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sábado, 17 de marzo de 2018

Honduras: Racimos sanos = trabajadores bananeros y familias enfermas sin derechos humanos

Los trabajadores de la Empresa Bananera Chiquita Honduras llevan más 2 meses en huelga y fueron desalojados en forma violenta por los cuerpos policiales y militares hondureños que históricamente se comportan como guardaespaldas de las Empresas Transnacionales.

Juan Almendares* / Especial para Con Nuestra América
Desde Tegucigalpa, Honduras

Bombas lacrimógenas lanzadas a los trabajadores.
Tacamiche significa la lucha de una comunidad contra la explotación bananera de tierras rehabilitadas por los campesinos, vendidas por el Estado a la empresa bananera Tela Railroad Company por un dólar. A esta comunidad de 500 familias (1995) les destruyeron cultivos de maíz y frijoles en más de 200 hectáreas, derrumbadas sus casas, iglesias y centros de salud. Fueron afectados por más de 200 bombas lacrimógenas que dañaron niños/as e hicieron abortar a mujeres. Asimismo, 500 personas fueron depositadas en una bodega donde solo había 1 servicio sanitario y permanecieron más de 1 año.  Este desalojo violento y criminal es un símbolo de la injusticia de las Empresas Bananeras y complicidad de los gobiernos.

Ahora, los trabajadores de la Empresa Bananera Chiquita Honduras llevan más 2 meses en huelga y fueron desalojados en forma violenta por los cuerpos policiales y militares hondureños que históricamente se comportan como guardaespaldas de las Empresas Transnacionales. Uno de los motivos de esta huelga es la cancelación del derecho a la salud y el incumplimiento de los derechos económicos y sociales (laborales).

En este desalojo se utilizaron bombas lacrimógenas que no solamente hacen llorar sino que queman, hacen abortar y matan. Son armas letales.

Esta empresa vulnera brutalmente el derecho a la salud porque una plantación bananera es un desierto verde, allí solo crece banano, destruye la biodiversidad, arropan de plástico los racimos de banano en otras palabras un racimo se cuida más que un niño/a; el plástico que es no degradable por centurias libera dioxinas que son altamente cancerígenas y toxicas  para la salud comunitaria, esta alteración a la biodiversidad produce deficiencia nutricional, disminuye la inmunidad y favorece a la proliferación del el dengue, la malaria y otras enfermedades.

Esta lucha valiente de hombres y mujeres necesita la solidaridad no solamente de la clase trabajadora y campesina sino también de todas las organizaciones de Derechos Humanos porque algo muy evidente es que tenemos la obligación de denunciar el crimen de las empresas que violenta las necesidades vitales, económicas y sociales de la población. Generalmente los tratados desiguales que no son vinculantes con los Derechos Humanos producen desprotección de los trabajadores incluso por los mismos Organismos Internacionales. Además de violar los derechos humanos las actuaciones empresariales conllevan terror, tortura y el trauma.

Abiertamente nos pronunciamos solidarios con la clase trabajadora y demandamos al pueblo hondureño, y a toda la comunidad internacional, a respaldar esta gesta heroica que nos hace recordar la lucha de la huelga bananera de 1954.

12 de marzo de 2018

*Director Ejecutivo CPTRT

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