Lo saludable y promisorio alcanzado a fin de año ha sido la
movilización social masiva contra las reformas, en ese amplio colectivo se
encuentran involucrados trabajadores públicos y privados, docentes, estudiantes
y sobre todo, jubilados que salieron a la calle convencidos de que ésa, era la
única ofensiva de resistencia capaz de forzar las decisiones.
Roberto
Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Derrochar palabras describiendo el
derrotero del elefante en el bazar, desgasta, aburre y deja un amargo sabor. Es
sabido el resultado de la prepotencia y la soberbia cuando se han instalado en
el país generando una barbarie devastadora. Lo sabemos, tanto como las mentiras
que conforman su relato. Si en algo somos reconocidos en el mundo los
argentinos no es por nuestra inserción y apertura, ni por la conducción pro
tempore del G 20, sino por la ineficiencia y la corrupción extendida. Hemos
dado testimonio de ello semana a semana. Nunca hubo más funcionarios procesados
como en la actualidad y a la vez que se desentiendan del problema, como si no
los afectara. Aunque esa característica no es la más destacada, su oportunismo
avieso los lleva a tomar atajos perversos con pésimos resultados para la
comunidad. Han aprovechado el receso veraniego para continuar la depredación
social dictando un mega Decreto de Necesidad y Urgencia, que borra de un
plumazo infinidad de leyes, en momentos en que el Congreso no está en
actividad, intentando asegurarse de que el mismo no sesionará hasta marzo.
Ellos, los autoproclamados paladines de
la democracia y custodios de la república hacen a su antojo, como siempre lo
han hecho, orgullosos de manifestar la petulancia de la opulencia. Eso está
claro, tanto como el 70% de inflación acumulada en los dos años y la retracción
en el consumo, como también es clara la traición del triunvirato cegetista al
pactar con el gobierno temas de la reforma laboral, según lo ha reconocido el
propio Jefe de Gabinete, Marcos Peña, el reconocido delfín macrista.
Sabemos el daño causado por el
individualismo consumista que dejaron las últimas décadas, individualismo
fomentado desde el uso intensivo de las tecnologías de la información y
comunicación, como una avidez material que, el dinamismo creciente del mercado
interno del gobierno anterior, al igual que en otros países, como fue el
surgimiento de la pujante clase C brasileña, dejó al descubierto carencias
educativas y formativas no satisfechas que se encandilaron con la promesa del
cambio, en el que, se convencieron que iban a mejorar su situación. Esos
hombres y mujeres encandilados por su creciente poder adquisitivo pensaban que
el mismo era fruto de su esfuerzo individual y no de políticas de redistributivas,
amparadas en un marco jurídico de inclusión y ampliación de derechos que
conformaban una red de contención semejante a los países europeos.
Los más jóvenes están exculpados
porque, siendo niños no vivieron la última crisis del 2001. En ese sentido,
concurrían a la primaria cuando los adultos salíamos del infierno. Ese es un
dato concreto de la realidad, fue muy bien utilizado al momento de planificar
las estrategias de cooptación de votantes indecisos. Crecidos con el celular en
la mano, desconocen las experiencias grupales y solidarias que estructuraron
las resistencias sociales en épocas pasadas. Y bien es sabido que, el único que
llora cuando ve una vaca es aquel que se quemó con leche y, esas camadas
crecieron al ritmo pujante del PBI y
apostaron al cambio, ilusionándose en la creencia de que mejoraría el tren de
vida que traían. La gran mayoría disfrutó enredarse en promesas y el bombardeo
mediático les hizo la cabeza a la medida de sus dueños, el resto es conocido. Mentiras
globos y sonrisas.
Cuando la gobernadora de la provincia
de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, incita a la desafiliación masiva de los
gremios docentes, lo hace convencida de su aversión a las organizaciones
gremiales, apelando a una arenga conservadora que atrasa más de 70 años, en los
albores del Estado de Bienestar en el país. Es lamentable pero sincero, es lo
que creen y manifiestan los dirigentes de Cambiemos. El solapado restablecimiento
de un orden conservador oligárquico disimulado por el eficientismo patronal
modernizador. Algo que a muchos de ellos les viene de cuna y los advenedizos que
comparten la bonanza, esperan disfrutar.
Ideas y acciones que mantienen al papa
Francisco a elevada distancia, eludiendo el retorno al terruño en la actual
visita a Chile y Perú, donde pudo saludar en lengua mapuche a la comunidad austral
que lo esperaba irascible, mientras lo hizo en inglés para el gobierno
argentino en momentos en que volaba sobre suelo patrio. Solidario con Milagro
Sala y otros dirigentes sociales a los que ha recibido en el Vaticano, aunque
nieguen diplomáticamente las tensas relaciones, los gestos son bastantes
claros.
Lo que no está claro es la dispersión
opositora, las discusiones enanas entre dirigentes más enanos aún, en momentos
en que los desafíos son mayúsculos. Reuniones de quincho suspendiendo descanso
en la playa, provocan y atrasan la construcción de un frente amplio que se
anticipe y frene los cambios inmediatos y acumule poder suficiente para el 2019.
Lo saludable y promisorio alcanzado a
fin de año ha sido la movilización social masiva contra las reformas, en ese
amplio colectivo se encuentran involucrados trabajadores públicos y privados,
docentes, estudiantes y sobre todo, jubilados que salieron a la calle
convencidos de que ésa, era la única ofensiva de resistencia capaz de forzar
las decisiones. La dirigencia sabe que no puede desperdiciar ese importante
caudal energético a pesar de su espontaneísmo y desarticulación. El temor
oficial, con toda una maquinaria represiva de que dispone, es que esa
muchedumbre sea nuevamente convocada y, con seguridad, todos los desaciertos de
gestión la van a presionar nuevamente a volcarse a las calles, cuando los efectos
inflacionarios y del atroz endeudamiento estallen por todos lados. Pisar
paritarias, liberar combustibles, tarifas y transporte y ajustar el gasto
social es un coctel demasiado provocativo inevitablemente a la protesta
colectiva, apenas se reinicien las actividades.
Para entonces la dirigencia ya tiene
que haber limado asperezas, descartando apetencias personales y eliminado
diferencias de matices, alineándose la oposición en un nuevo colectivo
contenedor donde estén representadas las diversas corrientes políticas que
involucran el campo nacional y popular. Partidos de izquierda, peronistas en
todas sus variantes, radicales que no se resignan a abandonar las viejas
banderas, kirneristas y simpatizantes de la ex presidenta nucleados en Unidad
Ciudadana como también todas las expresiones federales, junto con el movimiento
obrero y los colectivos sociales que sienten la necesidad de una representación
orgánica que esperan que surjan nuevos líderes que los conduzcan. Es una tarea
ardua que requiere un diálogo amplio y fluido y la prudencia necesaria para
articular los múltiples intereses a representar. El ámbito legislativo es un
espacio importante puesto a prueba últimamente, donde seguramente se irán
sumando disidentes al oficialismo, cansados de tanta presión. Pero, insistimos,
ganar masivamente las calles irá marcando el camino hacia una sociedad más
justa, donde los derechos adquiridos, sean los peldaños sólidos sobre los que
se articulen las nuevas aspiraciones. Ese es el presupuesto básico que exigen
las nuevas generaciones, que deben conocer todo un pasado de luchas que
concedieron conquistas y la movilidad social que nos caracteriza.
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