Enrique
Santos Discépolo (1901 – 1951), maravilloso poeta y cronista social con sus
inolvidables tangos, vuelve de nuevo con su Cambalache a mostrarnos la renovada
degradación de la semi colonia argentina. Cambian los nombres, las
instituciones, se recicla el poder. Todo cambia para que todo siga igual.
Roberto Utrero Guerra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Mendoza, Argentina
En su
homenaje vale recordar que lo escribió en 1935, en medio de esa década vil, con
un país atado de pies y manos a Inglaterra, la potencia dominante de entonces.
“La
Argentina atraviesa el año más envilecido de toda la Década Infame. Mes a mes,
distintos sucesos van encanalleciendo la
atmósfera hasta tornarla irrespirable. En enero, el radicalismo manejado por
Alvear levanta la abstención, legitimando el fraude oligárquico pasando a jugar
como ‘oposición a su Majestad’. En marzo, Pinedo secundado por Prebisch crean
el Banco Central mixto, colocando en manos del capital británico el manejo de
la política financiera argentina. Poco después el Congreso crea el Instituto
Movilizador de Inversiones Bancarias, salvando de la quiebra a los principales
grupos financieros del país. Aparecen enseguida las nuevas normas sobre
combustibles, que inician el camino claudicante en materia de petróleo, con el
júbilo de Esso y Shell: así se va completando el ‘Estatuto Legal del
Coloniaje’. En junio, el Consorcio Bemberg estafa al fisco con la conversión de
la deuda de la Provincia de Buenos Aires. Al mes siguiente, en el Parlamento se
asiste al debate de Carnes propiciado por De la Torre, cuando un estampido
suena en el augusto salón, cayendo sin vida el senador demoprogresista Enzo
Bordabehere. En agosto, el VII Congreso de la Internacional Comunista inaugura
la infame política del Frente Popular e inmediatamente los obedientes
stalinistas criollos se arrojan en los brazos de Alvear y Repetto. En octubre,
se sanciona la ley de Corporación de Transportes, con un fabuloso aguamiento de
capitales en beneficio de las empresas británicas. Y sobre el fin de año,
Manuel A. Fresco, un viejo burlador de la voluntad popular, llega al cargo de
gobernador de la Provincia de Buenos Aires, desde donde refinará la liturgia
del ‘voto cantado’, los muertos votantes y los votantes muertos. ‘La oligarquía
en la casa de gobierno, el alvearismo en la casa Radical, el
en la Casa del Pueblo, el stalinismo en el movimiento obrero, los ganaderos en
el Jockey Club y la Constitución Nacional refugiada en la farola de (el diario)
La Prensa, tal era la situación de aquella época de fraude y vileza imposible
de superar”. [1]
Contrariando
la memoria de nuestros historiadores, la vileza ha sido superada en varias
ocasiones a través de golpes militares y, en este último gobierno, avalada por
el voto popular. Voto conseguido con falsas promesas y mentiras repetidas hasta
el cansancio.
El miércoles
13 de marzo sucedió un hecho histórico y fundamental en Argentina. El juez
Alejo Ramos Padilla expuso ante el Congreso de la Nación la oscura trama de
favores y aprietes llevada a cabo por el detenido Marcelo D’Alesio que
involucran al juez Carlos Stornelli y miembros del gobierno nacional,
empresarios, integrantes de la justicia y servicios de inteligencia argentinos
y extranjeros.
Marcelo
D’Alesio se hacía pasar por abogado y no lo era, como supuesto ex agente de la
DEA y era presentado en programas de tv como el hombre sabelotodo con
influencias en el gobierno, sobre todo en el poder judicial y el ministerio de
justicia, con la propia ministra.
La
biografía conocida del fiscal Carlos Stornelli focaliza sus vínculos y los
intereses a los que sirve: hijo de un Teniente Coronel del arma de Ingenieros,
interventor de Radio Belgrano en la dictadura, es amigo personal del presidente
Macri, fue ministro de Seguridad de Daniel Scioli, muy amigo del famoso
barrabrava Rafa di Zeo, es el jefe del departamento de Estadio y Seguridad de
Boca Juniors. De allí que miembros de la justicia, del gobierno y el fútbol
conformen un cóctel de difícil digestión.
Cabe
entonces por ejemplo la pregunta: ¿qué magnitud tiene el poder del doctor
Daniel Angelici, el actual presidente de Boca Juniors, “la mitad más uno”,
vicepresidente de la AFA?
Retomemos
el hilo, el juez Ramos Padilla ingresó al recinto del Congreso para que los
legisladores conocieran el tenor de la causa y no fuera retirada de su juzgado,
conforme la presión de los implicados. La sesión no contó con la presencia de
legisladores de Cambiemos, la alianza gobernante, hecho notorio que los
incrimina ante la opinión pública.
El juez
comentó que el detenido no pudo concurrir a declarar porque el sistema
penitenciario nacional adujo no tener combustible en sus vehículos para su
traslado. Observando el costoso equipamiento de las fuerzas de seguridad
empleado en la represión en las manifestaciones callejeras, cuesta entender esa
minucia.
Curiosamente
también, el día de la presentación del juez Ramos Padilla en el Congreso, la
ministra de Defensa Bullrich, concurría invitada a un curso en la Embajada de
EEUU.
Durante la entrevista
el juez Ramos Padilla rebeló que tuvo que realizar personalmente el
allanamiento porque temía que borraran las evidencias. De lo secuestrado, sólo
había podido desentrañar un pequeño porcentaje del material incautado a
D’Alesio, cuyas escuchas delataban extorsiones millonarias a empresarios,
charlas que comprometían a políticos y dirigentes de clubes de fútbol.
El juez expuso la existencia
de una organización paraestatal no reconocida de amplios poderes y
ramificaciones, dedicada de lleno a hechos extorsivos e ilícitos, de imposible
admisión en una sociedad organizada.
En algunas
conversaciones, D’Alesio hablaba de “extraer” personas en caso de ser
necesario. Procedimiento utilizado en la última dictadura para “chupar”, esto
es, desaparecer personas, como entonces.
También puso en
evidencia el jugoso negocio que mantenía el imputado con ex presos a los cuales
colocaba en empresas en negro, llegando a involucrar a miles de ex convictos. Este
aspecto siniestro y oculto, pone en relieve el grado de deterioro institucional
del aparato judicial. Mucho más si se tiene en cuenta que varios de esos
magistrados, mantienen un estrecho vínculo con la sanguinaria oficialidad de
las FFAA de la última dictadura cívico militar. Dictadura cívico militar que –
debe insistirse hasta el cansancio – los grandes grupos económicos beneficiados
con ese horrendo proceso, incluida la familia presidencial, son los
continuadores de aquellas relaciones y tratan de todos modos de ocultar y
dificultar el esclarecimiento social de lo ocurrido hace más de cuatro décadas.
El estrecho entramado rejuvenecido generacionalmente continúa hasta el presente
y, como hemos observado en estos tres años del gobierno macrista, ha intentado
retrotraer y dejar de lado las condenas ya dictadas, unánimemente declaradas
cosa juzgada.
La Suprema Corte de
Justicia ni el ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, no han hecho
declaración alguna y la titular de la Oficina Anti Corrupción, Laura Alonso, ha
asimilado al complicado juez Stornelli a la condición de Nisman, que podría ser
asesinado, cuando sobran antecedentes en contrario sobre la muerte del
fallecido fiscal.
Los medios hegemónicos
han omitido la transmisión de este hecho, como también aprovecharon para
concentrar sus usinas en difundir el viaje a Cuba de Cristina Fernández de
Kirchner por motivos de salud de su hija Florencia, asediada por ese mismo
aparato mediático.
Paralelamente, mientras
todo esto sucedía en Argentina, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne se
reunía con Christine Lagarde en Washington para negociar el envío de 9.800
millones de dólares hasta septiembre del corriente año, dejando un pequeño
saldo de remisiones para los dos años siguientes, condicionando la acción del
futuro gobernante, sea del signo político que sea.
De hecho Lagarde
respalda al gobierno por lo realizado hasta el momento, pero descuenta que la
devolución de los préstamos tendrá dificultades si no crece la economía.
Macri Dujovne, Dujovne
Macri, saben que no pueden lidiar con alta inflación y estancamiento económico.
Que todo va en picada. Que justamente ayer emplearon 900 millones de la ANSES
para mantener el valor del dólar en constante suba.
Todavía no hay caras
visibles para el relevo de autoridades y seis meses parecen una eternidad
salpicada de escándalos, negociados y sospecha. El imperio se les deshace entre
los dedos. De allí que, en un mismo lodo
todos manoseaos, intentan respirar por la boca antes de hundirse
definitivamente.
[1] Ramos J. A. “Revolución
y contrarrevolución en la Argentina”, citado por Norberto Galasso, Discépolo y
su tiempo. Edit. Corregidor, Buenos Aires, 2004. P.102/103.
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