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sábado, 2 de junio de 2018

Venezuela: Reiniciar el diálogo y las negociaciones

Para conjurar los peligros de la situación nacional y las amenazas externas es necesario construir un esquema de cohabitación entre los factores en pugna por el poder, de modo que las diferencias puedan ser procesadas por medio de entendimientos y acuerdos.

Leopoldo Puchi / El Universal

Nicolás Maduro ha sido electo presidente para un nuevo período constitucional. Este hecho ha ocurrido en medio de un cuadro de grandes dificultades económicas, que tienden a persistir y agravarse. Igualmente, en el campo de la lucha por el poder político las tensiones se han exacerbado en la medida en que factores importantes del sistema político decidieron como lineamiento no concurrir a los comicios. A esto se le añade que una porción significativa de los electores --que tradicionalmente votaba y que se ubica en torno a 25% del registro-- optó en esta oportunidad por abstenerse de sufragar.

Le corresponde, en consecuencia, a la dirigencia política del país, y en primer término al Gobierno,  trabajar en función de desatar esos nudos explosivos de la economía y la política. En materia económica es indispensable que se adopten medidas para impulsar la producción nacional en el área industrial y agrícola y detener la hiperinflación. Ello requiere de un programa macroeconómico que incluya decisiones básicas como la autorización para que el sector privado utilice sus divisas para la importación de insumos y bienes de consumo, calculadas estas bajo el mecanismo de la oferta y la demanda.

En lo político, habría que actuar para reconstituir el cauce del sufragio y de la institucionalidad, puesto que solo se visualizan como modalidades alternas de lucha el derrocamiento militar y la intervención extranjera. Hay factores dirigentes de la oposición que apuestan en esta dirección y consideran que para ese fin son convenientes las sanciones y el cerco económico internacional, pues un incremento de las penurias de la población generaría un más alto grado de malestar social que facilitaría la concreción de esos escenarios.

Al mismo tiempo, hay que considerar que los problemas internos mencionados se articulan con una dimensión internacional, en la medida en que Venezuela se ha desplazado fuera del dispositivo geopolítico, económico y militar occidental tradicional, en el cuadro de nuevas tensiones mundiales por la multipolaridad que ha creado la emergencia de Rusia en el tablero internacional y la competencia de China en el comercio y las inversiones financieras. Esto explicaría la beligerancia y las acciones de bloqueo financiero en curso, que van en un sentido contrario a lo dispuesto en el articulado vigente de la legislación internacional y que se realizan sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.

Para conjurar los peligros de la situación nacional y las amenazas externas es necesario construir un esquema de cohabitación entre los factores en pugna por el poder, de modo que las diferencias puedan ser procesadas por medio de entendimientos y acuerdos, ya que ninguno de los factores internos encontrados dispone de la fuerza suficiente para ser considerado como hegemónico ni está en condiciones de plasmar en la actualidad su programa ideal o de largo plazo. Las circunstancias obligan, por lo tanto, a retomar la negociación.

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