Los trabajadores de la
Empresa Bananera Chiquita Honduras llevan más 2 meses en huelga y fueron
desalojados en forma violenta por los cuerpos policiales y militares hondureños
que históricamente se comportan como guardaespaldas de las Empresas
Transnacionales.
Juan Almendares* / Especial para Con Nuestra América
Desde Tegucigalpa,
Honduras
Bombas lacrimógenas lanzadas a los trabajadores. |
Tacamiche significa la
lucha de una comunidad contra la explotación bananera de tierras rehabilitadas
por los campesinos, vendidas por el Estado a la empresa bananera Tela Railroad Company por un dólar. A esta comunidad
de 500 familias (1995) les destruyeron cultivos de maíz y frijoles en más de 200
hectáreas, derrumbadas sus casas, iglesias y centros de salud. Fueron afectados
por más de 200 bombas lacrimógenas que dañaron niños/as e hicieron abortar a
mujeres. Asimismo, 500 personas fueron depositadas en una bodega donde solo
había 1 servicio sanitario y permanecieron más de 1 año. Este desalojo violento y criminal es un
símbolo de la injusticia de las Empresas Bananeras y complicidad de los
gobiernos.
Ahora, los trabajadores
de la Empresa Bananera Chiquita Honduras llevan más 2 meses en huelga y fueron
desalojados en forma violenta por los cuerpos policiales y militares hondureños
que históricamente se comportan como guardaespaldas de las Empresas
Transnacionales. Uno de los motivos de esta huelga es la cancelación del
derecho a la salud y el incumplimiento de los derechos económicos y sociales
(laborales).
En este desalojo se
utilizaron bombas lacrimógenas que no solamente hacen llorar sino que queman,
hacen abortar y matan. Son armas letales.
Esta empresa vulnera
brutalmente el derecho a la salud porque una plantación bananera es un desierto
verde, allí solo crece banano, destruye la biodiversidad, arropan de plástico
los racimos de banano en otras palabras un racimo se cuida más que un niño/a;
el plástico que es no degradable por centurias libera dioxinas que son
altamente cancerígenas y toxicas para la
salud comunitaria, esta alteración a la biodiversidad produce deficiencia
nutricional, disminuye la inmunidad y favorece a la proliferación del el dengue,
la malaria y otras enfermedades.
Esta lucha valiente de
hombres y mujeres necesita la solidaridad no solamente de la clase trabajadora
y campesina sino también de todas las organizaciones de Derechos Humanos porque
algo muy evidente es que tenemos la obligación de denunciar el crimen de las
empresas que violenta las necesidades vitales, económicas y sociales de la
población. Generalmente los tratados desiguales que no son vinculantes con los
Derechos Humanos producen desprotección de los trabajadores incluso por los
mismos Organismos Internacionales. Además de violar los derechos humanos las
actuaciones empresariales conllevan terror, tortura y el trauma.
Abiertamente nos
pronunciamos solidarios con la clase trabajadora y demandamos al pueblo
hondureño, y a toda la comunidad internacional, a respaldar esta gesta heroica
que nos hace recordar la lucha de la huelga bananera de 1954.
12 de marzo de 2018
*Director Ejecutivo CPTRT
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