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sábado, 24 de noviembre de 2018

Otro Día por la No Violencia contra las Mujeres (25N) especial en San Jose de Costa Rica

25 de Noviembre, Día por la No Violencia contra las Mujeres,  es día de marchas, pancartas, canciones, gritos, mensajes, lenguajes nuevos porque es el mismísimo cumpleaños de la vía reivindicativa, propositiva, consciente y amplia. Celebramos la resiliencia de la dignidad humana. 

Julie Abbott /Especial para Con Nuestra América

El periodismo costarricense que informa y hace análisis coyuntural por las mañanas goza de un mercado más allá de lo cautivo: las interminables presas automovilísticas josefinas. Seguramente no es esta la única urbe latinoamericana en la que se pasa horas dentro de los automóviles con la radio encendida.  

El programa radial Nuestra Voz es una institución erigida por la periodista Amelia Rueda (www.ameliarueda.com) en Radio Monumental (93.5FM) del dial costarricense, que hoy hizo una critica poco profunda de este tenor:  Las marchas del 25/nov ¿Para qué? NO han funcionado si de todos modos hay femicidios. Más bien hay más femicidios”; y “La iniciativa del tercer marcador del INAMU (Instituto Nacional de las Mujeres de Costa Rica)  ¿Para contar que en el próximo partido de futbol habrá una agresión más que en la anterior? … Eso NO funciona”.   El tercer marcador  fue una iniciativa que levantó el INAMU junto con Canal 7 de Costa Rica, en la que se publicaba, a la par de los dos marcadores de goles,  el número de llamadas en tiempo real  al #911 denunciando  agresiones en contra de mujeres en hogares y ambientes sociales en los que se ve el futbol.

Y esta de otro periodista-locutor costarricense: “Que hagan algo diferente; si las mujeres no se matan entre ellas, las matan sus compañeros”.  ¡Eureka!  Aprendizaje.  Aprendizaje producto del trabajo articulado y coherente de organizaciones feministas a lo largo de la vida de un joven periodista. 

Dan pena las opciones fáciles de los medios, y la crítica como vicio cansa sin que aporte.  Más pena por  la ausencia de voluntad política a la altura, y la ausencia de sentido aritmético básico por no decir pena la ignorancia deliberada al micrófono. Explico: si un programa radial no se compromete sin desmayo con la lucha para erradicar una deformación colonizadora de larga data, amplio espectro y en plena vigencia, por lo menos tendría  que poder sumar y restar bien para comunicar  que los femicidios serían muchos más, proporcionalmente con mayor crecimiento y mucho más impunes en ausencia del trabajo de las organizaciones de las mujeres, de sus organizaciones, marchas y campañas a lo largo y ancho de nuestra América.   Desagregar los femicidios de otras criminalidades,  caracterizar la violencia contra las mujeres,  proponer y lograr aprobación y aplicación  de leyes para prevención, sanción y erradicación son propósitos muy vivos, eso hay que entenderlo. El periodista-locutor costarricense no hubiese llegado a sentirse más integral y menos “su género versión mayoritaria” por saber y decir que “las mujeres no se matan entre ellas; las matan los hombres” de no ser por (entre otros) las marchas. No se lo enseñaron en la escuela, ni en la casa.

En Guatemala la pena va de las formas que toma la negación del genocidio, algo  que también tiene su versión preconsciente con nota de ignorancia deliberada.  Es frecuente oir  hoy que “en Guatemala no hubo genocidio porque la población indígena ahí está”.  Toca responder que para concluir que las vertebralidades sociocriminales de Guatemala SI cometieron genocidio, bastan 200,000 muertos con 45,000 desapariciones (5,000 menores edad) y 1 millón de desplazados y más de 3 décadas de encubrimiento de las acciones genocidas asentadas en los planes y rigores de esta convocatoria  afirmativo masculinizante;  yo me refiero al  “Ejército” en abstracto así,  como “la convocatoria afirmativo masculinizante” cuando trabajo en análisis de su impacto en la sociedad guatemalteca y emplazo  a  jóvenes estudiantes hombres a que desconfíen de las convocatorias a las que por su condición de género, se verán expuestos. La firma de los Acuerdos de Paz firme y duradera Guatemala firmada en diciembre de 1996, le puso  fin a un conflicto armado que cuenta oficialmente con 36 años de duración.  La firma resultó ser acto fundante de una era de sucesiones de gobiernos de dudosa reputación democrática y que han rendido poco o nulo  trastocamiento estructural.   Lo cuento para pasar a mi recuento personal del año y que remite a ese ejército, al encubrimiento y a la negación del genocidio guatemalteco y por supuesto remite al reconocimiento de las luchas desde colectivos y organizaciones.  En la madrugada del 23 de Mayo de 2018 asistí al nacimiento de un mojón histórico  en el acto de  lectura de la sentencia del caso Molina Theissen en Ciudad de Guatemala.   Quedó escrito, asentado y probado que el ejército de Guatemala en 1981 y antes y después, hizo uso de la violencia sexual colectiva e individual en interrogatorios que eran práctica común durante las detenciones ilegales de mujeres en sus propios cuarteles. Interlocutor a conveniencia de la Guerra Fria el ejército guatemalteco accionó contra pobres y/o población organizada y/o indígenas, con accesos específicos a las mujeres por su condición de mujeres, también pobres y/o organizadas y/o indígenas.  La calidad del ejército de “empresa criminal conjunta”  fue inscrita en la historia de mi país a lo largo del juicio. La sentencia está disponible en PDF en este enlace: https://drive.google.com/file/d/1-RQammFu9ONdWEy9BolQoucWoURDuQvo/view  

Marco Antonio Molina Theissen permanece desaparecido sin que los tres generales y un coronel del ejército condenados accedan a dar las claves sobre el paradero de sus restos.  Los oficiales fueron condenados por la coordinación de su secuestro, cuando era un niño de 14 años.  Fueron condenados también por los  delitos de (omisión de) deberes de humanidad y violación con agravación de la pena, el resumen de sus ejercicios sobre la humanidad de la sobreviviente Emma Molina Theissen  durante los 9 días que duró su detención ilegal en un destacamento militar a manos de, o con conocimiento probado de, los oficiales. Emma Molina Theissen evadió su cautiverio al día 9.  Un día más tarde tuvo lugar el secuestro de Marco Antonio. 

Abordar, intentar entender, desentrañar para concatenar las mutaciones de los motus colonizadores es en sí, posicionamiento político; es acción política  en su acepción no-electorera y libre de pose. Ya no se puede no reconocer a esa luz fuerte  y  clara, sobre las violencias contra las mujeres que  alumbra desde el presufragismo hasta el lamentable femicidio de Stephanie Castro Mora en Escazú/San José de Costa Rica el pasado 14 de noviembre;  alumbra las ablaciones, los encarcelamientos por abortos espontáneos, los indicadores desagregados por género que componen el Indice de Desarrollo Humano; alumbra a las Madres y Abuelas de Argentina creciéndose políticamente mientras demandan, encuentran y siguen buscando a sus nietos y nietas; pone el foco sobre  los más altos índices de  maternidad precoz en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua y más.  Y sí, todo por hacer, siempre, pero la luz de los feminismos forjada está y si, alerta ¡Alerta! Porque está más viva que sus grandes causas.

18 organizaciones feministas costarricenses  (Aborto Legal Costa Rica, Centro Feminista de Información y Acción CEFEMINA, Chicas en Cleta, Colectiva Coexistir, Colectiva por el Derecho a Decidir, Colectiva Trans-Parencias, Feministas Independientes, Las Rojas Costa Rica, Lucha Mujer, Mujeres en Acción, Mujer no estás sola, Ni una Menos Costa Rica, Red Feminista Contra la Violencia hacia Las Mujeres, Red de Mujeres Migrantes Nicaragüenses,  Red de Mujeres Rurales de Costa Rica, Secretaría de la Mujer Frente Amplio,  y The Handmaids Costa Rica)  suscriben y suman voces a un grito procedente para este año nuevo feminista 2018/19 a celebrarse el próximo 25 de Noviembre, “¡Nuestros cuerpos NO pagarán esta crisis!  ¡La violencia estructural también mata!   Como organizaciones feministas, de mujeres y de mujeres sindicalistas reafirmamos la voluntad y el compromiso de defendernos ante la violencia estructural, impedir los retrocesos y avanzar hacia un futuro en el que la violencia contra las mujeres llegue a ser erradicada.”

Allí las sujetas políticas, nuestras voces. Allí el análisis, la conciencia, la lectura de las causas y las formas, la convocatoria y un compromiso con la contención, con el avance sin desmayo, sin miedo, con luz a propia mano.

25 de Noviembre, Día por la No Violencia contra las Mujeres,  es día de marchas, pancartas, canciones, gritos, mensajes, lenguajes nuevos porque es el mismísimo cumpleaños de la vía reivindicativa, propositiva, consciente y amplia. Celebramos la resiliencia de la dignidad humana.  En San José de Costa Rica marcharemos el 23 de Noviembre; marcharemos el 25 de Noviembre.  Costa Rica,  Guatemala, y Nuestra América:  que se sumen a quienes les sea posible no temer.  ¿Temer a qué?  Esa es la gran reflexión que se pretende.  Puedo asegurar que celebrar por todo lo alto el “año nuevo feminista” procede y se siente bien.

Me pongo banal y digo que tuve mucha mala suerte por haber oído de buena mañana en San José de Costa Rica un programa de radio que pretende ser de análisis  con su  “¿Para qué otra marcha?”  Total, no hace mucho dijo Trump que “nunca se le vería en una fotografía con la imagen del Che de fondo”. Good for Ché!    Pues bien, analogías fuertes aparte, mañana de camino a la marcha me tocará oir que el periodismo de Amelia Rueda se lave la cara, porque  se pondrá al teléfono la Ministra de la Condición de la Mujer; apuesto a que el diálogo será cordial.  Este final sólo puede suceder en Costa Rica este país pequeño. ¡Feliz Año feminista Nuestra América!

*Activista feminista guatemalteca

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