal. Lamentable y pesimistamente, quizá, tendremos que esperar mucho para asomarnos en algo a los inicios de la extirpación del mal.

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