Una nueva perspectiva de la política debe ser
planteada y ejecutada en el Perú. Entendiendo el quehacer político como el arte
del servicio y no del burdo mercadeo de privilegios y obscenas negociaciones.
José Toledo
Alcalde / Especial para Con Nuestra América
Tenemos claro que, desde calificativos morales, la bondad o maldad no
es patrimonio de derechas o izquierdas. Puede ser tan integro y coherente una
persona que abraza principios liberales como lo puede ser el aliado del
socialismo. Como es tan posible que incoherencias
de toda índole, vicios morales y distorsiones éticas, sean encubados tanto en
el seno de facciones de izquierda, centro y derecha. La catástrofe ético-moral
del Perú nos evidencia la hegemonía de la ideología del lucro, la cultura de la
estafa y la patología de la mentira. Escala de antivalores contrarios a los
principios de nuestros pueblos originarios como el desarrollado en el altiplano
andino Suramericano. El embrionario proceso democrático en el Perú, la precaria
cultura de valores y el vigente sistema rentista nos confronta frente a un
fracasado hibrido de nación donde todo se calca y todo se copia siempre y
cuando multiplique dividendos. Otras latitudes se plantearon “ni derecha, ni
izquierdas…sino una tercera vía”. En el Perú
aún no hemos tenido la posibilidad de ensayar la izquierda como
alternativa y en otros contextos ya están a las puertas de proponerse una
cuarta y quinta vía.
¿Hasta qué punto tiene sentido repensar planteamientos o refundaciones
del movimiento de izquierda o de corrientes tecnicista de derecha? ¿Tiene la
fragmentación de posiciones políticas algún sentido en la búsqueda de la
refundación de la republica del Perú corroída por la antidemocrática impunidad,
la despiadada amoralidad y la criminal corrupción?
Comentarios preliminares. Existe una escala de prejuicios de orden ético-moral en cuanto a la
aplicación de principios rectores del comportamiento individual y colectivo. La
subjetiva percepción de conceptos ejes como justicia, igualdad, derecho, etc.,
propició la formación de puntos de vista divergentes y como consecuencia la
creación de posturas dialécticas, contrapuestas entre ellas y esto desde
inicios de la historia de la humanidad donde aparece la ruptura de todo
principio de solidaridad y reciprocidad el cual es reemplazado por la
imposición de la fuerza física y el privilegio de unos pocos sobre el desmedro
de muchos siempre menos favorecidos. Hoy por hoy, enarbolar los principios de
la Revolución Francesa no es patrimonio exclusivo de grupos anti sistemas. Lo
proclama tanto el BM, FMI, BID, como el Opus Dei o grupos homofóbicos, xenofóbicos y clasistas.
De allí el predominio e imposición de la fuerza física, económica,
intelectual, estética, sobre la debilidad y la estigmatizada conceptualización
del “in-valido”. Surgen grupos validos e in-validos, incluidos y excluidos, los
de dentro y aquellos de afuera. Los del centro y los de la periferia. La
ausencia de mínimos de principios incrementó el desborde de criterios monitoreados
y administrados por cúpulas de poder. Es así como todo aquello fuera de la
normativa sostenedora del Establishment fue
considerado como anatema, atentado contra el orden imperante, irreverente, punto
de vista creador de caos. En conclusión, la creación de buenos y malos cruzó
todo orden de cosas. El mundo de lo religioso selló indiscutiblemente el
concepto religioso de pecado versus el concepto de justicia social dentro del orden
ético-moral.
La división de las relaciones sociales y de producción entre
propietarios de la tierra y servidores, entre mujeres y varones, libres y
esclavos, salvos y pecadores, heterosexuales y homosexuales, occidentales y
orientales, indígenas, negros y blancos, abrió canales dialecticos de
relaciones orientados a la derecha, al centro y la izquierda, todos estos
pareceres orientados a la búsqueda de nuevos mundos cada cual desde su
particular punto de vista.
Es en la Revolución Francesa (s.XVIII), en donde sobre presupuestos
ideológicos, se formaron tres grupos geopolíticamente ubicados en relación al
rol del Rey, de los grupos de poder y del pueblo. Corrientes políticas e
ideológicas que determinarían el futuro político del mundo occidental. Aquellos
ubicados a la derecha (droite) del
presidente de la Asamblea Legislativa y de la Convención Nacional, en búsqueda
de nuevas bases jurídico-legislativas, eran los procedentes del departamento
francés de Gironda. Los Girondinos procedían de grupos intelectuales,
económicamente beneficiados por el mundo de los negocios y aquellas
personalidades representantes del clero, emparentadas con la clase rica. Este
grupo abogaba por la infalibilidad del monarca (representación terrenal del
Dios del mundo clerical de una realidad supra terrestre administrada por la figura
del papa). Para los Girondinos el emperador podía vetar todo lo resuelto por la
Asamblea. Este grupo apostaba por la protección del orden establecido, sin alterar el absolutismo imperial. Fueron conocidos como los de la “Montana”. Eran
aquellos que ocupaban la zona baja de la Asamblea.
El punto de vista antagónico era sostenido por los jacobinos (los
cuales se ubicaban a la izquierda (gauche)
del presidente de la Asamblea entre los cuales resaltaba Maximillien
Robespierre (1758-1794). Este grupo político, que asume su nombre gracias a la
asociación con el lugar de sus reuniones en conventos dominicos, fueron
conocidos como los “montañeses” – los que ocupaban los bancos altos de la
Asamblea - partidarios de impedir que el emperador pudiera imponerse a las
decisiones de la Asamblea. Apostaban por el sufragio universal de todas las
clases sociales, la abolición de la monarquía y la creación de la republica
democrática. Todo esto contrario al sufragio excluyente de los Girondinos
centralizado en los propietarios de la tierra y mercaderes de alto rango.
Existió una tercera corriente los conocidos como “la marisma”
(“Llanura” o “Pantano”). Eran los indecisos en relación al rol del emperador o
rey. Ubicaron las bancas del centro de la Asamblea caracterizados por no tener
posición definida. Solían aprovechar la posición más conveniente y optar por
ella en situaciones álgidas de las discusiones.
Ahora, en estas líneas, la idea no es profundizar en cada uno de los
detalles partidarios de la época. Lo que deseamos es abrazar la idea de
salirnos por un momento – quizá más – de la manipulación en extremo de
conceptos de índole político e ideológico venidos a menos. Estos conceptos – de
larga data – han sido desplazados por otros como : “tecnócratas”,
“neoliberales”, neocolonialistas”, “caviares”, “terroristas”, “subversivos”,
“desestabilizadores”, “dictadores”, etc. Conceptos habidos de desestructurar semántica
e ideológicamente cualquier vestigio relacionado con un pasado basado en la teoría de clases.
Las pautas ideológico-normativas provenientes de Washington aseguraron
la caída de una semántica ideológica acompañada de su respectiva
estigmatización. Después de la asesina arremetida del Plan Cóndor (80’ y 90’) y
la aún presencia de la ex Escuelas de las
Américas (Instituto del Hemisferio
Occidental para la Cooperación en Seguridad. En inglés, Western Hemisphere Institute for Security
Cooperation) en América Latina y el Caribe, la idea fue desterrar “lenguajes
ideológicos obstruccionistas” contrarias a la industria neocolonial en marcha.
Y, así fue.
Algunos
ejemplos. Observemos algo de los sostenido
por el ex presidente norteamericano Barack Hussein Obama en su visita a
Argentina: “Muy a menudo, en el pasado había una
división entre izquierda y derecha, entre capitalismo y comunismo o socialismo,
especialmente en este continente…tienen que ser más prácticos y elegir lo que
funciona…No se preocupen si esto es caer dentro de la teoría capitalista o
socialista, fíjense lo que funciona y tómenlo…si usted se desplaza por La
Habana, se da cuenta que la economía no funciona, ahí se da cuenta que no
cambió nada…“las sociedades con más éxito, las economías más exitosas son las
que se basan en el sistema del Mercado…el mercado no trabaja por sí mismo,
necesita un entramado social, moral, comunitario, tiene que haber inclusión
porque si no es estable…Ustedes tienen que buscar la forma de adaptarse a las
nueva condiciones de la vida de hoy…”[1]
No obstante, el ex mandatario norteamericano al referirse al avance electoral
del representante republicano Donald Trump – en el periodo de postulación –
señaló: “los republicanos se desplazaron mucho a la derecha”.
Desde el Perú, el ahora reo ex
presidente del Perú Ollanta Humala Tasso interiorizó las líneas aparentemente
“neutrales” del Hemisferio Norte: “El nacionalismo se construye en la
fraternidad. Nadie ha ahondado en el concepto de la fraternidad. Yo no soy de
izquierda ni de derecha, soy de abajo. Eso me da la capacidad de empatar con el
sentimiento de la población. Que nosotros hayamos recogido banderas sociales,
muy bien, pero no excluimos a nadie. Acá se trata de darle una nueva visión al
país. Mi mandato implícito es de unir al Perú. Mi orientación es un modelo
distinto al que ha venido dándose".[2]
¿Cuál fue el modelo de Ollanta Humala que lo llevó a pactar con Odebrecht
severo enemigo de la democracia y Estado de Derecho? ¿Cuál fue la nueva visión
del país de Ollanta Humala el cual lo llevó – en compañía de su esposa – a
pagar prisión preventiva a la espera de la sanción definitiva por actos de
corrupción y lavado de dinero? El ex presidente Humala empezó su campaña
política con orientación de izquierda, una vez en el gobierno se alió a la
derecha, la cual nunca lo aceptó y como consecuencia terminó, él y su esposa, en
la cárcel.
Desde Colombia, el presidente Juan
Manuel Santos sostiene en cuanto a las corrientes políticas: “Para unir hay que
estar en el centro, hay que tener vasos comunicantes con la derecha y con la
izquierda, pero hay que rechazar los extremos. Los extremos son enemigos del centro (…) y no
queremos ni extremos de derecha ni extremos de izquierda”. ¿Cuál es la postura
del “centro” del presidente Santos que lo ubica en uno de los primeros lugares
en al región donde se violan sistemáticamente derechos de campesinos, indígenas
y trabajadores del campo denunciados – entre otros – por la Coalición de Movimientos
y Organizaciones Sociales de Colombia (Comosoc)? ¿Cuál es la linera ético-moral del “centro”
del presidente Santos que le permitió estirar las manos y recibir US$1 millón
de dólares de la compañía Odebrecht para su campaña electoral del 2014?
Y, desde México, el presidente
Enrique Peña Nieto no dudó afinar su alineada posición política asumiendo – al
igual que los otros mandatarios - la
campaña semántica tecnocrática despolitizando posiciones ideológicas de derecha
o izquierda: “el mundo de hoy está
expuesto a la amenaza de los nuevos populismos (…) Nuevos populismos de derecha e
izquierda pero todos riesgosos por igual”. ¿Cuál es la postura del presidente
Peña Nieto que le permite reprimir y acallar con la persecución y muerte
conflictos sociales como el asesinato de los 45 estudiantes de de la
Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa
en el estado de Guerrero (26/09/14)? ¿Cuál es la posición político o ideológica
del presidente Peña Nieto el cual – bajo sus órdenes – recrudece políticas
represivas responsables de asesinatos en serie como lo sucedido en Nochixtlán,
Oaxaca donde la Policía Federal asesinaron más de una decena de personas levantadas
en legitima protesta?
¿Será
la Tercera Vía el rostro de la
derecha camuflada?
En Argentina, en la década de los
’40, Juan Perón ya hablaba de ‘la
Tercera Posición”: “Ni yanquis ni marxistas: peronistas”. La defensa de la soberanía nacional
caracterizó a Perón. Para muchos “peronismo” era “estatismo”, “comunismo”,
“antiimperialismo”, lo que quedó claro fue la intención de impregnarle al
quehacer político-económico argentino impulsos de orden nacional con la mínima
presencia de influencias foráneas. Recordamos el mensaje de Juan Perón a los pueblos y gobiernos del mundo (Madrid,
1972): “Hace casi 30 años, cuando aún no se
había iniciado el proceso de descolonización contemporáneo, anunciamos la “Tercera
Posición” en defensa de la soberanía y autodeterminación de las pequeñas
naciones, frente a los bloques en que se dividieron los vencedores de la
Segunda Guerra Mundial”. [3]
Pero esta “Tercera
Posición” había sido asumida por el fascismo italiano, posteriormente surgió la
Terza Posizione 1978. En Alemania se
formó El Querfront ("frente atravesado") 1920, en
Francia fue la Troisième Voie (“Tercera Vía”) 1985. Y, así seguiríamos
citando diversas terceras posiciones asumidas en el mundo entero desde fines de
la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días ejemplarizados en las citas
anteriores.
Desde la revolución de las
Bastillas hasta nuestros días Girondinos y Jacobinos han desarrollado una
sofisticada economía dialéctica capaz de dividirse –lucrativamente - el mundo
en nombre de la fraternidad, la justicia y la igualdad. Los índices de pobreza
y exclusión se incrementan exponencialmente, índices de analfabetismo remesen
las bases de un sistema educativo instrumentalizado mercantilmente, el alto
nivel de comercialización y despolitización de las sociedades han alcanzado
niveles exagerados, la espeluznante política económica extractivista en
expansión acaba genocidamente con poblaciones originarias y devasta por doquier
las últimas reservas naturales del planeta, el alto índice de desnutrición,
malnutrición y mortandad infantil contradice los más nobles principios
registrados en declaraciones, pactos, tratados y convenciones de derechos
humanos que usted se pueda imaginar.
Todo esto – y mucho más – en más de
300 años de promoción del derecho a la justicia, a la fraternidad e igualdad y
casi 200 años de luchas independentistas y soberanas de cualquier relación de sujeción y
dependencia a poderes coloniales. Lo que hoy por hoy sucede es todo lo
contrario a la promoción de los derechos fundamentales. Las bases institucionales
y culturales de la injusticia, desigualdad, iniquidad y corrupción en todas sus
formas están consolidadas más allá de la postura ideológico-política del
gobierno de turno. Las relaciones sociales, tecnológicas, comerciales y de
producción se encuentran en tal nivel de deterioro que cualquier efímera
“reforma” desequilibra – gracias a la cultura e institucionalización de la impune
corrupción – aun más cualquier intento de cambio realizado sobre bases de
pactos sociales elaborados en desmedro de fundamentales derechos.
A la luz de la vulgar impunidad del
sistema de la acumulación cualquier expresión de lucha social (sea de
izquierda, derecha o centro), cualquier inmolación de liderazgos (de izquierda),
cualquier oposición internacional ante inicuas jugadas de grupos de poder, son
vanos. Al final de cuentas las decisiones son tomadas al más alto nivel
jurídico-legislativo-empresarial ya sea en foros internos a las naciones o esferas
internacionales controladas por grupos indiferentes a la orientación
político-ideológica de gobiernos de turno. Observemos los últimos treinta años
en el Perú: Todas las posturas políticas ostentaron, y siguen ostentando el
poder y nadie se salva de haber sufrido el “rapto” y “secuestro” de grupos
amantes de posturas como la “Tercera Vía” que seguro tendrán las primeras filas
y reuniones privadas con el Sumo Pontífice Francisco. Al final contratos,
concesiones y adendas terminan en el mismo hoyo: negociaciones bajo la mesa
contra la fe pública y los intereses del Estado (Impune crimen).
Nos es conocido el trasnochado
discurso de “Tercera Vía” asumido por corporaciones financieras, planes de
gobierno liberales, líderes de opinión pública, movimientos y organizaciones
ecologistas, hasta la retórica oficial proveniente de la Iglesia Católica muy
bien representado por el Pontífice Francisco (Recordando la “Tercera Vía”
propuesta implícitamente en la Encíclica Quadragesimo
Anno del Papa Pio XI (1931). Después de la caída del “Muro de Berlín” la
maquinaria despolitizadora y desideologizadora arremetió contra todos.
Desde el Perú, en el actual
contexto de descredito político generalizado ¿Tiene sentido reflexionar sobre
lo dicho por Manuel Gonzales Prada, José Carlos Mariátegui, Augusto Salazar
Bondy, Luis E. Valcárcel, Cesar Vallejo, Clorinda Matto de Turner, Micaela
Bastidas o José María Arguedas?
De tener sentido cualquier
reflexión contextualizada basada en los aportes de personajes antes citados,
¿Qué personajes o colectivos estaría en condiciones de hacerlo? ¿Qué personajes
o colectivos - sin abandonar identidades políticas e ideológicas - podrían
enarbolar causas creíbles que ocupen espacios sostenibles en tan venido abajo
imaginario colectivo?
Con honrosas excepciones, los
círculos de corrupción y cadenas de estafa política se han proliferado exponencialmente
en la región por más de 200 años. Los puestos del Estado se han convertido en
oportunidades de descalabro financiero-ético-moral. Derechas, izquierdas y
centros han desmembrado lo poco o nada existente de cultura democrática en el
Perú. Todo lo demás, forma parte de un anacrónico diccionario de valores
residentes en el mundo de lo cómico. La exclusión de organizaciones y
movimientos sociales de las esferas de poder, la maquiavélica inhabilitación de
representaciones partidarias nuevas (para efectos de inscripción en el JNE se exige
733 mil firmas y S/.2.00 de pago por firma verificada). Toda esta vulgar trampa
hace que el turbio escenario político gire en torno al hegemónico y mafioso
sistema político reinante. Nada nuevo bajo el sol!
La pantomima de democracia con la
cual contamos nos impone el credo de la libertad, fraternidad e igualdad.
Ahora, en el Perú, bajo la batuta de PPK (Washington, CONFIEP, Adex, etc.) se
agrega un valor a los antes señalados: Reconciliación.
A estas alturas, la pregunta del
título – del presente – la reformularíamos: ¿Qué sentido tienen las
posturas políticas (izquierda, centro, derecha)
sin base ética, moral y vocacional del quehacer político? ¿Qué sentido
tienen las posturas políticas (izquierda, centro, derecha) de espaldas a la participación directa de las
organizaciones de base, movimientos sociales y representaciones políticas al
interior de un marco democrático corroído por la propia naturaleza de su
alumbramiento (liberal-colonialista)?
El mandatario peruano PPK tuvo razón en calificar al Congreso de la
Republica del Perú como un “Circo”. El alicaído gobernante se quedó corto, el
Estado y la institucionalidad en su conjunto es un circo en el cual el
mandatario no es ajeno a su membrecía. Pareciera que la tendencia en las calles
se orienta a exigir líneas políticas-ideológicas abanderadas con valores como la
ética, transparencia, decencia y respeto al bien común que con posturas ideológicas
históricamente reconocidas. No obstante, nos queda claro que existen
posiciones, que por partida de nacimiento, se orientan - “naturalmente” - hacia
la construcción de relaciones justas y equitativas y existen otras que fieles a
sus inicios y principios rinden culto al individualismo, la deshonestidad y acumulación
como valores supremos.
La gobernabilidad se ha convertido
en un acto empresarial más. La asociación liberal de una nación con una
empresa, aquella relación utilitaria impuesta a la estructura institucional,
cruza todos los ejes de nuestro comportamiento social, político y económico. Jacobinos,
Girondinos y los del Llano (Marisma),
del siglo XXI, se encuentran frente a la imperiosa necesidad de firmar un nuevo
pacto social, político, económico y ecológico. Valores como la decencia,
honestidad, integridad, soberanía y dignidad, deberían ingresar en el decálogo
básico del quehacer político redactado, evaluado y aprobado en plebiscito por
el conjunto de la nación. Situación en
la cual nadie debería de sentirse excluido del nuevo proceso de transformación
radical de las estructuras. Andamio anquilosado en modelos sostenedores de
formatos coloniales groseramente vigentes.
¿No son acaso los mandatarios de la región – salvo
excepciones – perfectas emulaciones de
ilustres virreyes al servicio de la corona y nuestras tierras fundos de
entretenimiento, miseria y extracción?
¿Qué fue en realidad aquello que cambió con los procesos de
independencia si al día de hoy el formato colonial es el mismo?
La oportunidad de transformar las estructuras radica
principalmente en la puesta en acción de los sujetos sociales históricamente
excluidos, y no es retórica. Todo esto más allá de trienales y quinquenales
participaciones en las ánforas. Fuera de la participación de estas esferas todo
será consolidación del fosilizado statu
quo y la Weltpolitik.
Es absurdo que los actores principales del cambio
solo figuren en titulares periodísticos en caso de conflictos sociales. Se debe
– impostergablemente – crear espacios tangibles al interior de las esferas de
poder donde las bases participen directamente dejando de lado ineficaces y
costosas representaciones burocráticas asfixiadas en incontrolables y
neuróticas confrontaciones de poderes. Y, las hay de todos los colores. En el
Perú, se confrontan y desgreñan por la repartición
de la torta, derecha con derecha, centro con centro, izquierda con
izquierda, familias con familias, y todos entre y contra todos. ¿O, no es así?
Una nueva perspectiva de la política debe ser
planteada y ejecutada en el Perú. Entendiendo el quehacer político como el arte
del servicio y no del burdo mercadeo de privilegios y obscenas negociaciones. Antes
que la promoción de líneas ideológicas – exentas de principios éticos – deben
ser promovidas bases pedagógicas de principios donde existan ejes transversales
históricamente excluidos desde la
enfermiza lógica liberal. Lamentable y pesimistamente, quizá, tendremos que
esperar mucho para asomarnos en algo a los inicios de la extirpación del mal.
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